viernes, 7 de marzo de 2025

más cositas

Parece que nos esperan unos días de lluvia, para recibir como se debe a los incautos que decidieron venir a Mar del Plata por Carnaval. La lluvia me inspira, no cosas lindas necesariamente, pero me inspira. Eso ya es bueno. Después queda en mí filtrar en lo que me concentro y lo que ignoro... más o menos. Tampoco es que me caracterice por dominar lo que mi puto cerebro decide rumiar como un idiota obsesivo, pero algún grado de influencia tengo.
En los últimos años es más y más permanente el pensamiento sobre mi deseo de encontrar pareja y el fracaso de no lograrlo, con todas sus ramificaciones. Pero esa soledad y este escribir tienen un lado muy positivo: la introspección. Hay un millón de cosas que estoy aprendiendo de mí mismo que de otra forma no hubiera descubierto. Para la mayoría ya es demasiado tarde, no voy a poder aplicar las enseñanzas de la vida, pero algunas todavía puedo incorporarlas y beneficiarme.
Algo tan relevante como obvio es la falta de un padre. Sí, mis padres se divorciaron cuando yo tenía 4, creo, y mi padre (esa acepción que uso: mi progenitor) desapareció de mi vida cuando yo tenía 7, yéndose a México, para reaparecer unos 10 años después. Por un par de años me dediqué a conocerlo y, cuando tuve suficiente información, decidí que era mejor apartarlo de mi vida. No es un padre (de ningún calibre) sino apenas un genitor, por lo menos para mí y para mi hermana. Peor aún, no es un gran ser humano: es deshonesto, mentiroso, infiel, no tiene valores a imitar ni me causa ningún tipo de admiración. Ni siquiera tiene un gran carácter. Tiene, sí, dos cosas que aprendí: no decidir con furia, y hablar las cosas. El problema, en este caso, fue que mi familia materna, con la que crecí, tenía grandes dificultades para hacer esas cosas, así que no sé si él resalta por mérito propio, en forma absoluta, o es un mérito relativo que surge por contraste con lo que yo conocía hasta los 17 o 18, cuando fui a vivir con él un par de años. No matter, la semilla quedó y, junto con una novia espectacular que tuve, me abrí camino en las artes místicas de lidiar con las cosas en forma calmada y constructiva. Todavía (y no le veo fin) estoy en ese camino de aprendizaje, y disfruto cada día y cada lección que incorporo, aunque sea parcial o imperfectamente. Todo es crecimiento.
Hay otra consecuencia de la falta de un padre en mi vida, o siquiera de un hombre, alguien que me acompañara y me llevara de la mano, que me indicara derecha o izquierda, que me hablara, que me explicara las cosas, los demás, y cómo conducirme. Escribiendo esta última oración, mi abuelo materno hizo precisamente todo eso; el asunto es que era autoritario en extremo y la diferencia de edad y algunos otros factores conspiraron para que no pudiera transmitirme todo lo que tenía para enseñarme. Por otro lado, mi tío, su hijo, fue un tipo que nunca logró formar pareja, que tomaba un poco mucho y fumaba un poco más que mucho, pero cuando falleció se presentaron a su funeral hombres grandes con Rolex y sobretodos gris oscuro y caros, y lloraron desconsoladamente. Fue una imagen que nunca voy a olvidar. Y sin embargo, creo que si puedo elegir entre una vida más plena y satisfactoria o mis amigos llorando en mi funeral... están ahí, cabeza a cabeza.
Volviendo a las lecciones que me hubiera gustado que me dieran, claramente son una carencia en mi carácter. Hay un montón de cosas que me superan y me siento un idiota. No necesito ser el ninja de las relaciones humanas, con la solución perfecta para cada cuestión. Me gustaría tener simplemente una línea de pensamiento adquirida por el ejemplo, aunque sea el 80% correcta, pero algo de lo que agarrarme para basarme, y después ir desviándome e perfeccionándome a medida que sea necesario. San Martín, Rambo, Yoda, Papá Pitufo, mi abuelo... Todos dejaron su huella, y de cada uno extraigo lo que me sirve, pero el criterio de qué conservar y qué descartar, además de ser una cuestión de resonancia con cada uno, también es una cuestión de criterio, y ese criterio me lo hubiera desarrollado un padre o una figura paterna. En otros términos: además de qué pensar, me falta cómo pensar. Puedo divagar tres días sobre los pro y los contras del aborto, pero si soy honesto, la vida de un ser humano me significa muy poco, casi nada, si me apuran. Eso me lo hubiera enseñado un padre. Creo.
En este punto me surge lo siguiente, que supongo que cruzará también la mente de un potencial lector: mi mamá, ¿no jugó ningún papel en esto? Más o menos, porque era un poco especial también y tenía opiniones particulares, pero además, recordemos, era mujer, y yo acá estoy hablando de mi carencia de una figura paternal en mi vida, no de una figura maternal. Esa la tuve, imperfecta, por supuesto, pero estuvo. Y hablando de imperfecciones...
Mi mamá quedó bastante tocada de su divorcio, al punto de que siempre cuento que hasta los 11 yo no tuve madre sino un manojo de histerias y neurosis con forma de mujer que me llevaba 27 años. A partir de esa edad se calmó, aterrizó en sus cabales y empezó a ocuparse de sus hijos en lugar de sus caprichos. No sé qué le pasó en la cabeza y nunca me animé a preguntarle, pero eso fue lo que se vio desde afuera.
El asunto es que hasta que llegué a esa edad las cosas fueron bastante abruptas. Un ejemplo, que recordé esta mañana, fue cuando tenía unos 8 años y descubrí las computadoras, y me fascinaron. Como cualquier nene, rompí las pelotas dos semanas tratando de encontrar una (estamos hablando de 1980 y algo) y aprender lo que se podía hacer con una y cómo. Finalmente oí del Instituto Sarmiento, en Av. Independencia y Balcarce, donde daban clases de Basic en una Texas Instrument 99/4A. La matrícula era cara y yo estaba dispuesto a vender un riñón con tal de inscribirme. Fui a la pieza de mi mamá y le conté lo que había averiguado, y se tiró al piso de rodillas y empezó a sollozar a los gritos pidiéndome que dejara de insistirle con eso. Y esa es una de miles de episodios similares. Uno termina preguntándose qué es lo que hace mal, qué es lo que es mal. Solamente en los últimos 2 años me permito pensar en esto, desde que murió, porque si lo hacía antes me iba a predisponer mal par con ella, en el trato, pero poder pensar en esto y admitir que mi madre era un poco bastante chota en algunos aspectos me ha liberado, supongo que de la culpa por ser como soy. No sé.
Necesito aire, me voy a pasear a Perro.

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