Ya era tiempo.
Estoy de vuelta en la civilización.
Donde las sonrisas pagan y las miradas se cruzan. Las frases no se adornan idiotamente. Se hacen las cosas mal y la vida sigue porque es normal. El aire huele lindo, aunque esté un poco más fresco de lo que me gustaría para fin de diciembre. No hay tantas bocinas, y ya casi se puede cruzar la calle por las esquinas sin mirar. Y la lechuga no parece hecha de polietileno, y la carne tiene gusto a carne y no a barro. Haber nacido no es imperdonable, y respirar a tu propio ritmo no se castiga con campos de concentración. Familia no es una maldición sino una bendición.
En 3 palabras: estoy en casa.
Te amo Mar del Plata.
viernes, 30 de diciembre de 2011
sábado, 26 de noviembre de 2011
el arte de ser humano
Dicen que la inteligencia de una persona se puede medir por su capacidad de aprender de sus errores. Creo que esto en los últimos años se ha hecho popular y de alguna manera todos lo incorporamos a nuestra visión, y más o menos lo cultivamos. Pero como método de volverse más sabio y adaptarse a los rigores de la vida, no es el único. Aprender es la base del progreso como seres humanos y en mi modo de ver, irme a la cama cada día sin haber aprendido algo me hace preguntarme para qué me levanté. Es por eso que intento no solamente aprender de mi errores sino también de mis aciertos, pero no me llevó demasiado tiempo ni esfuerzo darme cuenta que eso tiene la limitación obvia de que abarca mi vida y nada más, un colectivo más bien acotado de experiencias, un menú de apenas un par de páginas. Y tengo hambre.
La conclusión lógica es entonces mirar afuera del propio ombligo y ver dónde la pegan y dónde la pifian los demás.
Este es un decálogo de cosas (científicas o no) que aprendí de los alemanes en el plano humano. Para entender esta paradoja, la técnica es muy fácil: uno mira lo que ellos hacen, y hace lo contrario. Garantía de progreso personal...
En fin, el invierno se acerca y el humor se modifica.
3 semanas, 2 días y 9 horas.
La conclusión lógica es entonces mirar afuera del propio ombligo y ver dónde la pegan y dónde la pifian los demás.
Este es un decálogo de cosas (científicas o no) que aprendí de los alemanes en el plano humano. Para entender esta paradoja, la técnica es muy fácil: uno mira lo que ellos hacen, y hace lo contrario. Garantía de progreso personal...
- No reírse de los propios chistes. Uno no es tan gracioso como piensa. Pasar la vida mirando con cara de elefante estreñido cuando los demás hablan y celebrando las propias palabras es patético.
- Asumir que uno puede estar en el medio, o de más, o inoportuno, o indeseado. No soy la luz de la vida de nadie, o un faro estoico contra la barbarie e ignorancia. Aprender a callarse/irse/correrse a tiempo evita que aquellos que piensan que soy un idiota se saquen la duda.
- Cuando alguien tiene un problema, está en el piso o desesperado, no festejarlo. No reírme. No hacerle preguntas o comentarios para que le quede claro lo gracioso que me resulta la situación. Eso es perverso. El sufrimiento de los demás no es para disfrutar ni está ahí para entretenerme o sacarme del tedio de mi patética existencia. Como ser humano, soy una masa informe de sensaciones y sentimientos que no tengo por qué controlar ni mantener a raya, más que la decencia mínima de no herir a los demás. Ofrecer ayuda, empatía, misericordia, no son debilidades execrables que hay que extirpar de la personalidad como a un tumor, sino lo que nos define como humanos.
- Puedo estar equivocado. Escuchar a los demás, ponerse en sus zapatos, mirarlos a los ojos, es el único sistema que funciona. Ignorar, ya sea por falta de conocimiento o por desprecio, es imperdonable. Hace daño al prójimo y a uno mismo. Deteriora al mundo, que ya tiene suficiente mierda. Hay que evitar por todos los medios encerrarse en uno mismo, y en su lugar abrirse a la posibilidad de que entendí algo mal y estoy actuando basado en premisas equivocadas y cometiendo una injusticia sobre alguien. Y los demás no tienen la culpa de mi estupidez, arrogancia y limitaciones. Es cierto que la primera impresión es la que cuenta, pero no quiere decir que sea la correcta.
- A veces, le toca al otro. En la esquina, en la puerta angosta, en la cola del supermercado, en la conversación.
- Mi frustración es mía. Si no soy bueno con la frustración, o tengo demasiada, no es culpa de cada pobre idiota que se me cruza, a menos que me la haya causado con su malicia, que es inaceptable. Hay que aprender a diferenciar entre lo que me saca de quicio y los que me sacan de quicio.
- Sonreír. Es gratis, nos hace sentir mejor, a nosotros mismos y a los demás. Poner cara de orto es de imbéciles sin talentos y que necesitan impresionar.
- Ejercer autoridad es muy difícil. Mientras más baja la calidad del individuo investido con autoridad, más mierda es en su ejercicio. Su función en la vida es ejercer esa autoridad, no servir a los demás. Es importante acordarse de esto. La justicia no juega ningún papel.
- Mis hijos son mi problema. Si están frustrados, encaprichados, enojados o felices, el vecino no tiene por qué escucharlos y sufrir mi incapacidad para educarlos. Mis hijos no tienen más derechos que los demás, ni son especiales, ni únicos, ni sagrados, ni más valiosos. Son míos y por eso daría la vida por ellos sin el más mínimo asomo de duda, pero eso no los convierte en perfectos. A veces la cagan, y hasta que alcancen cierto punto de madurez, no es su responsabilidad. Es mía.
- ... Se me ocurren infinidad de cosas más, como no ser necio, no ser falso, ser consecuente entre lo que pensamos, decimos y hacemos, y así. Pero lo quise parar en diez. No me gusta tardar demasiado entre la idea y la publicación de la entrada porque le quita realismo.
En fin, el invierno se acerca y el humor se modifica.
3 semanas, 2 días y 9 horas.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
cosas de la vida
Anduve leyendo a Kurt Vonnegut y no pude más que inspirarme. Me hubiera gustado poner más acidez y humor pero me salió más serio de lo que quería, por razones conocidas. El que no esté de ánimo…
La fruta no alimenta: la fruta te hace cagar de hambre y, como es 95% agua, tiene volumen y parece que te va a llenar pero en cuanto el agua se fue (unos 35 segundos después de que te levantás de la mesa) deja un volumen vacío que hay que llenar con esas cosas que están en la base de mi pirámide nutricional: pizza, chocolate, galletitas. El resto es pasto y yo no soy vaca.
