sábado, 29 de septiembre de 2018

citas

Cualquier tonto inteligente puede hacer una máquina más rápida, complicada o cara. Hace falta un toque de genialidad y bastante coraje para animarse a ir en la dirección contraria.
Es una variación de algo que dijo Einstein. No sé a qué se refería porque cuando se cita esta frase, como tantas veces, falta el contexto. Pero a mí me vino a la cabeza porque tengo tanto atravesado y no puedo darle un hilo de coherencia y mis pensamientos, que se formen en fila, ordenaditos alfabéticamente o algo así y salgan de a uno de mi cerebro a las manos, de ahí al teclado y finalmente se escriban acá.
Si bien tengo la cabeza llena del papelerío que tengo que hacer para cuando llegue mi contenedor con mis cosas, la verdad que prefiero dejar ese tema para cuando no me quede más remedio que ocuparme de eso y hablar de otra cosa. Después de todo, cada formulario, certificado y visado que tenía que hacer ya fue hecho y ahora es cosa de esperar unos días.
El tema principal, entonces, es un viejo amigo mío: novia. Pareja. Compañera de vida, aventuras y cascotazos del destino. Como he dicho, estoy en Tinder, y al margen del análisis que mencioné la otra vez sobre lo acotado del mercado en donde vivo, a veces pasa que alguna señorita viaja a Mar del Plata, Tinder me la presenta, arrastro a la derecha, y después ella vuelve a sus pagos sin haberse enterado y un servidor se queda acá llorando por los rincones.
En fin, resulta que la cornuda esta, además de ser bastante potable a los ojos, tiene un perfil en un par de redes sociales que muestran que tiene la cabeza rellenada con cerebro, en lugar de acelga y aserrín, como parece que tienen la mayoría. Además de las fotos no tan huecas, pocas propias (y las que hay, se agradecen, por los ojazos que tiene), y alguna cosa divertida, también incluye citas de alguno que dijo algo que uno tiene atravesado y no logra expresarlo con elocuencia, elegancia y efecto. Por ejemplo:
El día está bonito; hágame el favor de morirse. - Jaime Sabines
Muy delicado. O si no este otro:
No confío en las palabras.
Incluso cuestiono los actos.
Pero nunca dudo de los patrones.
Pero el que más me alucina es este:
El diablo me susurró al oído: "no podrás aguantar la tormenta."
Y yo le contesté: "yo soy la tormenta."
Genial. Pero algo que leí estos días y que no encuentro otra vez para copiarlo acá tiene que ver con las relaciones. Decía que uno no elige en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Me pegó fuerte. Es como que uno puede descartar a Julieta o elegir a Nadia, como no se elije la lluvia que te moje hasta la médula cuando salís de un concierto. Porque cuando una llega que tee mueve el piso, es como que ya está, captura los sentidos y a la mierda el delirio de elegir.
Estoy con todas las antenas paradas, un poco desesperado, se podría decir, para encontrar pareja y eso no es demasiado bueno. Es cierto que uno tampoco debe caer en el ostracismo y después quejarse de que está solo, sino más bien propiciar las cosas tratando de salir un poco y mirando, pero tampoco arrastrase a todos lados y considerando a cada una que pasa. No hay que dejar que la desesperación o el miedo a la soledad nos lleven a los brazos de la persona equivocada.
Hace ya un tiempo que me di cuenta que busco a alguien que me electrifique. Ya sé que es un poco delirante y muy difícil de encontrar, tan así que la mayoría elige quedarse con lo que tiene y detener la búsqueda, meter los galgos de vuelta en el canil o meterles un tiro y enterrarlos para no escucharlos gemir siquiera cuando huelan algo, y sentar cabeza pensando que a eso se llega. Yo quiero eso, quiero sentar cabeza, pero quiero que sea con alguien que me parta como un rayo. De alguna manera creo que en la sabiduría adquirida con los años (porque quiero pensar que me volví más sabio) recorrí un círculo que se está cerrando y me dice que lo que buscaba cuando recién empezaba con esto, cuando era adolescente y arrogante y creía que tenía todo el tiempo del mundo y rechazaba candidatas por cualquier excusa, en definitiva tenía razón, más como un reloj roto que da bien la hora dos veces al día, que por saber lo que hacía. Pero tenía razón. Hay que buscar y no conformarse con encontrar una parada cómoda y calentita. Hay que ir hasta el final de la línea y dar todo por ese amor enorme, gigante, electrificante, que te parte la vida en dos: un antes que ya no importa sino por el hecho de haberte traído hasta ahí, y un después, ese después juntos en el que no pensamos porque no nos preocupa, porque el presente es todo lo que necesitamos y bailamos de felicidad no a pesar de la lluvia, sino precisamente porque llueve.
Y la última de hoy:
La libertad de Ser quien uno es, deja afuera todo tipo de concesiones. Es la libertad más honesta y la que más cara se paga.
Desprenderse de la mirada del otro, del deseo del otro, del consejo del otro, de la búsqueda del otro, genera bronca y el esfuerzo, para quien la ejerce, de poder delimitar su espacio a los codazos, para que el otro no se meta.
No cualquiera soporta que alguien no necesite de uno para nada. Ser necesitado es un mimo para un Ego que se alimenta con palmaditas en la espalda.
Ser lo que uno quiera y de la forma que a uno se le cante, es un desgarro que el otro no perdona fácilmente. No hay mayor incomodidad que la libertad ajena. Lo que late adentro de esa incomodidad no son celos, es envidia.
El otro no solo quiere lo que vos podés, sino que además, le molesta que vos puedas y el no. Muchas veces es ahí, dónde se encuentra la respuesta al alejamiento de muchos.

- Lorena Pronsky

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