viernes, 7 de enero de 2011

no, gracias

Mientras tanto, todo cambia. El sentimiento de la falta de sentido en mi vida es agobiante, opresivo. Casualmente, en la cuadra de mi casa se tiraron abajo unos 4 chalets y en su lugar se construyen otros tantos edificios. De esta forma el paisaje cambia, los sonidos, la luz que llega a mi ventana. Como una metáfora de mi vida, que también cambia. Cosas en las que creía y que daba por constantes resulta que se derrumban. Otras, que no conocía, aparecen en su lugar. Siento que el piso desaparece debajo de mis pies. No sé en qué dirección ir, ni basado en qué criterio. No me animo a tomar decisiones por miedo a condenarme, a arruinar mi futuro, y no hago más que arruinar mi presente. Y el mundo no deja de girar para esperarme a que me sienta mejor. Siento una responsabilidad enorme hacia Sabine y no quiero lastimarla ni seguir robándole el tiempo. En este viaje me sentí bien por primera vez en mucho tiempo, pero como alguien me avisó, siento que creció la distancia entre ella y yo. A veces siento que podría seguir sin ella, que debería separarme y empezar una etapa nueva, sin las ataduras que implica esta pareja, sin los desentendidos, los silencios, las peleas, las frustraciones. Sin la mayor frustración de todas que es no poder avanzar por falta de interés, ánimo o seguridad. Porque me falta la chispa, las mariposas en el estómago, la ilusión. Y la falta de capacidad para determinar si es la depresión o la relación. A medida que pasan los meses me invade más y más el presentimiento de que en realidad esta relación frustrante es una causa importante de la depresión, y no me hace nada de gracia. La realidad es chocante: siempre me sentí mal en Alemania, siempre noté que es un centro de reciclado en el cual las almas buenas se arruinan y las malas simplemente se disfrazan de humanos y salen por ahí armados de su Ausweis. Pero hasta que empecé a salir con Sabine que no me sentí tan devastadoramente mal. No es que ella sea mala persona, al contrario, es una maravilla y esa es la razón principal por la que estoy con ella; es que simplemente no “caí” en la relación, no me siento inevitablemente atraído hacia ella. No me llena. Pero para ser honesto, nada lo hace, y ahí es donde entra la duda de cuál es el carro y cuál es el caballo. Sería fantástico pasar por alguna experiencia, encontrar una píldora, sufrir un golpe en la cabeza del que despierte y diga “ah, me siento bien, y Sabine es lo que siempre busqué” o “me siento bien, pero Sabine no es lo que necesito”. Pero no funciona así y creo que la relación así como está no hace más que empeorar mi estado. Quiero llevar una vida plena, satisfactoria, y no está pasando. Alemania es un lugar donde es muy difícil apreciar lo importante de la vida: la familia, los verdaderos amigos, una buena conversación, el tiempo en paz, la buena comida (esa que se hace con amor, con buenos ingredientes y con intuición; no con recetas al pie de la letra, balanzas de un gramo de exactitud y un cronómetro). Son cosas que no se ven por debajo del bienestar económico, la comodidad, el hacinamiento, las reglas, la tecnología y hasta el clima. Y si uno no aprecia algo, no lo busca, no lo cultiva. Y si uno lo aprecia, es el lugar equivocado donde buscarlo. Trae frustración, tristeza, problemas. Y la vida pasa y la vergüenza y la impotencia de no poder hacerlo mejor crecen y crecen.
Hoy, como todas las mañanas, me despertó el sonido de los martillazos en el edificio que están construyendo enfrente. A la noche, cuando me voy a dormir, tengo que usar tapones porque hay un sereno que recorre la calle y cada hora toca la armónica para avisar de su ronda. El tránsito es pesado y mi habitación está en un piso bajo y a la calle, y mi ventana no aísla nada. La cuadra está llena de árboles y desde la primera luz hay un benteveo que canta como desaforado bicho psicópata. En una de las obras montaron una alarma de bombardeo que suena cada vez que un ratón se tira un pedo. Y me siento vivo. Me encanta. Me despierto con una sonrisa. Cuando mi cerebro entiende dónde estoy me regodeo y me vuelvo a dormir casi arrullado por todo ese despelote. Y cuando llevo a mi sobrino a la plaza veo los juegos gastados, el tobogán despintado, el subibaja que hace ruido, la calesita que se balancea sobre su eje. Están gastados de usarlos, de chicos jugando en ellos.


