lunes, 29 de abril de 2024

esa válvula de escape

El otro día escribía acerca de las diferencias que surgen al aferrarse a todos los recuerdos, o mirar para adelante y vivir sin equipaje. De las ventajas e inconvenientes de cada forma de encarar la vida. En retrospectiva, supongo que aprender de las experiencias y seguir viviendo más sabios pero sin dejar que nos traumaticen es la situación ideal. Pero el ser humano no es ideal, ni de teflón, así que las cosas, para que nos queden claras, tienen que pegarnos de alguna manera y el chichón, el bollo o la cicatriz quedan. Peor incluso: somos tan tarados que ese chichón es por la lección, no por el aprendizaje. No es garantía de nada. Hay gente llena de chichones y siguen haciendo las mismas estupideces. Me incluyo. Es parte de la naturaleza humana necesitar más que un folleto explicativo para entender la necesidad de ciertos cambios.
Este fin de semana estuve en Buenos Aires. Recoleta, para ser específicos. Estuvimos, porque fui con Perro. Fuimos a romper corazones, evidentemente, y a pasear, a cambiar de ambiente, a ver cosas lindas y gente cheta y plazas cuidadas y edificios afrancesados que me enamoran, en esa burbuja que es Recoleta en esa ciudad tremenda que es Buenos Aires, con ese contraste que da su personalidad abusadora y abusada al mismo tiempo, en este proyecto de país que es Argentina.
Y, una vez más, mientras iba en la ruta me surgieron preguntas. ¿Gasto poco (acorde a mis ingresos actuales, incluido el hecho de que ni siquiera tengo un seguro médico) o gasto mucho (de acuerdo a mis ahorros)? Aunque en este momento sea postemporada y los ingresos sean homeopáticos, financieramente estoy mejor que cuando empecé con mi emprendimiento hace 3 años y medio. Pero además hay una realidad que me viene afectando hace un par de años, o una década, diría, y es que mucha gente alrededor de mí está cayendo como moscas por el cáncer. O así lo percibo. Hay otras cosas que me llevan a decir lo siguiente, y por supuesto que todas son discutibles, prevenibles, y seguro algún otro -ible, pero es lo siguiente: dudo mucho que vaya a morir de causas naturales. O quizás tenga que decir causas externas o médicas. No creo ser lo suficientemente valiente para pegarme un corchazo, pero algo voy a inventarme si me diagnostican un cáncer. Tengo, por el momento y basado en lo que he visto, cero intenciones de pasar por la lucha contra uno. No conozco un solo caso de éxito en esa guerra. Batallas, sí, pero la guerra... ni uno. De nuevo una dicotomía, esta vez la de decidir si uno estira la sobrevida agonizando con quimio y esas cosas horripilantes, o acepta el tiempo que le queda y hace lo mejor que puede para disfrutarlo. Instintivamente apunto a la segunda opción, aunque sea sin una compañera.
En respuesta a mi pregunta: gasté de acuerdo a mis ahorros. Estoy solo, rayando la desesperación en ese aspecto, al punto de que cada vez que veo una pareja y ella le agarra la mano a él o le da un beso, se me da vuelta el estómago con una descarga eléctrica. No tiene sentido privarme de disfrutar algo rico las 56 horas que me paso en Buenos Aires después de casi 5 años de no ir a ningún lado así de lindo, incluso teniendo en cuenta que hace un mes vine a buscar al ganso de Luxemburgo al aeropuerto y apenas tuve tiempo de tomarme un helado. Buenos, dos, pero se entiende. ¿Que cuál fue el gran gasto del fin de semana? Que fui a desayunar a un lugar precioso como es Le Moulin de la Fleur y me pedí no uno sino dos capuchinos. Salvaje.
La vida es breve, complicada, cruel, injusta, y todos nos vamos como vinimos: solos y sin nada. Sin exagerar y quemar puentes, hay que vivirla con las cartas que nos tocan y tratar de disfrutarla sin jorobar a nadie, e incluso haciendo un poquito el bien, si se nos da. Hay gente que no tiene dónde caerse muerta y yo, que hago agua en lo personal y en mi vida de pareja, por lo menos tengo la nada despreciable fortuna de tener para comer, y para comer bien, y voy a sacarle el provecho. En junio, aprovechando que Hermana & familia tienen que ir por un trámite, probablemente voy con Perro de nuevo unos días. Y pienso llevar a Sobrino #1 a tomar el té al Duhau.

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