Las canillas de los aeropuertos: esas que tienen el sensor para que uno no tenga que tocar nada para abrir o cerrar el paso del agua. Lavarse las manos implica un breve chorro de agua para mojarlas, un poco de jabón, y un poco de agua para enjuagar. Los idiotas que calibran la duración del chorro de agua (o tan corta que no alcanza a humedecer la uña de un dedo, o tan larga que alcanzaría para lavar el auto) deberían ser pateados en la cabeza hasta que el hidrógeno se fusione.
Permiso de residencia: ¿quién fue el hijo de puta que les dio la visa a los alemanes para que entraran a nuestro planeta?
Políticamente correcto: es una doctrina gestada por una minoría ilógica y delirante, promovida rabiosamente por los medios inescrupulosos (o sea todos), que sostiene que es posible agarrar un pedazo de mierda por el lado limpito.
Autos: en algunas películas holiwoodenses a veces muestran la cochera de algún supuesto rico coleccionista de autos, en la que se alinean Ferraris, Porsches, Lambos y... eeee... un Mustang. O algún auto pedorro hecho en Estados Unidos. A ver, muchachos, entendamos algo: los yanquis no pueden hacer autos. Son una porquería con menos ingeniería que un cepillo de dientes. Comparar un Chevy con un Porsche es como comparar un boleto de colectivo con "El Aleph" de Borges.
Armas: a nadie debería permitírsele llevar algo más peligroso que un pelapapas. O un rallador de queso. En la vida diaria, las armas engendran el falso sentimiento de que uno puede resolver algo imponiéndose por la fuerza, cuando lo único que se logra es imponerse, no resolver un problema. Y eso solamente nos denigra. A los políticos en particular se les debería negar el acceso al uso de las fuerzas armadas, o ya que estamos, a entidades crediticias o a lo que el 90% de la población votante no tiene acceso.
Manejando en la ruta: ¿por qué es que cuando está prohibido adelantar (curvas, puentes, túneles) no viene nadie por el carril contrario pero tenemos un auto a la velocidad de una placa tectónica justo delante de nosotros? Y cuando por fin viene la recta y se termina la prohibición de adelantar, viene uno de frente.
Dios: se puede elegir entre vivir basado en la verdad, o basado en la fe. Uno se basa en la prueba, y el otro en la falta de ella. No es que sean dos conceptos necesariamente opuestos en su resultado, pero sí en el mecanismo que se usa para llegar a ese resultado, y eso es lo determinante. Cualquier estado intermedio es hipócrita y uno tiene que aprender a aceptar el hecho de que hay que decidir y no arrepentirse, porque no tiene nada de malo optar por uno u otro. Pero tanto o más importante es aceptar que los demás tienen el mismo derecho a tomar esa decisión.
Un cacho de cultura: decir gym, jogging, sticker o tip, por poner ejemplos obvios, o locación¹ o aplicación², no tan obvios pero todavía más garrafales, son idioteces que no subrayan el conocimiento de quien las usa, sino que lo denigran al lugar donde van los que no saben expresarse.
¹ La palabra inglesa location, que es de donde viene la confusión, se traduce al castellano como ubicación. Pero en nuestro idioma, locación, por muy similar que parezca, significa alquiler.
² Algo parecido pasa con aplicación, que en español quiere decir uso, pero como hay una palabra parecida en inglés, application, que quiere decir postulación, se las confunde.
El castellano tiene tela de sobra para abarcar casi cualquier cosa que haya para decir. Quien usa extranjerismos con el objetivo (consiente o no) de reflejar “mundo”, recurre a ellos como muletillas para disimular su falta de vocabulario y trata de dar a sus frases un aire sofisticado. A los ojos de quienes tienen más de 3 neuronas (las encargadas de las 3 funciones básicas: respiración, pulso, digestión) no se ensalza; se expone con bombos y platillos como el pobre inculto que es (que no es malo de por sí, solamente inconveniente) y lo celebra. Ahí radica su idiotez. Pity.
PD: la semana pasada un compañero de trabajo me informó de su intención de pasar el fin de semana inspeccionando rutas en Italia. A lo que yo, difícil como siempre ante semejante situación, después de unas 3 ó 4 décimas de segundo accedí con la condición del que la salida a) incluyera Croacia y b) excluyera nieve. La primera condición se cumplió, la segunda no.
Y sí, el paso se llama así, qué se le va a hacer. Por suerte los susodichos brillaban por su ausencia, y debo confesar que no los extrañé. Lo importante es que logré mantener la moto sobre las ruedas. Medio kilómetro manejando en estas condiciones equivalen a una maratón y media con un rosario de sandías. Juro que transpiré. Pero lo que vino después valió la pena...
La fruta no alimenta: la fruta te hace cagar de hambre y, como es 95% agua, tiene volumen y parece que te va a llenar pero en cuanto el agua se fue (unos 35 segundos después de que te levantás de la mesa) deja un volumen vacío que hay que llenar con esas cosas que están en la base de mi pirámide nutricional: pizza, chocolate, galletitas. El resto es pasto y yo no soy vaca.
Las canillas de los aeropuertos: esas que tienen el sensor para que uno no tenga que tocar nada para abrir o cerrar el paso del agua. Lavarse las manos implica un breve chorro de agua para mojarlas, un poco de jabón, y un poco de agua para enjuagar. Los idiotas que calibran la duración del chorro de agua (o tan corta que no alcanza a humedecer la uña de un dedo, o tan larga que alcanzaría para lavar el auto) deberían ser pateados en la cabeza hasta que el hidrógeno se fusione.
Permiso de residencia: ¿quién fue el hijo de puta que les dio la visa a los alemanes para que entraran a nuestro planeta?
Políticamente correcto: es una doctrina gestada por una minoría ilógica y delirante, promovida rabiosamente por los medios inescrupulosos (o sea todos), que sostiene que es posible agarrar un pedazo de mierda por el lado limpito.
Autos: en algunas películas holiwoodenses a veces muestran la cochera de algún supuesto rico coleccionista de autos, en la que se alinean Ferraris, Porsches, Lambos y... eeee... un Mustang. O algún auto pedorro hecho en Estados Unidos. A ver, muchachos, entendamos algo: los yanquis no pueden hacer autos. Son una porquería con menos ingeniería que un cepillo de dientes. Comparar un Chevy con un Porsche es como comparar un boleto de colectivo con "El Aleph" de Borges.
