miércoles, 7 de enero de 2009

el atroz encanto de ser argentino

Quien haya leído este libro entenderá mucho mejor a los argentinos, que no son fáciles. Es que este tema me encandila, me deja de cama después de leer lo que otros hayan escrito, y siempre me deja más para decir. Así que acá estoy.
Hay, en principio, un catalizador sobre el que voy y vuelvo para meterme en el tema, que es la soberbia que se nos adjudica. Me guste o no, lo entienda o no, lo sepa o no, sea así o no, lo cierto es que Argentina es un crisol en el que la General Paz* actúa como escalón hacia el pedestal de Capital Federal.
*Para los que no sepan qué es la Gral. Paz, es una avenida que, junto con un riachuelo, marca el límite entre Buenos Aires ciudad y la provincia de Buenos Aires, aunque coloquialmente se lo usa para separar a los porteños (como se denomina a los de la capital) del resto del país.
En Argentina, ser porteño es tan estigma como ser argentino lo es en algunos países latinoamericanos, por ejemplo Brasil, Chile, México o Paraguay. En estos países existe el prejuicio de que el argentino es un ser arrogante. En mi experiencia, quisiera mencionar dos cosas que no son ni un intento de refutación, ni una contestación: primero, la vida me enseñó (y los sociólogos confirman) que generalmente, cuando uno critica, lo hace respondiendo a un miedo interno y desde una óptica personal, algo que en psicología se llama proyección. O sea, lo que Pedro diga de Juan habla más de Pedro que de Juan. No estoy negando la crítica, que hasta cierto punto comparto, pero lo que quiero expresar es que las personas se olvidan de varias cosas: mirar más allá de lo evidente, mirar para adentro, esperar antes de formarse una opinión, pensar antes de hablar, etc. a la enésima potencia.
Uno de mis argumentos preferidos contra nuestro adjudicada arrogancia es el hecho de que todavía no he conocido un extranjero que haya estado en Argentina y me haga esos comentarios, o uno que me haga esos comentarios y no tenga los mismos prejuicios sobre otros temas: los estadounidenses, la religión, las motos, evolucionismo vs. diseño inteligente, la deuda externa, el fútbol, etc.
Lamentablemente, la nación argentina es una nación adolescente en una forma diferente al resto de Latinoamérica (con la excepción fácilmente entendible de Uruguay) en que la proporción de inmigración europea es dominante. Esto, como demuestra la historia, no es positivo ni negativo, solamente diferente. Pero un efecto negativo que tiene es que no tenemos la más vaga idea de lo que somos, y lo sabemos; es decir, estamos en mayor o menor medida conscientes de las dificultades que implica definirnos a nosotros mismos, con todas las consecuencias que ello acarrea. Igual que en un adolescente que prueba el cigarrillo, que se anota en Facebook, que se corta el flequillo igual que el compañero de banco en la escuela, y qué sé yo cuántas cosas más.
Algunos hemos logrado tomar el toro por las astas y aceptar este limbo de identidad y tratar de llevarlo lo mejor posible, hasta que maduremos. Otros lo sufren y patalean, se arriman a corrientes de pensamiento que les proporcionan una solución a sus propias inseguridades, ya sean políticas, religiosas, sociales o lo que sea. Está el que piensa que a los indios hay que matarlos, está el que cree que hay que echar a los terratenientes ingleses, o los que ven en la diversidad una oportunidad de crecimiento. Hay neonazis, racistas de todos los colores, zurdos, diestros, tarados y piolas. Pero lo que más me cuesta hacer entender a mis compatriotas cuando hablamos de esto es lo siguiente: en Argentina no inventamos casi nada. ¡Exactamente igual que en el resto del mundo! Es decir, eso de que "el problema de los argentinos es que no seguimos las reglas" o "lo que pasa es que los políticos acá son corruptos" o también "si empezáramos a hacer como los suizos"... ¡mama mía! ¡Si esto lo escuché en cada metro cuadrado del mundo que he visitado! Al final, ni siquiera inventamos la queja sobre nosotros mismos. Y esto me hace acordar a que los que nos critican de arrogantes ignoran (y en esa ignorancia sustentan parte de su crítica) que si hay alguien al que le disgusta los argentinos y las cosas que pasan en Argentina es a cada argentino.
Pero volviendo a lo de los inventos, salvo la birome, el colectivo y todas aquellas cosas que cabe esperar de una nación de 40 millones de habitantes, los argentinos no inventamos casi nada, ni siquiera la ignorancia de que no inventamos casi nada. En Alemania y en Suecia, los dos casos sobre los que puedo hablar con un poco de seguridad, también se creen que ellos inventaron la corrupción, que el problema de los alemanes/suecos es éste o aquél, y así hasta el infinito.
En referencia a los chistes que se hacen sobre argentinos o sobre el país y los prejuicios asociados, desde una perspectiva irónica me encanta ver cómo los que hablan no hacen más que repetir lo que oyeron sin someterlo a juicio alguno y enajenándolo. Nunca, pero nunca se me ocurrió formarme una opinión de algo o alguien por lo que me contaron; siempre lo guardé como referencia, como dato útil, como experiencia ajena. Pero nunca lo admití como verdad indiscutible ni suficiente. ¡Qué asco me dan los que hacen eso, y cómo me gasto en intentar no hacerlo! Pero como es fácil ser caballero con una dama, LA prueba, lo que hace que me tenga que agarrar fuerte a mis buenas intenciones, es sin lugar a dudas Alemania, el mismísimo lugar en el que vivo, en donde tengo que combatir cada día contra mis fantasmas para no caer en la comodidad del prejuicio. Claro, sin olvidar que después de 5 años sería necio si no estableciera ciertos patrones o denominadores comunes que puedo esperar, pero incluso así no condeno a cada alemán por su pasaporte. Y no lo hago precisamente para conservar el derecho a patalear cuando soy víctima de semejante estupidez.
En definitiva, le encontré una ventaja a ser argentino.

