jueves, 19 de julio de 2012

6ta parte: Inverness - Bankfoot

A pesar (¡ja! empecé una oración con una preposición) de que la A82 hasta Inverness se me hizo una de las rutas más lindas, lo que siguió fue de lejos lo más agradable del viaje, casi diría el motivo para este viaje: manejar en los paisajes más majestuosos y lo más vacíos que se pueda.



Saliendo de Inverness encaré al norte con el objetivo de llegar hasta el extremo de la isla, y si el tiempo daba y el clima acompañaba, incluso hasta John O'Groats, el fin del mundo. Con lo que no conté otra vez fue esos castillos impresionantes que algunos se tomaron la molestia de hacer y otros de conservar, como por ejemplo el de Dunrobin, lo cual me "obligó" a parar y sacar fotos...

 la entrada al castillo

visto desde la tierra...

 ...y visto desde la costa
(a mi espalda está el mar del Norte y, más allá, Noruega)

Siguiendo para arriba llegué a donde un conocido me dijo que era el final de todo, no-más-Escocia, señor: John O'Groats. Me avisó que, si bien es una especie de logro psicológico llegar hasta ahí, en sí no hay nada para ver o hacer más que pegar la vuelta y volver por donde se vino. La realidad fue mejor que eso porque vi unos acantilados brutales en tamaño y variedad de formaciones.

llegando a John O'Groats
 
los acantilados más alucinantes del viaje; lástima que el viento frío del mar del norte, al juntarse con el aire cálido sobre la isla, prácticamente garantiza un cielo encapotado permanente

A partir de este punto salí directo en dirección oeste siguiendo la costa, y cuando llegué a Tongue doblé al sur, siempre siguiendo la A836, porque el paisaje me pareció más lindo. Esta parte era la que me ilusionaba más: un territorio totalmente vacío de humanos, cuya ruta principal es de un solo carril, apenas 3 metros de ancho, con banquinas cada 100 metros para permitir que los que vienen en la dirección contraria puedan pasar, o para que adelanten los que van más rápido. En promedio, creo que vi un vehículo cada 20 minutos.


Ya sobre el final del día llegué a Loggie, un caserío cerca de Ullapool donde no había nada de nada, excepto dos Border Collies para jugar a tirar y recuperar. Los dos perros me recibieron como si me quisieran de toda la vida, y la dueña, una mujer rústica pero amable, no pudo disimular su escepticismo al principio que logré que deviniera en una charla sobre la vida en los Highlands. Un lujo poder hablar con esa persona.
En la mañana del martes (ya 22 de mayo), mientras preparaba mis cachivaches para salir, me dí cuenta de que la cubierta trasera de la moto ya no tenía nada de perfil y que no iba a completar el viaje. Calculo que una muñeca derecha un poco pesada y las brutalidades del pavimento irlandés pueden haber tenido algo que ver, así que decidí tomármelo con calma hasta llegar a Edimburgo y ver de conseguir una cubierta nueva.
Lo que sí no iba a poder dejar de ver eran dos cosas: el castillo Eilean Donan, donde se filmó parte de la película "Highlander, el inmortal" de 1986 con Christopher Lambert y Sean Connery, y el viaducto Gelnfinnan, que se usó en tres de las películas de Harry Potter. Para entonces, la cubierta de atrás ya estaba con electrocardiograma plano. Llegué a Bankfoot, dejé las cosas en la caja de zapatos que me dieron por habitación (el baño en Upperlands de veras que era más grande) y empecé a hacer llamadas y averiguaciones para ver de dónde iba a sacar un repuesto ya...

puesta de sol sobre Ullapool

3 comentarios:

Irantzu dijo...

Qué increíble los acantilados!

Martín dijo...

realmente. Yo les calculé 200 metros de altura y pensé que estaba exagerando, pero después leí en una guía que esos acantilados alcanzan los 600 metros (!!!)

Unknown dijo...

sabes man esta es una historia muy fuerte quisiera poder contratar tu historia para un libro ?? contactame http://www.facebook.com/LucasBnPiola34