martes, 27 de mayo de 2025
in fraganti
Otra cosa que tiene ella es que salió una vez a tomar un café con un flaco, y después conoció al que hoy es su marido. Esa es toda su historia en ese rubro, y se le hace difícil seguirle la pista a las complicaciones que sufrimos los que estamos en el mercado de citas, navegando entre la desesperación y la idiotez, propias y ajenas. A ese paisaje se le suma la deshonestidad, hacia uno mismo y hacia los demás, pero ese rasgo sí puedo decir que es puramente ajeno. En lo personal, con todas mis imperfecciones, cultivo la verdad. Una de las pocas cosas de las que estoy seguro y orgulloso, más allá de la depresión, la situación social y política de mi país, mi historia personal y cualquier otra excusa que esgrimen los que son cuestionados cuando los agarran in fraganti siendo deshonestos.
Así que esta hermana mía a veces queda un poco descolocada cuando le cuento lo difícil que me es conocer a alguien, y mucho más formar un vínculo que valga la pena. Pero tiene algo a su favor y es que me quiere mucho, y por eso se calla y escucha con interés lo que le cuento y le da vueltas en su cabeza. Nunca fue su fuerte entender los sentimientos de los demás y cambiar de opinión le es... dificilito, y eso es lo que justamente me causa admiración, porque entiendo que es un esfuerzo grande para ella aceptar lo que le digo y adoptarlo como verdad.
Todo esto para volver al principio y retomar lo de que a veces me planteo cómo le explicaría a ella ciertas cosas, y he aquí esta: si fuera más expresivo, si tuviera comunicación y libertad total para dejar que el mundo viera cómo me siento por lo de estar solo y por el miedo de seguir estando solo, gritaría. Lloraría, pero no un llanto estoico sino sollozando en el piso en posición fetal, con lágrimas y mocos y desconsuelo, sin ánimo ni fuerza para pataleos o histrionismos. Una cierta dignidad, aunque a solas, por supuesto. Un llanto rebozando tristeza y lástima por mí mismo y quizás también por la persona para la cual yo sería ideal pero tampoco me encuentra a mí. Lloro porque no tengo a quién atesorar, que sea la motivación para evolucionar hacia una mejor versión de mí, más cercana al hombre que me gustaría ser. En ese llanto hay un "por qué" subyacente, como si el mundo supiera la respuesta. Como si la hubiera. Para eso se necesitaría un dios titiritero y que dictara el destino. O yo tendría que ser una reencarnación de alguien malo y este capítulo es el de mi expiar las culpas por lo cometido en vidas pasadas. No lo sé.
Este llanto del que hablo, como no sucede porque no hay un detonante (el disparo a la mamá de Bambi, el pitido constante del monitor cardíaco de ET) que me haga echarme a llorar aportando ese empujón inicial que necesito para que mis tripas se aflojen y mi tristeza se libere, está permanentemente presente, en cada cosa que vivo y hago. A veces, casi siempre, me meto en la ducha y cierro los ojos para que el chorro de agua caliente me caiga en las cervicales y me haga olvidar ese sentimiento, que lo apague como la música alta apaga los ruidos de los vecinos teniendo sexo. O cuando salgo en la moto, y la aceleración mata cualquier otra cosa (las frenadas y las curvas también, pero de eso no hay en la pampa y alrededores). La comida también ayuda, el cafecito en un lugar lindo, siempre y cuando no haya, como en este momento, una parejita estúpida agarrándose las manos. Desconsiderados.
sábado, 24 de mayo de 2025
veneno dulce
Todo eso pasaría a un lejano segundo plano si tuviera lo que me falta tan asquerosamente: una pareja. Este es el periodo más largo desde Natalia, mi primera novia, en que estoy solo. Es tremendo. Es una mierda. Estoy harto de esto. No tiene sentido. Claro que hay gente en zonas de guerra, sacando pedazos de sus hijos de entre los escombros. Gente con cáncer, o un ser querido. Eso no tiene sentido, eso es una mierda. Lo sé. Pero fuera de esas cosas más allá del punto de inflexión de la izquierda en la campana de Gauss que representa la distribución de felicidad en la humanidad, lo de no encontrar pareja es una chotada, y sospecho que en una persona como yo, con mi sensibilidad, mi inteligencia y mi historial de falta de cariño... no sé, creo que tienen sentido mis quejas. Creo. Pero como sea, las tengo.
Venir a desayunar a donde vengo, donde la camarera es, por lo menos hasta donde puedo ver en este contexto, tan atractiva desde tantos aspectos (sí, excepto la edad)... estoy siendo masoquista, lo sé.