(esto es solamente un ensayo errático de mis pensamientos sobre el tema y no constituye ni remotamente un informe exhaustivo de todo lo que opino; por las dudas...)

10 comentarios:

*La Casalinga* dijo...

Martin:

te conocí gracias a un post que escribí una vez sobre los papelones argentinos en el extranjero. Te ofendiste mucho, te acordas?

De lo que decis en el post, muchas son las cosas con las que coincido pero, sigo sosteniendo que nos hacemos "notar", muchas, pero muchas veces, de la peor manera.
Al menos, es la experiencia que tengo yo.

También tengo que reconocer que, ese encanto de ser argentino, hace que nos disculpen y nos acepten luego.

Feliz Año,Martin!

Anónimo dijo...

Entonces, erráticamente también, deduzco que no te gustan las generalizaciones. Ej. Todos los argentinos son arrogantes, todos los alemanes son fomes, o lo que sea, etc, etc. Pero para alguien que no le gustan las generalizaciones a menudo utilizas "nunca" y "siempre" mi querido Martín. Además he leído algún que otro post con frustraciones generalizadas respecto a los Ottos.

Feliz Año Nuevo!

Martín dijo...

Sonia,
sí me acuerdo, ya lo hablamos.
Respecto a hacernos notar, el canal alemán Kabel 1 emite los martes a la noche "Mein neues Leben" ("Mi nueva vida") sobre alemanes que emigran a algún lugar del mundo. Familias que buscan huir de la sociedad consumista, amigos que no tienen idea de lo que es la vida, parejas que quieren realizar un sueño, etc.
Esos se hacen notar, y cómo. A mi novia le da vergüenza que lo mire. Hay de todo, por supuesto, pero por ejemplo hay una familia que llegó a un pueblo de España de pocos miles de habitantes y esperaba internet inalámbrica en cada rincón, que le hablaran en inglés y llegar a una inmobiliaria y que la empleada saliera corriendo a mostrarle propiedades a 30 km en el momento. Se quejaban de que la hija de 3 años no se adaptaba, y en 45 minutos de documental no la tocaron más que para ponerla o sacarla de la mochila en la que la llevaban como a un saco de un lugar a otro. ¿Besos, abrazos, atención? Sacá tus conclusiones.
Repito, eso fue un pequeño ejemplo.
Los españoles que vienen a Alemania y caminan por la senda para bicicletas, los griegos que llegan a un restaurant o café a los gritos (y me refiero A LOS GRITOS), los suecos borrachos, los brasileros siempre contentos, los mexicanos fresas hablándole en español al empleado de la tienda (alemana) preguntando con voz nasal por un celular Prada sin siquiera decir "buen día", todos se hacen notar tanto como el argentino en la Leopoldstraße jugando al fútbol en un torneo callejero y divirtiendo a todos con su habilidad y trato.
También me he descocido de la risa con los otros mexicanos, que creo que son mayoría y que no quieren a los fresa porque los hace quedar como arrogantes al resto; también conozco argentinos que no pagan el boleto en el bus fluvial en Venecia, igual que la mitad de los pasajeros, que eran de todas las nacionalidades que se te ocurran; también conozco griegos que vienen a mi casa a las 2 de la mañana porque no paraba de vomitar y necesitaba a alguien que me sostuviera en pie. Y así se puede seguir un rato largo.
A lo que voy, es que hay de todo en todos lados (que también es un argumento cuando a uno le critican la manada), pero las proporciones son lo que cambian y no he visto una mayor propoción de idiotas argentinos que de idiotas de otras nacionalidades, cada uno con sus particularidades. Sí me late, porque se cae de obvio, que en Italia y en España la cosecha puede ser más floja (esta última oración da para discutir, pero por favor entendéla en un sentido bueno) que en otros lados donde la entrada depende más de tu potencial contribución al país que te recibe que a al heredado pasaporte. Dicho esto, no queda excluído para nada que muchísimos de los que volvieron a la madre patria hayan dado lo mejor de sí y sean gente excelente.
No intento criticar a nadie, simplemente una divagación mía para tantear la opinión de los demás.