Armas: a nadie debería permitírsele llevar algo más peligroso que un pelapapas. O un rallador de queso. En la vida diaria, las armas engendran el falso sentimiento de que uno puede resolver algo imponiéndose por la fuerza, cuando lo único que se logra es imponerse, no resolver un problema. Y eso solamente nos denigra. A los políticos en particular se les debería negar el acceso al uso de las fuerzas armadas, o ya que estamos, a entidades crediticias o a lo que el 90% de la población votante no tiene acceso.
Manejando en la ruta: ¿por qué es que cuando está prohibido adelantar (curvas, puentes, túneles) no viene nadie por el carril contrario pero tenemos un auto a la velocidad de una placa tectónica justo delante de nosotros? Y cuando por fin viene la recta y se termina la prohibición de adelantar, viene uno de frente.
Dios: se puede elegir entre vivir basado en la verdad, o basado en la fe. Uno se basa en la prueba, y el otro en la falta de ella. No es que sean dos conceptos necesariamente opuestos en su resultado, pero sí en el mecanismo que se usa para llegar a ese resultado, y eso es lo determinante. Cualquier estado intermedio es hipócrita y uno tiene que aprender a aceptar el hecho de que hay que decidir y no arrepentirse, porque no tiene nada de malo optar por uno u otro. Pero tanto o más importante es aceptar que los demás tienen el mismo derecho a tomar esa decisión.
Un cacho de cultura: decir gym, jogging, sticker o tip, por poner ejemplos obvios, o locación¹ o aplicación², no tan obvios pero todavía más garrafales, son idioteces que no subrayan el conocimiento de quien las usa, sino que lo denigran al lugar donde van los que no saben expresarse.
¹ La palabra inglesa location, que es de donde viene la confusión, se traduce al castellano como ubicación. Pero en nuestro idioma, locación, por muy similar que parezca, significa alquiler.
² Algo parecido pasa con aplicación, que en español quiere decir uso, pero como hay una palabra parecida en inglés, application, que quiere decir postulación, se las confunde.
El castellano tiene tela de sobra para abarcar casi cualquier cosa que haya para decir. Quien usa extranjerismos con el objetivo (consiente o no) de reflejar “mundo”, recurre a ellos como muletillas para disimular su falta de vocabulario y trata de dar a sus frases un aire sofisticado. A los ojos de quienes tienen más de 3 neuronas (las encargadas de las 3 funciones básicas: respiración, pulso, digestión) no se ensalza; se expone con bombos y platillos como el pobre inculto que es (que no es malo de por sí, solamente inconveniente) y lo celebra. Ahí radica su idiotez. Pity.
PD: la semana pasada un compañero de trabajo me informó de su intención de pasar el fin de semana inspeccionando rutas en Italia. A lo que yo, difícil como siempre ante semejante situación, después de unas 3 ó 4 décimas de segundo accedí con la condición del que la salida a) incluyera Croacia y b) excluyera nieve. La primera condición se cumplió, la segunda no.
Y sí, el paso se llama así, qué se le va a hacer. Por suerte los susodichos brillaban por su ausencia, y debo confesar que no los extrañé. Lo importante es que logré mantener la moto sobre las ruedas. Medio kilómetro manejando en estas condiciones equivalen a una maratón y media con un rosario de sandías. Juro que transpiré. Pero lo que vino después valió la pena...
miércoles, 17 de agosto de 2011
el metro croata
Así como están las cosas, debería estar mejor. Revisando, tengo un trabajo que, incluso si ganara la mitad, sería calificado como un sueño. Me da muchas satisfacciones y me mantiene cerca de una de mis grandes pasiones de dos formas: durante las 8 horas por día en las que estoy oficialmente trabajando, diseño motos, y durante el resto del tiempo me permite acceder a las mejores motos que la industria tiene para ofrecer. El lugar en donde vivo tiene una tasa de criminalidad baja. No tengo miedo de volver tarde a mi casa, ni de llevar dinero o alguna pertenencia conmigo. No tengo miedo de la policía. No hay terremotos ni otras calamidades naturales. La infraestructura que los hombres y mujeres organizados en sociedad se esfuerzan por desarrollar, mantener y perfeccionar, funciona.
Pero.
De alguna manera no soy feliz. Y no es una felicidad que se me escapa de los dedos porque me falta ese último pedacito (la tele 3D o el auto caro o la mar en coche). Es una felicidad que, o la veo de lejos, o la perdí de vista. Ni siquiera tengo idea de qué es lo que me falta para disfrutar más la vida (aunque ese más parte de la suposición de que la disfruto en alguna medida).
Si bien existe la muy razonable tesis de que uno nunca es realmente feliz, que siempre está en la búsqueda de algo, esa es precisamente la clave. No estar contento no significa ser infeliz. Esa búsqueda, ese motor es lo que nos hace sentir vivos. Como el viajar en moto, el camino es el fin, no el destino, que es meramente circunstancial.
Hay varios motivos para explicar mi situación, lo cual sirve no solamente a propósitos académicos, sino que es además necesario para de alguna manera intentar revertirla. Lo primero que me viene a la mente es mi niñez, que fue condimentada por típicos ingredientes traumatizantes: divorcio, educación rígida, escuela elitista, etc. El efecto que esto tiene en el alma de una criatura de 4-5 años es impredecible en calidad y magnitud. Algunas personas se desarrollan y llevan una vida plena y feliz a pesar de haber vivido y sobrevivido a cosas mucho peores. Otras, a pesar de recibir todo lo que la psicología moderna y el sentido común recomendarían, se convierten en asesinos seriales. La mente humana es maravillosa en la amplitud de permutaciones que puede desarrollar y abarcar, y eso incluye también opciones que asustan. A veces, la mayoría de las veces, en realidad, lo que sucede es que la niñez deja esquemas y temas plantados en el alma de una persona y depende del entorno posterior que pasen desapercibidas, que se manifiesten complicando su vida, o que la hagan un tormento.
Alemania es mi catalizador personal. Es un lugar estéril,poco nada humano y muy exigente cuando uno está acostumbrado a otra cosa. No hay sonrisas, charlas, generosidad, autoestima, misericordia o sentimientos. Y esas cosas son muy necesarias, y yo las extraño y sufro su ausencia como pocos. Son aspectos de los que me rodean que alimentan mi alma y que necesito como al aire que respiro. Cuando me faltan, funciono reciclando la reserva acumulada hasta que se acaba. Nada nuevo bajo el sol. Todos funcionamos igual. Y mi reserva hace mucho que se agotó. Antes de llegar a este punto era como cualquiera, disfrutando lo que había para disfrutar y conviviendo con lo que actuaba en detrimento de ese disfrute, a veces mansamente, a veces a manotazos. Aprendí, como cualquiera, a maniobrar para minimizar lo negativo y maximizar lo positivo. Y funcionó bien durante mucho tiempo. O parecía funcionar, no sé si bien o mal, aunque a la luz de lo que hoy me pasa parece que funcionaba mal.
A veces leo sobre experiencias de otros en este y otros lares y veo cómo la mayoría se encuentran en la parte anterior a ese punto de inflexión, y los envidio. No les va ni peor ni mejor que a mí, simplemente todavía tienen, ya sea por alimentación diaria o en reserva, lo que su alma necesita para afrontar el desafío de cada día. Me encantaría sentirme mejor como para poder hacer un recuento de las cosas "normales" que me pasan y que tengo la fortuna de vivir, como cualquier hijo de vecino con un blog. En lugar de eso estoy sumido en estas cosas con las que los alemanes aderezan la vida de los demás. No hay que mezclar: no tienen nada contra mí, simplemente son así. Entre ellos se tratan igual. Es demasiado fácil caer en la tentación de concentrarse en todos sus aspectos negativos y amargarse la vida. Es un proceso normal y que lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué estoy acá? O sea, ¿por qué no me voy?
Pregunta estúpida, que solamente alguien que no haya pasado por el proceso de levantar campamento e irse puede plantear. Para los que pasamos por ese trauma, incluso más de una vez, la pregunta se contesta sola. Es como tratar de justificar por qué 2 más 2 es cuatro. O por qué, a pesar de estar más cerca, la mano no puede tocar el codo pero sí el hombro. Es tan trivial que cuesta dar una explicación más allá del "porque es así". A pesar de eso a veces me veo en la necesidad de pensar y justificar mi decisión de no irme, y eso es muy caro en términos anímicos. Es como desafiar a la matemática y que alguien tenga que empezar de cero a inventar las tablas de multiplicación, solamente para estar seguros (por millonésima vez) de que no hay errores. Te la regalo.
Sin embargo, el hecho continúa y me gustaría poder disfrutar de los problemas normales de sentirme infeliz porque no tengo el tele 3D o el auto ABCD. Si uno le pregunta a una alemana qué anhela en su pareja, te dice cosas como: que me sea fiel, que me trate bien, que me escuche. Cosas que en lo personal aprendí que son la hoja en blanco sin la cual ni siquiera se puede empezar a escribir una relación, y sin embargo, por su pobreza, es a lo máximo a lo que espiran las alemanas. Y yo estoy en una situación parecida. No quiero el auto ABCD, quiero que quererlo y no tenerlo sea mi problema.
En otro orden de cosas el jueves pasado me rallé y me fui en moto a Dubrovnik, en la punta sur de Croacia, vía Eslovenia y Bosnia y Herzegovina. Visité Maribor y Liubliana en Eslovenia, y Varaždin, Zagreb, Gospić, Dubrovnik, Split y Zadar en Croacia. Manejé casi 3000 km en 4 días y tomé sol y respiré aire puro y me codeé con gente. Para esto es que tengo a mi linda japonesa negra.
Con todas las bellezas que vi este fin de semana, una cosa que me quedó para el recuerdo, además de las mujeres, fue que en Croacia ponen carteles con el simbolito de una estación de combustible, una flecha a derecha (o a izquierda) y abajo dice por ejemplo 100 m. Uno pensaría que hay que doblar a la derecha y hacer 100 metros para encontrar combustible, pero no: quiere decir que a esa distancia, a mano derecha, está la susodicha estación. Hasta ahí bien, cosas de convenciones, nada de qué espantarse. Lo gracioso es que si el cartel dice 100 m, lo mínimo que falta son 200. Mínimo. Cómo miden las distancias en Croacia es un misterio para mí... habrán aprendido del INDEC o algo así.
Pero.
De alguna manera no soy feliz. Y no es una felicidad que se me escapa de los dedos porque me falta ese último pedacito (la tele 3D o el auto caro o la mar en coche). Es una felicidad que, o la veo de lejos, o la perdí de vista. Ni siquiera tengo idea de qué es lo que me falta para disfrutar más la vida (aunque ese más parte de la suposición de que la disfruto en alguna medida).
Si bien existe la muy razonable tesis de que uno nunca es realmente feliz, que siempre está en la búsqueda de algo, esa es precisamente la clave. No estar contento no significa ser infeliz. Esa búsqueda, ese motor es lo que nos hace sentir vivos. Como el viajar en moto, el camino es el fin, no el destino, que es meramente circunstancial.
Hay varios motivos para explicar mi situación, lo cual sirve no solamente a propósitos académicos, sino que es además necesario para de alguna manera intentar revertirla. Lo primero que me viene a la mente es mi niñez, que fue condimentada por típicos ingredientes traumatizantes: divorcio, educación rígida, escuela elitista, etc. El efecto que esto tiene en el alma de una criatura de 4-5 años es impredecible en calidad y magnitud. Algunas personas se desarrollan y llevan una vida plena y feliz a pesar de haber vivido y sobrevivido a cosas mucho peores. Otras, a pesar de recibir todo lo que la psicología moderna y el sentido común recomendarían, se convierten en asesinos seriales. La mente humana es maravillosa en la amplitud de permutaciones que puede desarrollar y abarcar, y eso incluye también opciones que asustan. A veces, la mayoría de las veces, en realidad, lo que sucede es que la niñez deja esquemas y temas plantados en el alma de una persona y depende del entorno posterior que pasen desapercibidas, que se manifiesten complicando su vida, o que la hagan un tormento.
Alemania es mi catalizador personal. Es un lugar estéril,
A veces leo sobre experiencias de otros en este y otros lares y veo cómo la mayoría se encuentran en la parte anterior a ese punto de inflexión, y los envidio. No les va ni peor ni mejor que a mí, simplemente todavía tienen, ya sea por alimentación diaria o en reserva, lo que su alma necesita para afrontar el desafío de cada día. Me encantaría sentirme mejor como para poder hacer un recuento de las cosas "normales" que me pasan y que tengo la fortuna de vivir, como cualquier hijo de vecino con un blog. En lugar de eso estoy sumido en estas cosas con las que los alemanes aderezan la vida de los demás. No hay que mezclar: no tienen nada contra mí, simplemente son así. Entre ellos se tratan igual. Es demasiado fácil caer en la tentación de concentrarse en todos sus aspectos negativos y amargarse la vida. Es un proceso normal y que lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué estoy acá? O sea, ¿por qué no me voy?
Pregunta estúpida, que solamente alguien que no haya pasado por el proceso de levantar campamento e irse puede plantear. Para los que pasamos por ese trauma, incluso más de una vez, la pregunta se contesta sola. Es como tratar de justificar por qué 2 más 2 es cuatro. O por qué, a pesar de estar más cerca, la mano no puede tocar el codo pero sí el hombro. Es tan trivial que cuesta dar una explicación más allá del "porque es así". A pesar de eso a veces me veo en la necesidad de pensar y justificar mi decisión de no irme, y eso es muy caro en términos anímicos. Es como desafiar a la matemática y que alguien tenga que empezar de cero a inventar las tablas de multiplicación, solamente para estar seguros (por millonésima vez) de que no hay errores. Te la regalo.
Sin embargo, el hecho continúa y me gustaría poder disfrutar de los problemas normales de sentirme infeliz porque no tengo el tele 3D o el auto ABCD. Si uno le pregunta a una alemana qué anhela en su pareja, te dice cosas como: que me sea fiel, que me trate bien, que me escuche. Cosas que en lo personal aprendí que son la hoja en blanco sin la cual ni siquiera se puede empezar a escribir una relación, y sin embargo, por su pobreza, es a lo máximo a lo que espiran las alemanas. Y yo estoy en una situación parecida. No quiero el auto ABCD, quiero que quererlo y no tenerlo sea mi problema.
En otro orden de cosas el jueves pasado me rallé y me fui en moto a Dubrovnik, en la punta sur de Croacia, vía Eslovenia y Bosnia y Herzegovina. Visité Maribor y Liubliana en Eslovenia, y Varaždin, Zagreb, Gospić, Dubrovnik, Split y Zadar en Croacia. Manejé casi 3000 km en 4 días y tomé sol y respiré aire puro y me codeé con gente. Para esto es que tengo a mi linda japonesa negra.
Con todas las bellezas que vi este fin de semana, una cosa que me quedó para el recuerdo, además de las mujeres, fue que en Croacia ponen carteles con el simbolito de una estación de combustible, una flecha a derecha (o a izquierda) y abajo dice por ejemplo 100 m. Uno pensaría que hay que doblar a la derecha y hacer 100 metros para encontrar combustible, pero no: quiere decir que a esa distancia, a mano derecha, está la susodicha estación. Hasta ahí bien, cosas de convenciones, nada de qué espantarse. Lo gracioso es que si el cartel dice 100 m, lo mínimo que falta son 200. Mínimo. Cómo miden las distancias en Croacia es un misterio para mí... habrán aprendido del INDEC o algo así.
miércoles, 22 de junio de 2011
perita
Sin desviarme para opinar sobre su gestión, el hecho es que desde la llegada a mi querido país (Argentina) de una mujer a la presidencia, el idioma que hablamos se ve constantemente atacado por personas (ella incluída) que sienten la necesidad de una reivindicación o alineación, ya sea por motivos psicológicos, ideológicos, o políticos. La palabra que es abanderada de esta ridiculez es una de mis preferidas y de la que ya hablé alguna vez: presidenta.
Lo que sigue es mucho copiar-y-pegar de un artículo de Wikipedia sobre el tema. Quisiera mencionar que considero Wikipedia una fuente de fuentes, y no una fuente en sí misma. Esto es, cuando necesito información sobre un tema, los artículos que se encuentran en Wikipedia son, salvo en contados casos, opiniones personales de todo tipo y calibre. O sea: mierda. Lo que me interesa son las referencias al pie de página, esas que nos derivan a fuentes con mejores dotes para los asuntos de documentar el saber humano, aunque incluso esa lista, no siempre disponible, tampoco es que sea exhaustiva ni mucho menos. Dicho esto...
En español existen los participios activos como derivados verbales. El participio activo del verbo atacar, es atacante; el de sufrir, es sufriente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'el eseyente'. El que es, es el ente. Tiene entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final 'ente'. Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga.
Quien ignora es ignorante, no ignoranta, quien que preside es presidente, no presidenta... y quien ignora cuando no sólo se le ha llamado la atención de su error y mostrado la forma correcta, sino también explicado por qué, no es ignorante: es necio. O necia.
Me permito agregar unas cuantas palabras para ampliar un poco más el horizonte y como lo mejor es ir a las fuentes, el siguiente texto es de la Real Academia Española y destaco lo más cercano al tema. Quiero agregar que en varias oportunidades la propia RAE tuvo que modificar su postura cuando aceptó erróneamente algún vocablo o definición. Aclaro esto para quienes defienden erróneamente presidenta bajo el paraguas de la aceptación por parte de la RAE como válida. Por lo expuesto anteriormente y las ampliaciones y explicaciones a continuación me permito asegurar en forma taxativa e indudable que la forma correcta es presidente y que presidenta contradice varias normas de la propia Real Academia Española.
Se dice estudiante, no estudianta; se dice paciente, no pacienta; se dice dirigente y no dirigenta.
Quienes dicen presidenta no sólo hacen un mal uso del lenguaje por los motivos que mencioné al principio, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española.
Algún avispado podrá (y así debe ser para una sana discusión en la que uno discute el tema y ataca la opinión en sí y no a su dueño) destacar la existencia de los sustantivos epicenos, o sea, aquellos que, designando seres animados, tienen una forma única y a la que corresponde un solo género gramatical para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince, jefe) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse "la víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano", y no "la víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano". En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: "la orca macho".
La persona que transcribió esto último de la RAE agrega lo siguiente:
Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante.
No obstante, en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).
Creo que este último párrafo es un ejemplo perfecto de lo que comenté antes sobre la mala calidad de los artículos de Wikipedia y de cómo una persona avispada puede recurrir a confundirnos para, a continuación, hacernos dudar de nuestras creencias (correctas o no) y hasta reemplazarlas por otras.
Efectivamente, en el primer párrafo se usa una falacia, haciendo uso de una verdad para demostrar algo que no lo es. Esto lo efectúa mezclando adjetivos como inteligente* con participios activos (discutidos arriba) como dibujante, derivado en este caso del verbo dibujar.
En el segundo párrafo el autor hace referencia a pasados errores (la feminización de términos que no tenían sexo) para justificar los errores que se están cometiendo ahora, y espera su aceptación. Ajá.
Ahora supongamos que en las elecciones presidenciales que están próximas a celebrarse gana un hombre. ¿Le vamos a decir presidento? =P
* edición de última hora: inteligente también es un participio activo, pero en este caso es usado como un adjetivo. Gracias Pablo (ver comentarios).