¿Tan execrable soy? Para mi edad, y comparado con tipos en edad similar, me mantengo flaco (sí, podría hacer alguna actividad que me esculpa un poco el cuerpo, no estaría mal), soy decente, tengo humor, cultura, sé agarrar los cubiertos, tengo un pasar económico aceptable, la gente no cruza la calle para esquivarme cuando me ve venir... pero de novia, nada. Ni sombra. Nada. Me voy todas las putas noches a dormir pensando en situaciones donde la camarera y yo terminamos diciéndonos que nos gustamos. El placer que me provocan esos pensamientos se origina tanto en poder finalmente decirle lo que me pasa como en escuchar que yo también le gusto. Raya un poco la obsesión, creo, y no me gusta estar así, pero es como un veneno dulce.
El tema surge en cada cosa que hago: me despierto solo, no hablo con nadie, me preparo el desayuno solo, me lavo mis propios platos y tazas, acaricio a Perro yo solo, hago las compras para mí, decido yo solo qué almorzar, cenar y lo que sea, qué ropa me compro o uso o cuándo lavarla. Todo, absolutamente todo lo que tengo que hacer es para mí o, a lo sumo, para Perro. Si no fuera por él, llega un punto donde las cosas van perdiendo sentido. Para qué bañarse, si oler bien es tan superfluo. Como verse lindo, si no me siento lindo, ni por fuera ni por dentro. ¿Cómo mierda puede uno sentirse lindo si nadie le da la hora? Hay que ser un delirante, y prefiero mantener los pies sobre la tierra. La evidencia dicta, entonces, que soy infumable e inquerible. La imaginación y la falta de madurez social de los argentinos no ayuda cuando, por el hecho de que viví en Alemania, cada pedo que me tiro es "típico nazi". Imbéciles ignorantes.
Creo que tengo mucho para ofrecer, cosas buenas, y que cuando tengo una luz de esperanza en el alma sale lo mejor de mí. Es cierto que es un poco irreal esperar que otra persona nos haga feliz, pero probé lo que es estar con alguien enamorado, como lo estoy con Perro, y quiero eso. No quiero que sea fría como la de Luxemburgo ni que no podamos tener conversaciones como con la de Alemania, que además, después de 15 días de haber terminado una relación de 5 años, conoció al amor de su vida y 6 meses más tarde estaban casados. ¿Tan irrelevante fue lo nuestro, yo en su vida, en su corazón? Sí, parece. Hablamos más en las 2 horas de almuerzo de despedida unos días antes del LH510 en septiembre de 2018 que en 5 años de relación. No me lo merezco.
Me cagaron la cabeza de chico con el divorcio, ya de por sí traumático, y encima mi abuela materna se dedicó 30 hs. al día a llenarnos la cabeza de mierda a mí y a mi hermana. Mis compañeros de colegio eran, y son, una mierda de seres humanos en su mayoría, que ni saben escribir a pesar de haber ido al colegio más cheto, caro y elitista de la ciudad. Estoy harto, y estoy harto de estar harto. No es forma de vivir. Veo gente cogiendo sin ningún tipo de vínculo ni intención de formarlo, y avisándose mutuamente que ese es el caso, y aceptando la nada que les "ofrece" el otro. Cada vez más gente acumulándose en el historial de encamadas sin dejar ni el más mínimo rastro en la otra persona, ni preocuparse por el asunto, ni buscarlo siquiera, como si ya vinieran mentalizados desde el vamos con que eso es normal. Es muy triste. Es rastrero, de hecho. Las redes sociales no han hecho más que disparar lo enfermas que están las relaciones entre hombres y mujeres, ellas regalando el culo y ellos tomando las migajas que les tiran (sí, un culo es una migaja), ellas pensando que ese tipo de atención es lo que valen y ellos... qué me importan ellos, si a mí me gustan ellas, aunque les deseo lo mejor. Y los que no caemos en esa autocondena a la mediocridad nos quedamos afuera del juego, cagándonos de frío, escuchando los gritos y pensando si no nos estamos perdiendo de algo, si no estamos siendo necios, o nos aferramos a principios inútiles y retrógrados.