Martín dijo...

Lalo,
en realidad sí que me gustan las generalizaciones. De hecho, es una de las cosas que más me critican los que no me conocen. El tema es que mi forma particular de generalizar tiene una pequeña variación o trampa: cuando hablo de un grupo no juzgo al individuo, y cuando hablo del individuo no juzgo al grupo. Las tendencias del grupo son eso, tendencias, y no dan información particular sobre cada uno de sus componentes, ¿no? Y viceversa, supongo.
En cuanto a mis quejas respecto a los alemanes, me tomo el atrevimiento de pedirte que mires lo que escribí el 20.11.2007 en la entrada "para complicarla".
Una cosa que me parece interesante de mencionar y sobre la que discutí con mi profe de alemán una vez fue la diferencia entre prejuicio y presunción. Por ejemplo, creer que todos los alemanes son antisemitas es un prejuicio, creer que todos los alemanes hablan alemán es una presunción (no un hecho comprobado, dado que nadie ha hablado con los 80+ millones de alemanes), de la misma manera que creer en la existencia de Plutón, que sólo unos pocos han visto, y en forma indirecta.
Mis comentarios sobre los alemanes no son ni una cosa ni la otra: no los abarco a todos, pero tampoco niego lo que está a la vista.
Pregunta: ¿qué quiere decir "fomes"?
un beso

*La Casalinga* dijo...

Martin:

me hiciste reir con lo de los griegos.
Nunca escuché a un griego, no los identifico. Con que hablan a los gritos?

Mirá, de todas las etnias que mencionaste, supongo, por mi experiencia de haber vivido alli y conocerlos muuuy bien, que los peorecitos son los tanos. Me equivoco?
Siempre digo que son ignorantes con plata: arrogantes, soberbios y materialistas. Son gente "codida".
Bue, por algo sus descendientes sosmos como somos, no?

Anónimo dijo...

Me gusta, me gusta, me gusta tu respuesta.

Presunción y prejuicio son diferentes. Correcto. Si se juzga al grupo no se enfoca en el individuo, y si se juzga al individuo no se juzga al grupo. Two thumbs up!

Leí el post que mencionaste. Okie dokie, I got it!

Apapacho.

PS. Ni se te ocurra poner nada en alemán porque no entiendo ni papa, pero presumo que tú entiendes inglés.

2PS. Fome es como decir aburrido o mala onda.

Martín dijo...

lalo,
ok, y ahora: ¿qué es "apapacho"?
Me estás matando. ¿No te das cuenta que yo me dedico al blog en el trabajo, y encima de que estoy de trampa me hacés buscar palabras raras en internet? ¡Grrr!...

Gus. dijo...

Mis abuelos le llamaban gringos a los Italianos, cosas de antes, con el tiempo me entere que a los Norteamericanos también les dicen así, en todo caso a toda persona rubia y de ojos claro se le llama gringo, bueno pavadas, pero en aquellos tiempos eran realmente despreciados por los criollos cuando estos Italianos rubios y de ojos claros llegaban a la Argentina, no creo que esto aporte nada. Lo que si quería decir es que el problema que tiene la Argentina, su principal problema y en donde radican todos sus males es el creerse eso, Europeos, cuando en realidad no lo son o no lo soy o no lo somos. Para no hacerla tan larga el proceso que lleve a los argentinos a sentirse realmente argentinos es cuando viva plenamente su realidad mestiza y única se ser americanos del sur.

Buona fortuna per le tue cose e la vostra vita.

Martín dijo...

¡hola Gustavo! Primero que nada, gracias por la visita. Si no me equivoco es la primera vez que dejás un mensaje. Y muy interesante, además.
Respecto a lo que comentás del rechazo de los criollos hacia los rubios, justamente estoy leyendo un libro muy relacionado con eso: Facundo, de Domingo F. Sarmiento, sí, el presidente, maestro, etc. Te lo recomiendo altamente. El prólogo de la copia que tengo es muy interesante y pone el tema en perspectiva.
un abrazo

PD: en 1 hora estoy saliendo en un viaje en moto de una semana por Francia e Italia. Casualidad.

Martín dijo...

Otra cosa: acabo de ver en tu perfil que estás en Guaymallén. Anduve por ahí hace unos años. Conclusión: uno de los pocos lugares de Argentina que me haría mudarme de mi idolatrada Mar del Plata.