sábado, 2 de marzo de 2024

libros

En la versión de 1995 de Sabrina, con Harrison Ford y Julia Ormond, hay un personaje, el padre de Sabrina Fairchild, del que nunca sabemos el nombre de pila y se lo conoce simplemente como el Sr. Fairchild. Representado por John Wood, aparece quizás 60 segundos en la pantalla, posiblemente ni eso. Este hombre está en la película para dos cosas: ser la roca a la que Sabrina puede volver y de la que sujetarse, y dar un ejemplo de vida digna a todo el que mire, no solamente a su hija. Con diferencias, me hace acordar a mi abuelo.
El Sr. Fairchild lee, lee libros, muchos libros. Fue su sueño en la vida: poder descansar y dedicarse a leer libros. No voy a hacerme el que responde a un fatalismo poético, pero a mí también me gusta muchísimo leer. Es un entretenimiento, por supuesto, pero es, principalmente, creo, un lugar a donde ir con la mente a descansar, no del trabajo sino de la realidad. Un lugar a donde escapar; ese sería entonces un mejor verbo. Uno se enfrasca en una historia ajena y disfruta las vivencias de otros, sin riesgos, decepciones, costos o arrepentimientos. No importa lo que uno empatice con un personaje, siempre se puede cerrar el libro y salir a caminar. Con perro, obviamente.
En mi caso, al haber agotado la mayor parte de los libros de fotografía en venta en Mar del Plata y varias otras ciudades a ambos lados del Atlántico, encontré otra veta en libros que en lugar de hablar del arte en sí, tratan sobre sus protagonistas, los fotógrafos: un Henry Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Brassaï y otros, y se enfocan ya sea en su obra como en su biografía. Y esto último me llevó a empezar a comprar libros que incluyen minibiografías de muchos grandes fotógrafos y apenas un par de fotos famosas de cada uno. Una vez que terminé también con ese tipo de libros, tuve un pequeño impasse y, después de un par de meses, en un acto de desesperación llegué a mis últimas dos adquisiciones: un libro de fotos de nada menos que Buenos Aires, con texto de nada menos que Borges, y otro con minibiografías esta vez de grandes escritores, fotografiados por grandes fotógrafos. En este último me desayuné, por ejemplo, que Doisneau era medio queso sacando retratos. Quién lo hubiera dicho.
En este nicho de vida que me encuentro, trabajando pocas horas por semana y ganando lo suficiente y un poco más, tengo tiempo libre al punto de que me siento entre culpable y ocioso. Sé que puedo hacer cosas más productivas con ese tiempo, pero mientras tanto lo disfruto muchísimo leyendo libros, tomando café y paseando con Perro. Tengo también tiempo para pensar, aunque el material que me presenta la realidad es bastante pedorro: guerra en Israel/Franja de Gaza, guerra en Ucrania, los personajes involucrados, el estado de destrucción de Argentina, perpetrado por los degenerados peronistas, el desmoronamiento de la moral de la gente, mi soledad, mis muchas dificultades para tolerar a los humanos, para encontrar pareja, para aceptarme, para dormir. Mientras tanto envejezco, y más lejos parece estar la posibilidad de tener una novia como a mí me guste (sin detenerme en eso ahora), o de volver a disfrutar de viajes en moto por lugares alucinantes como los Alpes.
Y extraño a mi abuelo.

No hay comentarios.: