martes, 12 de febrero de 2019

rebobinando

A veces paso por acá y leo entradas anteriores, y me horrorizo de mi propia redacción, de los errores de edición que se me pasaron, de lo poco claro que expresé una idea, de lo incomprensible que puede ser adivinar de qué estoy hablando, o de las vueltas que doy para explicar algo que se puede reducir a unas pocas palabras. Con mi típico perfeccionismo, no resisto dedicarle unos momentos a corregir una coma, agregar un acento y hasta reordenar una oración.
Hoy salí de casa y me vine a un café para meterme en un tema que tengo dando vueltas en la cabeza desde hace unos días relacionado con la crianza de un perro, las mujeres, la fotografía y la vida en general, pero en lugar de eso caí en esa costumbre de corregir algo que hice, todo un lujo en sí mismo, y le hice un montonazo de mejoras a una entrada que, creo, es de lo más potable que ha salido de mi cabecita. Bon appétit!

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