lunes, 29 de julio de 2024

no Sonya

Otto (Tom Hanks) tuvo a Sonya (Rachel Keller). Hace años, cuando salió la película allá por 2004, hubiera dicho que Noah (Ryan Gosling) tuvo a Allie (Rachel McAdams), pero a pesar de que vi esa peli varias veces, esta mañana la pesqué de casualidad en la tele mientras desayunaba y me di cuenta de que en realidad la mina esa es una boluda de campeonato, buena para nada, infantil y, cómo no, con mentalidad de princesita. Sonya, entonces.
No tengo una Sonia. Estuve en un par de relaciones maduras, donde el paso del tiempo el enamoramiento inicial dejó lugar al amor, las cosas se hicieron cotidianas, y pudimos crecer juntos. Que después no hayan perdurado es otra historia, pero hoy, con el diario del lunes (aunque sea martes mientras escribo esto) no lamento no estar con ellas: una no tenía conversación, la otra era un amigo. Sí lamento que no hayan funcionado; eran bellas personas y bellas mujeres. Por eso, no las lloro, no las extraño. Les guardo cariño y tengo sin dudas lindos recuerdos, pero no son recuerdos que añore. Extraño los sentimientos que despertaron y algunas cosas de cada una, pero no a ellas.
Otto sí que añoraba a Sonya, y no por lo buena que está Rachel Keller. Ella tenía carácter, sabiduría de esa que le queda grande a una veinteañera de ojos azules y cara de diamela. Y cuando el cáncer se la lleva es cuando el mundo se revela como lo que es: un lugar poco atento con las almas en pena. No conozco Pittsburgh, EEUU, pero si me guío por Múnich (o cualquier otra), Deutschland... creo que puedo entender al pobre Otto, sin un motivo que amerite salir de la cama excepto sus reglas, que algún imbécil que opinó sobre la película dijo que eran "arbitrarias". Uno que en su puta vida interactuó con otro ser humano.
Estuve en Buenos Aires el fin de semana y estoy cada vez más persuadido de que el problema principal para encontrar una compañera de vida reside, más que en mis delirantes expectativas, en la falta de situaciones donde conocer mujeres. Combinado con mi escepticismo y timidez, es una receta para el desastre, justamente el desastre que estoy viviendo. Y la época. Esta época donde las redes sociales potencian más que nunca el modelo de sentarse en el escaparate de las mujeres, mientras el hombre saca número y espera, acicalándose las plumas y pasándole Blem al auto... es una reverenda mierda y una clase de mierda en la que no estoy dispuesto a tomar parte. Es un paradigma simplemente indigno, no solamente de mí, sino de una ameba. No entiendo por q... sí entiendo por qué caímos en esto. Sí que lo entiendo. Pero no me gusta y no me sirve. Ni a mí ni a nadie, hombre o mujer. Con este modelo, ellas se garantizan obtener el más payaso, el mejor mentiroso, y ellos el joderse, quedándose solos o patrocinando putas inútiles. No, gracias.
¿Y ahora? La pregunta del millón. NPI.
Un amigo insiste, de oído, en que acá no voy a encontrar lo que busco. Me aterra que tenga razón, y me aterra más que no vaya a encontrarlo en ningún lado. Esta segunda posibilidad parece más improbable, pero ahí está.

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