Lo que sigue es mucho copiar-y-pegar de un artículo de Wikipedia sobre el tema. Quisiera mencionar que considero Wikipedia una fuente de fuentes, y no una fuente en sí misma. Esto es, cuando necesito información sobre un tema, los artículos que se encuentran en Wikipedia son, salvo en contados casos, opiniones personales de todo tipo y calibre. O sea: mierda. Lo que me interesa son las referencias al pie de página, esas que nos derivan a fuentes con mejores dotes para los asuntos de documentar el saber humano, aunque incluso esa lista, no siempre disponible, tampoco es que sea exhaustiva ni mucho menos. Dicho esto...
En español existen los participios activos como derivados verbales. El participio activo del verbo atacar, es atacante; el de sufrir, es sufriente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'el eseyente'. El que es, es el ente. Tiene entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final 'ente'. Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga.
Quien ignora es ignorante, no ignoranta, quien que preside es presidente, no presidenta... y quien ignora cuando no sólo se le ha llamado la atención de su error y mostrado la forma correcta, sino también explicado por qué, no es ignorante: es necio. O necia.
Me permito agregar unas cuantas palabras para ampliar un poco más el horizonte y como lo mejor es ir a las fuentes, el siguiente texto es de la Real Academia Española y destaco lo más cercano al tema. Quiero agregar que en varias oportunidades la propia RAE tuvo que modificar su postura cuando aceptó erróneamente algún vocablo o definición. Aclaro esto para quienes defienden erróneamente presidenta bajo el paraguas de la aceptación por parte de la RAE como válida. Por lo expuesto anteriormente y las ampliaciones y explicaciones a continuación me permito asegurar en forma taxativa e indudable que la forma correcta es presidente y que presidenta contradice varias normas de la propia Real Academia Española.
Se dice estudiante, no estudianta; se dice paciente, no pacienta; se dice dirigente y no dirigenta.
Quienes dicen presidenta no sólo hacen un mal uso del lenguaje por los motivos que mencioné al principio, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española.
Algún avispado podrá (y así debe ser para una sana discusión en la que uno discute el tema y ataca la opinión en sí y no a su dueño) destacar la existencia de los sustantivos epicenos, o sea, aquellos que, designando seres animados, tienen una forma única y a la que corresponde un solo género gramatical para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince, jefe) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse "la víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano", y no "la víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano". En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: "la orca macho".
La persona que transcribió esto último de la RAE agrega lo siguiente:
Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante.
No obstante, en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).
Creo que este último párrafo es un ejemplo perfecto de lo que comenté antes sobre la mala calidad de los artículos de Wikipedia y de cómo una persona avispada puede recurrir a confundirnos para, a continuación, hacernos dudar de nuestras creencias (correctas o no) y hasta reemplazarlas por otras.
Efectivamente, en el primer párrafo se usa una falacia, haciendo uso de una verdad para demostrar algo que no lo es. Esto lo efectúa mezclando adjetivos como inteligente* con participios activos (discutidos arriba) como dibujante, derivado en este caso del verbo dibujar.
En el segundo párrafo el autor hace referencia a pasados errores (la feminización de términos que no tenían sexo) para justificar los errores que se están cometiendo ahora, y espera su aceptación. Ajá.
Ahora supongamos que en las elecciones presidenciales que están próximas a celebrarse gana un hombre. ¿Le vamos a decir presidento? =P
* edición de última hora: inteligente también es un participio activo, pero en este caso es usado como un adjetivo. Gracias Pablo (ver comentarios).
viernes, 17 de junio de 2011
la última vez
Para no ser tildado de materialista o frío, uno debería pregonar, o incluso aceptar como principio, que la felicidad no se puede medir. Medir es básicamente comparar, y para eso se necesitan dos cosas: una unidad de medida y un cero. Yo creo que los encontré. El tema es un poco difuso, de hecho incluso cuesta encontrar el punto cero a partir del cual medir, pero se me ocurrieron un par, mientras que la unidad de medida es la misma que el tiempo. Podemos elegir segundos, minutos o días, eventualmente hasta años, dependiendo la magnitud de lo que vamos a medir.
El punto de partida sería alguno de estos:
Por supuesto que esta escala funciona al revés: mientras más chico el resultado más felices somos. ¡Pss!
El punto de partida sería alguno de estos:
- la última vez que miramos las estrellas,
- la última vez que salimos a caminar porque llovía,
- la última vez que un “te quiero” se nos escapó de los labios,
- la última vez que caminamos haciendo equilibrio por el cordón de la vereda,
- la última vez que escuchamos nuestro propio corazón latir,
- la última vez que extrañamos a alguien que todavía está en nuestra vida,
- la última vez que venía el cumpleaños de alguien valioso para nosotros y supimos exactamente qué regalarle,
- la última vez que nos fuimos a dormir en paz,
- la última vez que nos despertamos y nos alegramos de estar vivos,
- la última vez que comimos unas papas fritas tan ricas que no les agregamos nada,
- la última vez que comimos solos sin sentirnos solos,
- la última vez que nos sentimos verdaderamente acompañados…
Por supuesto que esta escala funciona al revés: mientras más chico el resultado más felices somos. ¡Pss!
jueves, 16 de junio de 2011
o.o
No ando bien. No, no es que espero que la ONU me declare patrimonio de la humanidad y mi cumpleaños sea feriado universal y siguen sin llamarme. Pero no ando bien. Para nada.
Volví la semana pasada de estar 17 días en casa, y en lugar de ser una experiencia gloriosa fue peor que venir cada día al trabajo con un jefe de mierda (que no lo tengo), salvo por los 5 días que pasé con mi familia tratando de pretender ser un humano más. Lo intento, juro que lo intento, pero no me sale. Parece que no me enamoré jamás de Novia. Parece que nunca hubiera estado en mi corazón. La quiero muchísimo, de eso no hay duda. Quién podría no quererla. Es linda, buena y graciosa. No graciosa de chistosa, sino de que tiene una gracia de esas inalcanzables para el resto de nosotros los que andamos por el mundo intentando ser buena gente y tener un corazón grande como el que más. Porque ella lo tiene y se lo envidio. Pero en esto parece que salí a mi mamá: prefiero malo inteligente que bueno tonto. El bueno tonto es para tenerlo a tu alrededor y sentirte seguro, pero el malo inteligente es el interesante y no hay antídoto.
[Momento de respirar hondo y reflexionar lo que se pueda.]
