domingo, 31 de marzo de 2019

monas con hacha

En los últimos meses, desde que volví a Argentina, empecé a experimentar algo de lo que se habla grita en los medios: el victimismo feminista. A ver...
En octubre fui a Buenos Aires a hacer un trámite, y cuando me subí al colectivo tuve el atrevimiento de preguntarle al conductor si efectivamente iba a donde yo necesitaba. Detrás mío, una mujer me empujó tratando de tirarme a un lado (lamentablemente no estoy exagerando) para pasar, al tiempo que me insultaba. Cuando me di vuelta para mirar qué estaba pasando y ponerme en situación, me miró desafiante a los ojos y me volvió a insultar y amenazó con llamar a la policía por violencia de género, algo que en su mente yo estaba cometiendo. Nunca llegué a emitir palabra o hacer ningún movimiento, no tanto por el prospecto de su amenaza sino por lo anonadado que estaba.
Esta semana iba paseando con Perro, y en algún momento olió una pared donde un perro había hecho pis e hizo lo que los perros hacen, echar su chorrito. Es algo que en general trato de evitar, eso de que haga en alguna pared (prefiero los arbolitos), pero a veces sucede antes de que me dé cuenta. En todo caso no hace daño a nadie y se va con la primera lluvia. En eso vino una vieja de mierda (hoy no estoy para eufemismos) de un quiosco de revistas a ladrarme porque ahí había gente trabajando (no la había, era un paredón), el perro era un maleducado (mejor que ella, por amplio margen), yo era un estúpido (ahhh... insulto), ella era una jubilada (1ro que estaba trabajando, y 2do... ¿qué carajo tendrá que ver una cosa con la otra?) y por pararme ahí a mirarla sacó el teléfono para llamar a la policía por amenazarla y pegarle (yo estaba parado, con las manos en los bolsillos, y ella se me vino encima y me empujó). Podría dar más detalles, pero todos se mueven en el mismo acotado rango que va de imbécil a ridícula en el lado triste, patético y vergonzoso del espectro de comportamiento humano.
No podía ser de otra manera. Hay machitos de esos que creen que las diferencias se solucionan sometiendo al oponente a las trompadas, como intentó enseñarme mi abuelo. Buen hombre, recto como el láser, pero profundamente equivocado en algunas cosas. Todos, hombres y mujeres, hemos sido víctimas de estos ejemplares en algún momento. Y hay histéricas, estúpidas o cual sea la palabra que englobe el menú de idioteces que un excesivo porcentaje de las mujeres cultiva como necesario para ser mujer, y que abarcan el no escuchar lo que no quieren, victimizarse, tomarse todo personal, ser irracionales, discutir basándose en opiniones o sentimientos en lugar de hechos, hablar por los demás, no hacerse cargo de sus cagadas, o sentirse habilitadas para atacar a otros de todas las maneras que se les antoje (lo cual ya es una mierda de tener en el carácter de una persona) pero con el detalle de que sea una calle de una sola mano. Esta descripción no es exhaustiva pero más o menos menciona los puntos que han logrado hacer del feminismo una fuerza divisora, ensordecedora, destructora y viciosa de lo que en su momento fue lo que contribuyó a poner a las mujeres en igualdad de condiciones para alcanzar lo que su potencial le permita. Afortunadamente cumplió su objetivo, aunque hubiera sido para beneficio de todos que hubiera ocurrido antes, pero ya ocurrió y no puedo más que alegrarme. Todos salimos beneficiados.
Secretaría de la Mujer, Maratón de la Mujer, Día de la Mujer, Oficina de la Mujer, Ley de Violencia de Género, y todo un abanico de idioteces políticamente correctas para sociedades que no tienen la menor idea (ni ellas ni ellos) de cómo ni dónde empezar a aplicar la igualdad de posibilidades.
Dos hechos voy a mencionar y la corto, porque esto da para mucho y tengo mejores cosas que hacer que calentarme con gente de encefalograma plano:
- en alemán, el singular del artículo definido depende del genero, igual que en castellano: der es el, y die es ella. El plural (nuestros los y las), en cambio, ya sea masculino o femenino (los y las, en castellano), es die; sí, sí, igual que el femenino singular. ¿Alguien escuchó a los (hombres) alemanes quejarse? Nop, esos también tienen mejores cosas que hacer. En castellano, el hecho de que en plural se use el masculino, puede darse vuelta y decirse que los hombres no disponen de artículo propio y unívoco, mientras que las mujeres sí, con lo cual están en (una muy imaginaria y paranoica) ventaja. Creo que queda claro por dónde me paso el lenguaje inclusivo.
- es imaginable lo que pasaría si festejáramos el día del hombre (19 de noviembre, ya que preguntás), inauguraran la Secretaría del Hombre, organizaran cualquier ámbito en el que no se permitieran mujeres, y cosas por el estilo. Y esto no es invento: el año pasado, el Consulado argentino en Fráncfort organizó una recepción para mujeres residiendo en Alemania. A mí no me estaba permitido participar. Todos, con nuestros impuestos, pagamos por los canapés, y yo, exclusivamente por mis genitales, tuve que quedarme afuera. ¿Qué pasaría si lo hubieran hecho solamente para hombres?
La expresión mono con navaja se refiere a cuando alguien tiene a su disposición medios muy por encima de su intelecto, y es peligrosamente capaz de hacer daño porque no sabe, ya sea por resentimiento, falta de capacitación o simple y subestimada estupidez, hacer un buen uso de lo que está a su alcance. Si todas gritan, las verdaderas víctimas no reciben la ayuda adecuada al haberse diluido los medios finitos con los que cuenta una sociedad para reaccionar a los problemas y necesidades de los que la componen y aportan para que existan esos sistemas (que son caros) de estudio, prevención y reacción a los problemas. Recordemos que, según los últimos datos, las mujeres viven hasta los 80,3 años y los hombres hasta los 72,8, pero las mujeres se jubilan 5 años antes, a los 60. Esto significa que si ambos empiezan a trabajar a los 25, la mujer aporta 35 años y con eso el Estado tiene que pagarle 20,3 años (1,72 años de aporte por año de jubilación). El hombre aporta 40 años y el Estado solamente le paga durante 7,8 años (5,13 años de aporte por año de jubilación). Traducido: cada jubilada cuesta el triple que cada jubilado. No escucho a las feministas protestando por esta desigualdad, oh casualidad, real. Parecería que esas no les resultan tan relevantes.
Las feministas de esta camada, además de estar jodiendo por joder, no solamente están jodiendo a buenos hombres, sino que (y de esto ni en pedo se van a hacer cargo) están dañando a las mujeres que realmente necesitan ayuda extra.
Más que darles navajas a los monos, les estamos dando hachas a las monas.

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