viernes, 5 de mayo de 2023

entrada n° 400

Pensaba ponerle la alegría de vivir II pero me di cuenta de que era la 400va y me tentó.
Esta semana fue... fue esta semana. La (para mí misteriosa) escalada del dólar y la terrorífica pero consistente reacción del gobierno, la apertura de Tempo, un café muy lindo cerca de casa, el darme cuenta de que mis días están predestinados y mi destino está fijado, sin novia y sin sobresaltos, sin motivos para levantarme a la mañana más que los de citas motivacionales de Instagram ("carpe diem", "no dejes para mañana...", blablabla); todo se suma y confabula para echarme de Argentina o morir de tristeza viendo cómo la despellejan sin asco. Así como tenemos locuras hecha Ley (26.485 en su casi totalidad, o la 26.791) cosas tan necesarias y reales como la tipificación y marco legal para combatir la contaminación sonora siguen sin ningún tipo de atención de parte de los delincuentes que ocupan el gobierno de este pobre país.
En un día "normal" (así, entre comillas, porque de los normales sin comillas no hay) en Argentina, sin forzar la imaginación en lo más mínimo, uno no puede dormir, mirar tele, cruzar la calle, tener una conversación, oír la radio o hasta sus propios pensamientos, ni leer un libro, gracias en particular a las motitos y sus degenerados operadores, las alarmas, los bocinazos y demás actores de la contaminación acústica, eufemismo paraguas que abarca a toda la manada de macacos con licencia para joder. Caminar por la vereda sin encontrarse obstáculos de todo tipo, encontrar una mujer que valga dos pesos, y tantas otras cosas que mi cerebro, por incapacidad o autoprotección, no recuerda o no quiere recordar, parecen ser exigencias propias de Alfa Centauro.
Ayer, llegando a mi edificio con el auto, tuve que esperar 2 segundos a que un vecino saliera con el suyo. A modo de chiste le mandé un audio diciéndole que no me viene bien cuando se queda a esperar que cierre el portón, ni cuando se va dejando el portón abierto. O sea, para los que necesitan folleto explicativo con figuritas a todo color: no hay colectivo que me deje bien. Él, que es un tipo de esos que no me inspiran confianza porque son demasiado amigables para mi gusto, y que cada vez que probé a ir contra mi intuición, la pifié, me mandó un audio diciéndome que me quejo demasiado, que pruebe a parar de quejarme. Y como soy un caquita hipersensible y que sobreanaliza todo, hice lo que hago siempre que alguien me critica: asumo que as así, y veo cómo se condice con la realidad, a ver si llego a alguna incoherencia. A primera vista tendría que darle la razón, no al 100%, pero digamos que es la opción que obtuvo más votos. Sin embargo, después de casi medio siglo incorporé un aspecto más a mi análisis: quién hizo la crítica. Y resulta que el señor en cuestión volvió hace 6 meses de pasar 45 días en Catar, y anduvo y anda despotricando como loco por las implicancias de intentar tener una vida en este experimento antropológico que llamamos Argentina. Y como siempre apelo a que soy ingeniero y lo mío son los números, hoy no voy a romper la costumbre: haciendo la cuenta, resulta que yo me pasé 130 veces esa cantidad de días en Europa, gozando de la civilización y las reglas de convivencia en lugares que, aunque históricamente no son precisamente un modelo de cómo colonizar el resto del mundo, hoy por hoy han alcanzado el punto en que ofrecen a sus habitantes un entorno seguro donde desarrollarse social, económica y (aspectos más sutiles) artísticamente, por ejemplo. En comparación, Argentina es (por usar el término científico) una reverenda poronga.
Conclusión: sí, me quejo, a veces mucho, pero prefiero eso a intentar vivir en una nube de pedos desconectada de la realidad y se basa en no formar vínculos profundos con nada ni nadie. No, gracias. Así de intensamente como sufro lo malo disfruto lo bueno, y no cambiaría eso por nada.
However, dicho esto, sí voy a intentar ser algo más optimista, o quizás más en concordancia con mi personalidad, menos pesimista. No tengo ni la más puta idea de cómo, pero no está mal intentarlo.
Me voy a pasear con Perro.

Shit: acabo de darme cuenta de que esta no es la entrada 400, es la 399. Ay, ay, ay...

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