sábado, 24 de agosto de 2024

en términos cristianos

Para expresarlo en términos que se ajusten a la visión de los creyentes del cristianismo, lo voy a decir así: si cuando se muera mi cuerpo queda algo de mí, algo que podamos llamar mi alma, y que pueda actuar, subiría al cielo o a donde sea que quede la puta oficina del dios cristiano, el viejo de la barba, ese que se parece a Papá Noel, y haría un rollito metafísico con mi depresión y se la metería bien en el fondo del orto.
Está choto, el asunto. Por si no se notó. Nada ayuda. Una multa imbécil de la vez que fui a Buenos Aires hace casi dos meses, una aberración de reclamo, y el ridículo sistema para desanimar cualquier cosa que no sea pagar de una y sin chistar. Excepto que lo que me están multando es claramente incorrecto e hasta me animo a afirmar indecente, así que se pueden morir desangrados que no pienso pagar la estupidez que reclaman. Que les caiga una bomba nuclear. Lástima por los edificios históricos y bellísimos que hermosean la ciudad.
Y el clima, frío como la gran puta, lluvioso, con viento y ganas de que te quedes en casa or else. No logro distinguir el clima dentro de mi cabeza, del de afuera, pero honestamente no recuerdo un invierno tan choto, tan frustrante.
Y la soledad que me atenaza. Siento un vacío en el alma que no me lo puedo sacar, ni siquiera logro que deje de sentirse cada día más grande.
Tengo miedo.
Limpié la puerta del horno, o por lo menos el vidrio. Ahora que lo pienso, cuando llegue a casa en un rato voy a limpiar el resto, lo del lado de afuera. Para que se vea más linda la cocina. Mañana viene Hermana & Co y me sirve de excusa perfecta para limpiar y tener el lugar un poco más agradable.

Siempre tuve esa necesidad de belleza, y creo fuertemente que es para compensar lo que está dentro de mí y las cosas que me pasaron, y las que veo que pasan en este pobre planeta. Hace un par de días se me cruzó un perfil de Instagram donde ponen palabras que definen cosas lindas, de esas que uno experimenta pero muy probablemente no sabía que había una palabra específica, como cingulomanía | fuerte deseo de tener a una persona en brazos. No aclara si es cualquier persona o una en particular. O filocalista | persona que ama la belleza, que la aprecia o encuentra en todas las cosas. También está amaoto (japonés) | sensación relajante que produce el sonido de la caída de las gotas de lluvia. Precisamente en este momento estoy escuchando eso con los auriculares, de una radio por intenet. Me ayuda muchísimo a calmarme y a aislarme de los que me rodean y sus celulares. Lo descubrí por casualidad, creo que lo vi recomendado en algún lado, y con algo de escepticismo empecé a hacerlo y me da resultado, a veces a tal punto que cuando apago la computadora para irme, es como despertarme a todo lo que me rodea. Linda sensación. Es que a veces estoy hasta 2 horas escribiendo y la gente que estaba en el café cuando llegué ya hace rato que se fue y vinieron otros. O estaba vacío y se llenó. Cosas así.
Volviendo a lo de las palabras, me encantaría tener un círculo de gente con la que discutir lo siguiente, que se me ocurrió hace unos días: lo contrario de dar, ¿es recibir, o tomar? Automáticamente me hace pensar en ese dicho que dice que el esclavo no sueña con ser libre, sueña con ser amo.

PD: finalmente logré comunicarme con los de la multa y la cancelaron, sin cobrarme. Me hubiera gustado agarrar a la estúpida que me atendió y hacerle comer el teclado por sermonearme y dárselas de magnánima, pero me vino a la mente eso de elegí tus batallas y lo de molinos de viento. Maldita mortalidad.

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