Es difícil a veces escribir. Es un poco como el sexo a partir de cierta edad, que uno tiene que juntar inspiración para que salga algo que valga la pena, pero cuando llega le momento, se bloquea. Nada me obliga a escribir excepto las ganas de hablar con alguien de ciertos temas, pero ese alguien no existe, no está, o está ocupado. No hay una puta nena linda que quiera estar conmigo, y mis amigos están lejos y con sus propias cosas. Eso que se conoce oficialmente como haber tomado chotas decisiones, combinado con mala suerte por un lado, y por el otro la vida.
Charlaba con mi amigo de Melbourne y me decía que él cree firmemente
que mi falta de pareja en Argentina no se debe a mis falencias como
hombre sino a la estupidez de ellas, su pobreza de criterio a la hora de
ver mis muchas virtudes. Ponele. Así que me insistió una vez más con
que tengo que ver dónde puedo conseguir lo que busco y que se me aprecie
lo que tengo para ofrecer, que no es poco ni fácil de encontrar. No es
menor algo a lo que estoy empezando a resignarme: que acá no hay lo que
busco, que es como una rubia, alta y de ojos celestes en Bolivia. Que
hable japonés. Y al contrario que la boluda de mi hermana y la novia de
un amigo (y ambas tienen en común una capacidad de análisis de una
KitchenAid), no busco una modelo. Y quiero explayarme sobre esto.
No sé si alguna vez expliqué acá
cómo funciona mi "método de selección", por llamarlo de alguna manera,
pero esencialmente miro a las mujeres que me rodean, y las que me
parecen tageslichttauglich (buscalo, no seas vago) y no
tienen pareja, les dedico esfuerzo en conocerlas, descular si son
inteligentes, buenas personas, interesantes, cultas y demás. Al margen, hoy en día, de determinar que no sean descerebradas fanáticas de cosas como el feminismo, los derechos de los caballitos de mar o ideologías indefendibles en cuanto uno les echa dos fotones de raciocinio.
Sigo. No
tengo apuro de cogerlas, más bien lo contrario. Quiero conocer el
interior de su mente y de su corazón, no de su cama (aunque es otra
palabra la que debería escribir, pero hoy estoy fino). Y algo que ni mi
hermana ni esta amiga entienden es que una vez que una mujer me parece
suficientemente atractiva visualmente (digamos 6/10, e incluye cosas que van desde la belleza física hasta sus modales), cualquier punto extra no suma
nada a mi interés por conocerla. Un 8 no me resulta más importante que un
6. Lo de adentro es lo que cuenta. El argumento que usaron de que
siempre salí con minas muy lindas es una estupidez: no salí con esas
chicas porque eran tan lindas, sino a pesar de eso. De
hecho, la que más extraño es cómoda la menos linda de las mujeres con
las que salí, y de la otra que a veces extraño, es por rasgos que tienen que
ver con su dulzura y su carácter, no con el hecho de que era un
bombonazo, que como cualquiera sabe, después de apenas unos meses juega un nulo papel. Completamente nulo. No sé si debería
dejar de enfatizar eso para no correr el riesgo de restarle
credibilidad a mi argumento, pero es así. Voy más allá: en mi abundante autoestima, considero increíble que me hayan dado bola, que se hayan fijado en mí, y en algunos casos, que me hayan encarado, porque yo ni siquiera tuve la valentía de hacerlo y mucho menos la confianza. Así de equivocadas están mi hermana y esta amiga. La situación es mucho, pero mucho peor de lo que estas dos pavas creen, y ni siquiera en el sentido que ellas piensan. Encima, lo que me fascina de una mujer no es su belleza sino su delicadeza, finura y femineidad. Saber ser sumisa o firme en función del momento, en lugar de las bandadas de idiotas que pelean por cosas sin sentido y en las importantes se callan la boca "para no pelear". Imbéciles.
Es mucho más fácil entender lo que uno cree que el otro piensa, por los motivos que sean, y enojarse y decirle cualquier idiotez. Mucho menos trámite, formularios y calorías. Después de todo, chatGPT me explica que el cerebro, que no tiene un puto músculo, consume el 20% del total del cuerpo; aparentemente algunas se han hecho mucho más ahorrativas apagando cosas que, después de mucha deliberación, consideran no esenciales.
Cansa. Aburre. Pudre. A mí, a los que las rodean, a la sociedad.
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