Tengo depresión, y se supone que no me puedo sentir bien. Pero ya viene de hace 3 años (oficial) y de todavía más (presentido). Nunca fui una persona fiestera, de esas que hacen la diferencia positiva en una celebración. Siempre me gustó más bien estar a un lado, o atrás, observando y disfrutando cómo los otros sonríen. No me gusta bailar pero envidio profundamente a los que lo hacen. No tomo ni fumo. Conservo la derecha cuando manejo. Cedo el asiento. Tengo rutinas. Me baño en lugar de usar desodorante. Soy fiel. Tengo mal carácter. Soy generoso con aquellos que quiero, en tiempo y dinero.
Y todo lo que soy no ha hecho más que deteriorarse en los últimos años, empezando el día en que conocí a Ex-novia. Linda como pocas mujeres en este planeta (y probablemente algún otro). Inteligente. Buen corazón. Puta. Hasta donde sé nunca me cuerneó, pero durante el año que estuvimos juntos aprendí lo que me había avisado mi padre: nunca preguntes por el pasado de una mujer. Mi padre nunca se ganó mi respeto (ni el de nadie) y por eso tomé su consejo con pinzas. Pero como la mayor parte de la humanidad, me eduqué en una burbuja en todo lo que respecta a la mujer y cuando me vi enfrentado con una realidad que me imaginaba y sabía que existía, pero no esperaba, me mató.
Dicen que lo que no te destruye te hace más fuerte. Idioteces. Hay cosas que simplemente matan partes de uno. Cosas de las que no se puede salir bien. De las que no hay moraleja. Ganancia. Crecimiento. Ventaja. Lado positivo. Cosas de las que, si se sobrevive, uno sale peor y punto. Algo se marchitó, se deterioró, y no hay posibilidad de recuperarlo.
Cuando la conocí yo sabía que no era una virgencita y no me importaba (tan delirante no era), pero me acuerdo que a los 3 días de salir con ella pensé y dije que esperaba que no destruyera mi inocencia.
Pum.
Inoc / encia.
Rota.
Y eso no se recupera. No hay ganancia con perder la inocencia. Uno no necesita ser lastimado de esa forma para volverse más realista, y no hay ganancia en perder toda posibilidad de ser optimista.
Las mujeres nacen con unos 500 óvulos y en el período desde los 12 años o algo así, hasta la menopausia, los van soltando. Cada óvulo es único y no hay otro, y cada uno que se va es un hijo, un ser humano que no va a tener nunca más la posibilidad de nacer y desarrollarse.
Las personas nace con una unidad de muchas cosas, la inocencia es una de ellas. Y la mía ya no me acompaña. La depresión, en este caso, lo que hace es cerrarle el paso a todo un montón de cosas que creo que valen la pena ser vividas. Cosas que tengo, ni siquiera tengo que ir a buscarlas o luchar contra dragones o tempestades para conseguirlas. Es por eso que no tomo y ejecuto la decisión de separarme de Novia. No confío en mí. Sé que no estoy en posición de tomar las mejores decisiones. Pero por respeto a ella y por mí más que nada tengo que encontrar la salida de este infierno, volver a ser yo o lo que quede de mí y poner esta vida en acción, que para eso la tengo. Y no sé cómo, y la ayuda que pido a gritos se me niega.
La semana que viene empieza un nuevo capítulo. Voy a visitar a 2 profesionales que me recomendaron, a ver qué me dicen.
Volví la semana pasada de estar 17 días en casa, y en lugar de ser una experiencia gloriosa fue peor que venir cada día al trabajo con un jefe de mierda (que no lo tengo), salvo por los 5 días que pasé con mi familia tratando de pretender ser un humano más. Lo intento, juro que lo intento, pero no me sale. Parece que no me enamoré jamás de Novia. Parece que nunca hubiera estado en mi corazón. La quiero muchísimo, de eso no hay duda. Quién podría no quererla. Es linda, buena y graciosa. No graciosa de chistosa, sino de que tiene una gracia de esas inalcanzables para el resto de nosotros los que andamos por el mundo intentando ser buena gente y tener un corazón grande como el que más. Porque ella lo tiene y se lo envidio. Pero en esto parece que salí a mi mamá: prefiero malo inteligente que bueno tonto. El bueno tonto es para tenerlo a tu alrededor y sentirte seguro, pero el malo inteligente es el interesante y no hay antídoto.
[Momento de respirar hondo y reflexionar lo que se pueda.]
Tengo depresión, y se supone que no me puedo sentir bien. Pero ya viene de hace 3 años (oficial) y de todavía más (presentido). Nunca fui una persona fiestera, de esas que hacen la diferencia positiva en una celebración. Siempre me gustó más bien estar a un lado, o atrás, observando y disfrutando cómo los otros sonríen. No me gusta bailar pero envidio profundamente a los que lo hacen. No tomo ni fumo. Conservo la derecha cuando manejo. Cedo el asiento. Tengo rutinas. Me baño en lugar de usar desodorante. Soy fiel. Tengo mal carácter. Soy generoso con aquellos que quiero, en tiempo y dinero.
Y todo lo que soy no ha hecho más que deteriorarse en los últimos años, empezando el día en que conocí a Ex-novia. Linda como pocas mujeres en este planeta (y probablemente algún otro). Inteligente. Buen corazón. Puta. Hasta donde sé nunca me cuerneó, pero durante el año que estuvimos juntos aprendí lo que me había avisado mi padre: nunca preguntes por el pasado de una mujer. Mi padre nunca se ganó mi respeto (ni el de nadie) y por eso tomé su consejo con pinzas. Pero como la mayor parte de la humanidad, me eduqué en una burbuja en todo lo que respecta a la mujer y cuando me vi enfrentado con una realidad que me imaginaba y sabía que existía, pero no esperaba, me mató.
Dicen que lo que no te destruye te hace más fuerte. Idioteces. Hay cosas que simplemente matan partes de uno. Cosas de las que no se puede salir bien. De las que no hay moraleja. Ganancia. Crecimiento. Ventaja. Lado positivo. Cosas de las que, si se sobrevive, uno sale peor y punto. Algo se marchitó, se deterioró, y no hay posibilidad de recuperarlo.
Cuando la conocí yo sabía que no era una virgencita y no me importaba (tan delirante no era), pero me acuerdo que a los 3 días de salir con ella pensé y dije que esperaba que no destruyera mi inocencia.
Pum.
Inoc / encia.
Rota.
Y eso no se recupera. No hay ganancia con perder la inocencia. Uno no necesita ser lastimado de esa forma para volverse más realista, y no hay ganancia en perder toda posibilidad de ser optimista.
