Otras veces, después de contar dónde estuve y lo que más me impresionó, también puse un resumen de los números que se generaron en el viaje. No voy a andar rompiendo tradiciones, yo.
Viajé durante 16 días y 9 horas. Salí de casa en Múnich el viernes 28 de junio a las 9 y media de la mañana, y volví a mi
casa el domingo 14 de julio a las 6 y media de la tarde.
En total hice 6133 km.
Gasté 327 litros de combustible.
Pasé 69 horas andando en la moto.
Alcancé una velocidad máxima de 190 km/h, según mi GPS, y esta vez sí fue en la Autobahn alemana.
Tomé 5 barcos transbordadores y hubiera habido un sexto de Suecia a Dinamarca (Helsingborg a Helsingør) pero en su lugar seguí un poco más al sur y crucé el famoso Öresunbron (puente de Öresun) entre Malmö y Copenhague.
No usé mucha goma (la mitad de la trasera y menos todavía de la delantera) porque los límites de velocidad son muy estrictos y no respetarlos es demasiado caro. En este sentido los finlandeses son los más extremos. Y en los países más relajados, la ruta estaba en mal estado. Pero sobre todo, usé poca goma porque no quería que me pase lo del viaje a Irlanda, que tuve que cambiar la de atrás en un pueblo al norte de Edimburgo.
Dormí en:
- 2 Bed & Breakfast
- 5 casas de amigos
- 5 hoteles
- 1 cabaña
- 2 barcos
Gasté 1803,03 euros, de los cuales fueron:
- €495,65 en combustible
- €516,70 en alojamiento
- €438,38 en comida, entradas a museos, postales y tonterías
- €352,30 en transbordadores
Como siempre, la moto me dio exactamente cero problemas y no gastó una sola gota de aceite.
Durante el viaje conocí poca gente, pero a los que guardo en el corazón. Más que nada me acuerdo de la pareja en Muhu, Estonia, dueños de las cabañas donde me quedé. Tenían mucho amor por lo que hacían, y en una actitud muy humilde y generosa hicieron hasta lo imposible por comunicarse conmigo en sus migajas de alemán e inglés. Yo apenas podía decir "gracias" en estoniano, y ya me lo olvidé. Me hablaron de cómo Estonia, en sus 1000 años de existencia, ha sido libre por 22. Y me mostraron su casa y me hablaron de sus inviernos y veranos, y de las personas que se han hospedado. Fue el lugar que menos me gustó cuando llegué, y el que más me dolió dejar cuando me fui.
Esto ya lo escribí pero lo repito porque me fascina y se confirma una y otra vez:
Dicen que del árbol de las intenciones salen muchas flores, pero pocos frutos. Hay que salir a perseguir los sueños, hay que tener un amante. No
uno que nos degrade porque engañamos a nuestra pareja, sino uno que nos
excite la imaginación. No estamos muertos hasta que cierren el cajón.
El hospedaje que más me gustó: el lugar donde mejor me sentí fue en Uppsala, donde visité a una amiga argentina que no veía hace varios años y me hizo empanadas. ¡Gracias, Leti!
No fue un viaje con grandes hitos paisajísticos, más bien poco interesante en ese sentido. Lo que más me quedó fue el atardecer en Palanga, en la costa de Lituania. Por algo es famoso.
La ruta que más disfruté: la A93 que me sacó de Alemania lo más rápido posible.
La comida que más disfruté: por sabor y por descubrimiento culinario, diría que los cepelinai en Vilna, en Lituania. Me los recomendó una amiga Lituana y no dejo de agradecerle. Eran tan ricos que fui dos noches seguidas al mismo restaurante y pedí exactamente los mismos, porque los hay con diferentes rellenos y salsas. Pero en lo que se refiere a disfrutar una comida, hay un restaurante italiano en Kuressaare, la capital de Saaremaa, la isla grande al lado de Muhu, en Estonia. Unos ñoquis a la gorgonzola que eran excelentes, y tenían una biblioteca con libros en muchos idiomas. La atención fue amigable, relajada... no sé, me sentí bien. El día en general fue lindísimo y ese lugar redondeó una buena jornada de tranquilidad y paseo.
El mejor lugar que visité: no puedo decidirme. Miro las fotos para tratar de ver si algo en particular me gusta más que el resto, pero la verdad que fue un viaje más apacible y menos excitante que el de Irlanda, que pasó a la historia como el mejor de mi vida, hasta ahora. Sin embargo, una rareza o perla sería los cráteres de los fragmentos de meteorito que cayeron en el centro de Saaremaa en Estonia.
La persona más interesante: la pareja en Muhu =)
Moraleja: viajar es lo mejor que hay para el alma, además de ver crecer a mis sobrinos.
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3 comentarios:
Me gustó leerte, se siente que diafrutas tus viajes. Saludos Martin. :)
Disfrutas..
gracias Linda. Sí, los disfruto mucho. Salvo comprarle cosas a mis sobrinos, no encuentro forma más agradable de gastar dinero =)
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