Estoy envenenado, y lo siento mucho.
domingo, 18 de mayo de 2025
sin título (otra vez)
Estoy enfermo. Estoy consciente de que no es la primera vez que empiezo un párrafo, o una entrada, incluso, con esas dos palabras, pero lo estoy. El estrés, los microbios que pueden haber dando vueltas y el polvo de la remodelación que estoy haciendo en casa han logrado achurar sin contemplaciones mi salud. En situaciones así, suelo darme el gusto de comer alguna torta de más o cosas así, dulces, extra ricas, y ayer me pasé de idiota y por supuesto que hoy me levanté con el hígado resentido, borderline inusable. El cóctel acostumbrado x2 y ahora estoy mejor, pero arroz con pollo y mucho limón fue el almuerzo y será la cena. En el medio, apenas un café con leche y una tostada de pan negro con queso crema y mermelada de frutos rojos. No lo ideal (té con limón y un par de galletitas de agua, dicen) pero tampoco panqueques con dulce de leche & nutella y pedacitos de chocolate, for good meassure. El trauma (del piso, no del hígado) va a durar hasta el miércoles, aparentemente, punto a partir del cual puedo reordenar los muebles y después llenarlos con todo lo que les saqué para alivianarlos y poder moverlos. Entre medio de todo eso, tengo que limpiar, porque la casa quedó como si una locomotora a vapor, o lo que es más relevante, alimentada a carbón, hubiera estado funcionando todos estos días. Es impresionante la cantidad de polvo pegado en cada superficie remotamente horizontal y que se metió en todos los rincones de mi vida. Desde la mesa de la cocina hasta el cepillo de dientes. Las cosas electrónicas (cámaras, compu) las puse a buen recaudo, pero todavía me falta sacarlas y ver si el cuidado dio resultado. Hoy, por suerte, terminan con el grueso del trabajo y mañana vienen a das algunos retoques, y listo. Después de eso es limpiar, y después limpiar, y después limpiar, y recién ahí empezar a ver qué muebles pongo dónde y qué pongo dentro de esos muebles, y qué cosas tiro, vendo o regalo. Candidatos a cambios respecto a lo que tenía son: cambiar de dormitorio, poner el escritorio con la compu en otra habitación, y cambiar la mesa del comedor de posición.
Sigo buscando el nombre para Perra. Busco uno humano, de dos o tres sílabas, cuyo diminutivo o apócope sea aceptable (lo que sea que eso signifique), original pero no pretencioso, y tantos otros requisitos que estoy como la gata Flora. Un detalle que surgió es que hace 9 días le mandé un mensaje al criador y todavía no me contestó. Los primeros días no le insistí para no molestar, en caso de que esté ocupado con algo, pero ya pasó demasiado tiempo y probablemente mi mensaje haya quedado enterrado en su teléfono. No sé qué hacer. Ya estaba dubitativo con este tema por todo lo que implica traer un cachorro a mi vida, y esto no ayuda. Al contrario, necesito un empujón para seguir con el tema, no para abortar.
Hoy hace 5 días que escribí el párrafo anterior, y ayer me enteré de una fea noticia. El criador me mandó un audio de 2 minutos y medio contándome que los cachorros están intoxicados. Todavía vivos, pero con muy mal pronóstico. Comieron cebolla de una bolsa de basura que una empleada dejó en un lugar que no debería haberla dejado. En un perro adulto y saludable, con todos sus sistemas (inmunológico, digestivo...) funcionando bien, un 0,5% de su peso en cebolla (100 gr. para un perro de 20 kg) ya es mortal, pero en un cachorro de poco más de un mes la dosis es mucho menor. Lo del chocolate lo sabía, también las uvas, pero de la cebolla no tenía idea. Así que ahí está Ema/Laura, agonizando, peleando por su vida, junto con todos sus hermanitos. Me rompe el corazón.
El dicho ese de que "más conozco a los hombres, más quiero a mi perro", en mi caso se invirtió la forma de formularlo y quedó así: "más conozco a mi perro, menos me gustan los hombres". Cuando empecé a jugar con la idea de tener un segundo perro (de hecho, cuando empecé a jugar con la idea de tener un primer perro), también tomé conciencia de la posibilidad de alienarme más de lo que ya estoy, tomando más distancia de estos humanos que cada vez me resultan más insoportables. Ahora, después de 7 años y medio de soledad, estoy en camino de convertirme en una de esas viejas solteronas con 7 gatos y cajitas de pañuelitos de papel distribuidas por toda la casa en cajas con estampado de florcitas. So be it. ¿O qué otra cosa puedo hacer? Siento que intenté todo, por lo menos todo lo dignamente defendible, y algunas cosas que no. La tristeza de lo que le está pasando a Ema/Laura saca, por ahora, un poco de efecto al resto de las chotadas que tengo en mi vida, y también me hace apreciar (todavía) más la compañía de Perro, escucharlo respirar cuando me voy a dormir, que me venga a hociquear a las 6 de la mañana porque me escuchó pestañear, o que se pare en el medio de la cocina cuando me pongo a preparar comida. No puede ser más dulce.
Por ahora no voy a buscar otro perro, por lo menos hasta que se resuelva la situación de Ema/Laura.