domingo, 14 de abril de 2024

revolcarse en la vida

Es moda, o pérdida, o absoluta estupidez pensar que la parte física es la esencia de una relación de pareja. Sin embargo, y sin sorpresa, esa es la opinión predominante. Como despotricaba Omar Alfanno en Amores como el nuestro, de sábanas mojadas hablan las canciones. Pareciera que todo se reduce a una buena revolcada y eso es todo el compromiso e inversión a los que las personas están dispuestas. De construir, ni pío. De conocer al otro, de abrirse, de darle la llave a nuestras peores facetas y arriesgarnos al rechazo, nada. Lo peor, para mí, por lo menos, con mi medio siglo, es el ejército de pelotudas (que ya vienen un poco idiotas de fábrica) queriendo demostrarse a sí mismas, a las amigas, al ex y a la sociedad lo deseables que todavía son, pero que no lo son, aunque ellas lo saben y no lo quieren asumir. La infección de la autopercepción vs realidad no se limita al género, al punto que hoy, a 90 años, el tango Cambalache recobra vigencia y "lo mismo un burro que un gran profesor" se reescribe (sin rimar, lo sé) como que vale lo mismo la opinión de alguien que invierte años y se rompe el lomo, los ojos y el coco estudiando un tema, que la de un mocoso de 34 años con el pelo verde, pollera y un teclado, que mientras todavía está en 2do año de alguna "carrera" de la facultad de sociales se pone a regurgitar estupideces ajenas; y esa descripción de lo que es el mocoso es exhaustiva aunque no hable del cerebro, no por falta de detallismo, sino por falta de cerebro.
Hay una chica en la plaza, con 2 perras tipo salchicha pero sobredimensionadas. Nada sobre lo que detenerse a hablar, pero la cara y los ojos de la chica, sí. Así que eso es lo que hice, y muy amablemente lo primero que hizo fue aclararme que se separó del "padre" de las perras y los problemas de pago de alimento (literalmente, porque es para las perras) y cosas así. El cuerpo todavía es una incógnita porque la muy desconsiderada no usa ropa aunque sea un poquito ajustada. Con eso en cuenta, el otro día me la encontré casi en la puerta de la casa así que hicimos unos metros con una charla ligera pero agradable, que tuve que interrumpir porque yo iba en una dirección y ella en otra. Para mi satisfacción, pareció algo decepcionada de no seguir conversando y me dijo que otro día me contaba lo que sea que me estaba contando. Admito que no estoy seguro de si me olvidé o si no le estaba prestando atención.
Al margen de cómo siga esta historia en particular, un lujo al que puedo acceder yo en mi especial situación laboral y financiera es el tiempo. Tengo tiempo para leer (que lo hago, y mucho), para aprender a tocar el piano (cosa que no estoy haciendo), estar con Perro y cultivar nuestra relación y mi carácter, y varias otras cosas que uno normalmente tiene que esperar a estar bastante viejo, cachuzo y jubilado para encarar. Y con ese tiempo libre viene la contemplación y, combinada con buenos libros, se suceden las observaciones de las cosas de la vida y algunas conclusiones útiles y no tan útiles. Lo que viene no sé bien en qué categoría cae, pero es esta: en lugar de tanto revolcarse en la cama, como busca la mayoría, parece, yo busco revolcarme en la vida. A tal punto, y he tenido el placer de tener ese tipo de compañía, aunque sea parcialmente y por períodos no lo suficientemente largos, que hoy me he vuelto más exigente. Las marcas de agua que esas personas han dejado en diferentes aspectos me mostraron a lo que uno puede aspirar, y resignarme a menos se me ha vuelto aparentemente imposible. Lo cual, dicho en términos clínicos, es una reverenda cagada, y más considerando que me vine de Europa, efectivamente el centro o por lo menos la cuna de la civilización occidental, y Argentina, apenas un apéndice irrelevante del Polo Sur, lleno de pingüinos y otras criaturas en mi opinión no tan inteligentes y definitivamente muy faltos de criterio, como los argentinos.
Revolcarme por la vida: salir a caminar, charlar, sentarnos en algún café y contarnos nuestros pensamientos, miedos, necesidades, gustos y anécdotas, hacer planes juntos, viajar, dormirnos juntos, mirar una peli, y sí, tener sexo. Casi en ese orden.

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