martes, 16 de enero de 2024

pseudosnob

Pintora. O escultora. Pero me quedo con pintora, no sé por qué. Creo que porque es menos mugre. Y por la luz; la pintura es más parecida a la fotografía aunque a priori menos técnica y más artística, creo, pero le da las herramientas para criticar mi fotografía con cierta autoridad y dominio del tema. Pero no fotógrafa; si es mejor que yo, sería demasiado para mi ego bonsai, y si no es tan buena, me daría cierta fantasía de superioridad. O podría ser mejor que yo en ciertos tipos de fotografía, como retratos, y no tan buena en otros, como patrones.
Que no le caiga bien cualquiera; eso le sube el precio a su atención. Y que hable francés. No me importa si es nativo o aprendido. Pelirroja. Que lea. Que no fume. Y si se va a dormir temprano, mejor.
Fina.

Hace unos días estaba hablando de mujeres con mi herrero amigo y me contaba de su novia, lo copada que es y por qué. Me contaba eso de que no le cae bien cualquiera y que se va a dormir temprano y varias otras cosas. Fue un recordatorio de lo especiales que son las mujeres valiosas, y me hizo pensar en dos novias en particular de las que extraño un par de cosas, de una en especial. En cuanto a las mujeres en general, ojalá ellas supieran lo especiales que son, pero hoy en día pasamos de princesas a putas sin intermedios; se creen especiales, pero por todos los motivos equivocados. Por supuesto que siempre hubo putas y quedan princesas, igual que hay pobres en Luxemburgo y millonarios en Etiopía. Mi pregunta sobre la moral de las mujeres, o mejor dicho, sobre el principio que las polariza: ¿irá atado a lo que pasa con las clases socioeconómicas? No me refiero a que haya relaciones tipo causa-efecto entre la clase social o económica y los principios morales, sino al hecho de que ambas cuestiones parecen polarizadas. La clase media está desapareciendo en Argentina y las minas con un poco de valores y que no se la crean, también. Si es que alguna vez existieron. Estoy lejos de entender qué mierda está pasando. O peor: a lo mejor estoy muy cerca. Eso me asusta más.

Estaba mirando uno (varios) de esos videos que empezaron a surgir hace apenas meses sobre las pretensiones de las mujeres y la falta de reciprocidad entre lo que piden y lo que ofrecen. Hasta hace poco, los videos en los que sus creadores resaltaban lo desubicadas que están las mujeres hoy en día en cuanto a lo que demandan, por un lado, y lo que valen ellas mismas por el otro; pero no habían indagado en la tercera pata de ese esquema: qué es lo que ofrecen ellas a la relación. Es decir, sos linda y tenés pulso... ¿y?
Ya sabemos que la pregunta #1 de una mujer a una amiga que acaba de conocer a un hombre es "a qué se dedica", pero lo que no había surgido era qué es lo que ellas piensan que nosotros deseamos de ellas al margen de alguna expectativa visual, y con cuánto estamos "obligados" a conformarnos, y finalmente, cuánto valen ellas. Básicamente, con esta estupidez de ser independiente que se les metió en la cabeza en las dos últimas décadas (como si alguien, mujer u hombre, fuera independiente), se la pasan teorizando sobre sus expectativas y sus demandas pero en ningún momento se las ve deteniéndose por un momento a ver que es lo que ellas ofrecen, realmente ofrecen, a una relación. Peor todavía: algunas abren la boca sobre el tema y dicen tal sarta de estupideces que es difícil no pensar en el dicho ese de "mejor callarse y que los demás piensen que sos estúpido, en lugar de abrir la boca y sacarles la duda".
Siendo simplificativos y exagerados, que ellas busquen un proveedor que les aporte seguridad y ellos una ama de casa potable a la luz del día, o como dijo Barnabas Collins en Dark Shadows, que tengan "birthing hips", son producto de la evolución y es natural que tengan prioridad, pero creo que ningún hombre que valga 2 pesos se conforma con una bimbo, salvo que a) tenga pensado cubrir el resto de sus necesidades (intelectuales o de la naturaleza que sea) en otro lado o b) que no tenga más expectativas, es decir, que el tipo no vale ni esos 2 pesos. Las mujeres, por su parte, parecen más dispuestas a negociar otros aspectos con tal de conseguir a un buen proveedor. A lo mejor estoy pecando de eso que justamente estoy criticando, pero no me es claro que hayan entendido que los hombres esperamos algo más, sobre todo hoy en día. Votás, manejás, ganás lo mismo o más que un hombre en idéntica situación, tenés menos obligaciones y más derechos, y esencialmente con una inversión de unos 1000 dólares tenés todos los electrodomésticos que en 15 minutos hacen lo que hace 100 años las mujeres se pelaban el lomo 10 horas por día para resolver en un hogar. Creo que esperar que uses un poco el cerebrito no es demasiado. Eso de por sí ya es un problema. El otro es de autopercepción, tan de moda: la mayoría piensa que su mera existencia es suficiente. No tienen ni la más pálida idea de lo que queremos y, en especial, de lo que valen, que lo tienen completamente distorsionado. Y ni hablar de los delirios que les agarra con la edad, las lecturas propias de una criatura de 4 años que hacen de la realidad.

Y acá estoy, bien solo, metiéndome en el culo mi pseudointelectualidad snob desubicada.

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