En donde vivo en Múnich está todo perfecto, los juegos en perfecto estado, perfectamente limpios y mantenidos. Y nadie los usa. No hay tampoco plazas. Sí, hay parques, porque es una ciudad mediterránea y no tienen una costa que les corte la respiración como tiene Mar del Plata. Pero eso es como salir a andar en mula a falta de una Ferrari. Sí, hay un río en donde se juntan (organizado con mucha anticipación, por supuesto) a asar algo, y se miran con asco, con ese desdén que solamente puede surgir del rechazo, del deseo predominante de que el otro no exista y así se libere ese metro cuadrado.
En los 8 años que hace que resido en ese agujero me encontré con infinidad de inmigrantes de todos los colores. Estoy hablando literalmente de miles de personas. En dos ocasiones me dijeron que les gustaba. Una explicó que veía lo que el resto de los inmigrantes veían, pero simplemente se iba del país siempre que podía, y así conjugaba las ventajas del lugar sin sufrir tanto sus desventajas. La otra, una pobre exiliada que la debe haber tenido tan dura en su lugar de origen y debe ser tan espantoso en ese lugar, que prefirió cerrar los ojos y jugar con las cartas que le tocaron. Una, realista y pragmática. La otra, patética. Pero no tan patética como yo, que no me animo a irme.

6 comentarios:

Irantzu dijo...

Martín, encontré tu blog hace bastante tiempo, y desde el principio me gustó lo que escribías y cómo lo escribías. Me identifico mucho contigo, en muchas cosas.
Te he comentado con diferentes pseudónimos (el último: Almudenam, de "panquequesconmanjar"), ahora he vuelto a mi blog original, donde empecé todo esto de la blogósfera, y te sigo leyendo.
Esta frase: "No me animo a tomar decisiones por miedo a condenarme, a arruinar mi futuro, y no hago más que arruinar mi presente", ¿puedo tatuarmela en el brazo, por favor?
Tu descripción de tu relación con Sabine es tan precisa. Vengo saliendo recién (y por recién quiero decir: AYER) de una relación corta, pero intensa, donde se me conjugaron los mismos factores que a ti: que el tipo era un 10, que quería "caer" en la relación pero no me resultó, que no me llenaba, y al final, por no estropearlo todo y ensuciar lo lindo que tuvimos, decidimos terminar. Fue de mutuo acuerdo porque no sé mentir y lo conversamos, y vimos que no teníamos mucho futuro así.
Yo viví en Alemania unos años, emparejada con un alemán, claro que no trabajé y por ende no estuve inmersa a full en la cultura alemana, supongo. Tampoco vivía en Bavaria, donde sé que es todo más frío y distinto. Vivía en Nordrhein Westfalia, y me gustaba, me sentía muy cómoda, siempre me trataron bien (y si alguno me trató mal, fue igual de "mal" que lo que me ha tratado algún coterráneo acá en Chile, gente desubicada siempre hay, en todas partes).
Pero a ti no te gusta nada Alemania, no te hace feliz, y yo sé lo que es ser infeliz en el lugar donde vives, donde estás haciendo tu vida. ¿Por qué no te animas y te vas? ¿Por qué te autosaboteas? ¿Qué perderías? ¿Qué ganarías?
En verdad que te leo siempre, y espero que llegue el post en que digas que te liberaste de varias cruces y te sientes por fin muy bien. Mira que para lo que vivimos...
...aunque con qué moral te digo todo esto si yo también tengo más vueltas que una oreja y me cuesta ver la solución a mis problemas, el árbol suele taparme el bosque, y estoy en un momento de mi vida en que más incómoda con mi existencia no puedo estar, tengo mil que resolver.
Hay una canción nueva de Fito, se llama "Confiá", la escuchaste? La estoy poniendo en mi blog.
Un saludo.

Martín dijo...

