miércoles, 11 de julio de 2012

4ta parte: Westport - Dublín

El desayuno en Westport fue el usual fusilamiento al hígado. Descontando el primer y último día del viaje, en que salía y entraba a Alemania, este iba a ser una de las etapas donde iba a cubrir más distancia de un tirón: 470 km.


Como siempre, salí temprano para aprovechar el día. Siguiendo la recomendación de la doña de turno, encaré para la isla Achill por el camino más al norte, con un clima que no se decidía. Pero para cuando llegué al extremo de la isla me encontré con esto...


No sé qué es lo que parece en la foto, pero eso no es chiquito. Es una bestialidad de lugar, con agua verde azul transparente, 500 metros de playa desierta y un camino casi de cornisa que a veces está a 200 metros sobre el agua. Lo que más me sorprendió fue que a pesar de estar en un lugar que uno podría catalogar como "en el culo del mundo", había una señal de celular perfecta, así que llamé a alguien para contarle donde estaba. El camino de vuelta, esta vez por la costa sur de la isla Achill a... bueno, la otra isla, la de Irlanda, fue igual de espectacular. Después de parar para ir al baño, comprar postales y cargar combustible, empecé la parte pesada del día por la N59 y N15 al noreste. El paisaje fue más monótono que lo que había visto hasta ahora pero para nada aburrido, y de todos modos un poco de cambio viene bien para no mal acostumbrarse.
Una de las cosas que más me llamó de atención fue el cruce de la República de Irlanda a Irlanda del Norte. Nada. Niente. Cero. La única señal de que pasé de un lugar al otro fue que los límites de velocidad ya no estaban en km/h sino en millas/hora. Por lo demás, fue mucho más irrelevante que cruzar la Gral. Paz en Buenos Aires. Después de unos km unas millas se notó que el estado de las calles era mejor y había un poco más de inversión en infraestructura.
A eso de las 6 de la tarde llegué al hotel, que era una especie de mansión de mediados de los 1800s, con chimenea en cada habitación y muchos otros detalles de lujo. Fue el hotel más caro de todo el viaje pero quise experimentar algo así. La cena sola me salió £32, más que lo que pagué por varios de los otros hoteles. La habitación tenía chimenea (prendida) y el baño era más grande que algunas de las habitaciones donde estuve en otros hoteles.

el camino de entrada al hotel en Upperlands

El miércoles seguí la rutina de siempre: levantarme temprano, meter todo lo que quepa en el estómago y salir. Teóricamente tenía nada más que 70 km hasta Belfast, la siguiente parada, pero se convirtieron en 170 porque primero fue a visitar el famoso Giant's Causeway, una formación de rocas originadas en lava que se enfrió de una manera especial por el agua y todo eso. Esto no es un blog de geología así que...

Giant's Causeway

De ahí me fui a Belfast por la costa, que está catalogada como una de las rutas escénicas más lindas del mundo, y la verdad que no puedo desmentirlo. En Belfast me encontré con Novia, que voló de Múnich a Dublín y del aeropuerto se tomó un cole. Recorrimos la ciudad con un poco de llovizna y la verdad que mucho no nos impactó. La capital de Irlanda del Norte parece una ciudad industrial que ha visto mejores días, y el clima no ayuda a crear una buena atmósfera. Lo más interesante fue a la mañana siguiente que visitamos el museo del Titanic, que casualmente abrió este año en marzo y fue, sin exagerar, alucinante. Las £13,50 que pagamos parecieron caras en la boletería, pero a los 10 minutos de entrar se amortizaron, y el resto de las dos horas que pasamos ahí fueron de regalo. Lo recomiendo. Y si el clima acompaña, me imagino que un fin de semana sí vale la pena visitar la ciudad.

en el cartelito (abajo a la derecha) se leía:
"Titanic departing Queenstown. Taken by Frank Browne, shortly after 1.55pm on 11th April, this was the last photograph of the ship."

Después del museo Novia se tomó un cole a Dublín y yo la seguí en la moto. Ahí nos encontramos en el centro y nos quedamos 2 días en la casa de un amigo. El clima, otra vez, una porquería, pero aparentemente en Dublín acostumbra llover 8 días por semana, así que no fue sorpresa. Saqué muy pocas fotos por el clima, pero la pasé bien porque me la pasé hablando en mi idioma y con gente muy agradable, y para todo lo demás existe la tarjeta de crédito de las pelotas amarilla y naranja...

2 comentarios:

Laura Palisa dijo...

Hola Martín!!!!!!! Tanto tiempooo! Me encantó encontrarte de nuevo (gracias a que me puse a releer algunas cosas de mi blog: emiliando, no sé si te acordás de mi, yo si de vos!) Qué linda sorpresa encontrar encontrar la crónica de tu periplo por Inglaterra, Irlanda, Esocia! Algo soñado!
Y me alegra leerte bien. Triste pero bellísima la canción que no conocia y ahora te robo para mi fb (tenés fb??) pero te leo determinado y seguro (acá todos opinamos, sori jajajja) No sé si decidiste o no qué hacer, pero no es poco tener todo clarísimo.
Un beso grande y realmente un gustazo leerte otra vez.

Martín dijo...

Hola Laura, me acuerdo, aunque más vagamente de lo que me gustaría. Ahora encontré tu blog y entiendo por qué: mayo de 2010. ¿Qué pasó?
A mí muchas veces me dan ganas de colgar esto, y por buenas razones, pero creo que me hace más bien de lo que me molesta la exigencia de mantenerlo andando.
En todo caso, gracias por pasar. El viaje todavía tiene para contar. Fueron dos semanas y media que me hicieron (me hacen) sentir bien. Y eso, hoy por hoy, no es moco de pavo.