Almudena (¿es ese tu nombre?, ahora me mareaste; y a mí que me gustaba... =P ), primero que nada me alegra que hayas pasado. Me gusta mucho tu blog y lo leo siempre.
En este párrafo:
"Pero a ti no te gusta nada Alemania, no te hace feliz, y yo sé lo que es ser infeliz en el lugar donde vives, donde estás haciendo tu vida. ¿Por qué no te animas y te vas? ¿Por qué te autosaboteas? ¿Qué perderías? ¿Qué ganarías?"
me preguntaste muchas cosas muy importantes, tanto que requerirían otro lugar y profundidad para contestar, pero voy a tratar de hacerlo acá en forma simplificada.
Lo primero es que no es que no me guste Alemania. De este lugar me gustan muchas cosas, pero para no repetirme te doy deberes para casa y te mando a leer la entrada del 20 de noviembre del 2007.
Lo segundo sería el por qué no me voy. Fácil: porque estoy acá. Si estuviera en Cabo Verde (a medio camino entre casa y Alemania), con todas mis cosas en una caja, y tuviera que elegir uno u otro avión, la decisión es fácil. Pero cuando estás instalado en un lugar, hay muchos otros factores.
Como dije antes, no tengo este blog para compartir mis aventuras y descubrimientos culinarios; lo tengo para hacer catarsis. El que me lee puede pensar cosas bastante negativas de mí, pero sería como el caso (invertido) de esos periodistas que se encargan de entrevistar a los que ganan la lotería cada semana. Alguien así estaría todo el tiempo en contacto con una minoría afortunada, y no pasaría mucho para que empiece a pensar en lo injusta que es la vida.
Este blog es, por decirlo de una forma muy bruta y no del todo justa, mi basura psicológica.

Irantzu dijo...

Te sigo entendiendo bastante bien, y en ningún caso creas que te quería dar consejos. Más bien es que yo misma estoy en un período de mi vida en que debería tomar ciertas decisiones, y no, no lo hago. Por eso la frase que cité tuya (y que me tatuaría en el brazo!) me llegó tanto. Y creo que por eso también te hago a ti las mismas preguntas que me hago yo (aunque las circunstancias sean diferentes, obvio).
Te apoyo en lo de la catarsis. Yo sin escribir me volvería loca, es mi única forma de exorcizar algunos demonios, aunque pocas veces me pilla con el computador cerca... pero tengo cuadernos que si hablaran... :S
Un saludo, te sigo leyendo.

Martín dijo...

nou problem, los consejos con buenas intenciones son siempre bienvenidos, aunque a veces me cueste.
Justo ayer un amigote que es muy religioso (y yo anti-religioso) me decía que lo peor no es tomar la decisión incorrecta, sino no tomar ninguna decisión. Eso aprisiona el alma, y el alma está diseñada para ser libre.
Hace casi una semana que leí esta oración (en una carta de cuatro páginas) y todavía estoy meditando al respecto.

Scarlet dijo...

Pero qué excelente descripción de la cultura alemana. "Alemania es un lugar donde es muy difícil apreciar lo importante de la vida: la familia, los verdaderos amigos, una buena conversación, el tiempo en paz..."
Creoq eu aplica no sólo a Alemania, sino a gran parte de Europa. Nosotros lo hemos conversado mucho, cómo parece que acá "sobreviven" en vez de vivir. Cómo el "tenerlo todo" parece que los adormilara y sus vidas fueran pasar el rato hasta la muerte, como un trámite, pero bien hecho ah!! Y para qué?
A mi me quedan solo 4 meses, y estoy feliz de la experiencia, pero no por todo lo bueno que pueda ser, que lo estoy y lo valoro, pero sobre todo por cómo me ha hecho valorar lo que tenemos allá: un tomate con sabor a tomate, una plaza de llena de niños QUE HACEN RUIDO PORQUE SON NIÑOS, el taco camino al trabajo pero con vista al mar desde el auto, sin parques de ensueño pero con vidas reales..
No se trata de idealizar, tenemos problemas (y muchos) en sudamérica... y yo prefiero contarles a estos franceses los problemas, que sigan pensando que los subdesarrollados somos nosotros, así no se nos van a meter allá, a contaminarnos con su abulia y tics maníacos!
(También entiendo que no es odio, sino... ciertas objeciones culturales... de hecho yo tengo la nacionalidad alemana, aunque nunca he vivido allá más de 4 meses seguidos, me debato entre el orgullo y el desprecio...)

Martín dijo...

Scarlet, no sé cuánto hace que estás en París ni por qué te quedan 4 meses, pero me alegro que vuelvas a tus pagos, sobre todo si eso es lo que querés.
Coincido en lo que me escribís, pero me quedé más que nada con tu última oración: "me debato entre el orgullo y el desprecio". En mi caso oscilo, dependiendo el tema, entre la admiración y el desprecio. No desprecio a las personas, sino sus comportamientos. Los entiendo, comprendo por qué son así, pero eso no los hace más fácil de aguantar. Por otro lado hace rato que no debato, ya no tiene sentido para mí. Moraleja: distancia de seguridad y a disfrutar la vida.

PD: en cuanto tenga un momento libre me dedico a leerte.