Las mujeres nacen con unos 500 óvulos y en el período desde los 12 años o algo así, hasta la menopausia, los van soltando. Cada óvulo es único y no hay otro, y cada uno que se va es un hijo, un ser humano que no va a tener nunca más la posibilidad de nacer y desarrollarse.
Las personas nace con una unidad de muchas cosas, la inocencia es una de ellas. Y la mía ya no me acompaña. La depresión, en este caso, lo que hace es cerrarle el paso a todo un montón de cosas que creo que valen la pena ser vividas. Cosas que tengo, ni siquiera tengo que ir a buscarlas o luchar contra dragones o tempestades para conseguirlas. Es por eso que no tomo y ejecuto la decisión de separarme de Novia. No confío en mí. Sé que no estoy en posición de tomar las mejores decisiones. Pero por respeto a ella y por mí más que nada tengo que encontrar la salida de este infierno, volver a ser yo o lo que quede de mí y poner esta vida en acción, que para eso la tengo. Y no sé cómo, y la ayuda que pido a gritos se me niega.
La semana que viene empieza un nuevo capítulo. Voy a visitar a 2 profesionales que me recomendaron, a ver qué me dicen.
jueves, 19 de mayo de 2011
entre pedófilo y terrorista
En esta era en la que todos somos sospechosos, donde para tomarse un avión uno es presumido culpable de terrorismo, estafa, contrabando e inmigración ilegal, todo en un espacio de 5 minutos, la Fotografía como arte, afición, disciplina y deporte, se está transformando en un pecado mayúsculo.
Una vez, caminando en una peatonal de una ciudad al norte de Alemania, vi a un tipo de unos 70 años haciendo guardia en la puerta de un negocio de zapatos para mujeres, mirando hacia dentro. En un segundo se puso en cuclillas, sacó una cámara, hizo una foto, se la guardó en el bolsillo interno del abrigo y se fue. Cuando la perspectiva me lo permitió, vi que el sujeto de la foto era una mujer joven con una pollera corta, sentada y probándose zapatos. Lo que hizo ese individuo me dio asco por dos motivos: 1) lo lascivo de la actitud y 2) que si lo que le interesa es ver ropa interior hay otras maneras que no sean darle un mal nombre a una disciplina artística que, casualmente, adoro. Idiotas de esta calaña son los que combinan perfectamente con los de la otra calaña: los que piensan que el mundo gira a su alrededor y todos queremos una parte de él, y por eso son fotografiados (según ellos, y únicamente ellos). Estoy hablando de esos imbéciles que no aceptan que están en público, en un lugar público, y sus patéticas vidas vacías no tienen por qué ser llenadas con debates y acosos a personas que solamente practican una afición sin molestar a nadie. No, no sos interesante; lo único que me interesa son los pobres fotones que tuvieron la mala suerte de rebotar en tu insignificante anatomía. Necesitás tratamiento y supervisión para salir a barrer la vereda, y deberías estar cociendo canastas de mimbre en una habitación blanca de paredes acolchadas. Y tenés que entender que cuando te saco una foto con una cámara digital no estoy robando tu alma. Cualquier idiota sabe que eso solamente pasa con cámaras analógicas...
Casualmente, estos entes tienen la costumbre de patalear en magnitud directamente proporcional a su insignificancia en la jerarquía en la que se encuentran.
Diariamente somos filmados, fotografiados y rastreados sin asco. Cuando entramos a un banco, usamos un cajero automático, vamos al supermercado, cargamos combustible, pasamos por un edificio público o en un centro de compras. Y no se trata de esas camaritas pedorras de 160x240 puntos de resolución y en blanco y negro de los ’80 a 2 cuadros por segundo. Son cámaras de muy alta resolución que pueden diagnosticarte un melanoma al costado de la nariz desde el momento en que dejás tu auto en el estacionamiento a 300 metros de la puerta de entrada al bendito supermercado. Nuestros números de cuenta, nuestra dirección postal y electrónica, nuestros hábitos, preferencias, hasta nuestra gramática... todo es supervisado en esta era de la psicosis y las fobias. Las amenazas que nos acechan justifican cualquier limitación a las libertades individuales. Cerrarle la puerta en la cara a alguien porque no lo conozco y no quiero que entre a mi edificio es lo peor que me han inculcado los robos de esta era. Me avergüenzo. Pero no encuentro alternativa. El miedo nos penetró.
El sentido común y la decencia son paradigmas fallidos. Hay que aceptarlo y no pretender llevarse la vida por delante o educar a nuestros hijos con ningún tipo de principios anticuados y sobre todo inútiles. Agarrar lo que esté al alcance de la mano, aunque no me pertenezca. Aprovecharme de los que me rodean. Priorizar a las personas por su utilidad y no por su valor como seres humanos. No aceptar opiniones en contrario. No ponerme en el lugar del otro (mucho, demasiado esfuerzo). No valorar lo que no es medible. Aprovechar que algo es legal (o que no es ilegal) para justificar lo indecente, deshonesto o injusto.
La mayoría de estos imbéciles que saltan y asaltan por haber sido fotografiados no son simplemente personas psicóticamente preocupadas por su "seguridad", sino que interna y pervertidamente se alegran de la oportunidad de poder coercer a alguien de acuerdo a su visión particular del mundo. Me dan asco y si no fuera caer precisamente en lo mismo que estoy criticando, por mí que los usen para hacer harina.
He dicho.
11 horas y 36 minutos...
Una vez, caminando en una peatonal de una ciudad al norte de Alemania, vi a un tipo de unos 70 años haciendo guardia en la puerta de un negocio de zapatos para mujeres, mirando hacia dentro. En un segundo se puso en cuclillas, sacó una cámara, hizo una foto, se la guardó en el bolsillo interno del abrigo y se fue. Cuando la perspectiva me lo permitió, vi que el sujeto de la foto era una mujer joven con una pollera corta, sentada y probándose zapatos. Lo que hizo ese individuo me dio asco por dos motivos: 1) lo lascivo de la actitud y 2) que si lo que le interesa es ver ropa interior hay otras maneras que no sean darle un mal nombre a una disciplina artística que, casualmente, adoro. Idiotas de esta calaña son los que combinan perfectamente con los de la otra calaña: los que piensan que el mundo gira a su alrededor y todos queremos una parte de él, y por eso son fotografiados (según ellos, y únicamente ellos). Estoy hablando de esos imbéciles que no aceptan que están en público, en un lugar público, y sus patéticas vidas vacías no tienen por qué ser llenadas con debates y acosos a personas que solamente practican una afición sin molestar a nadie. No, no sos interesante; lo único que me interesa son los pobres fotones que tuvieron la mala suerte de rebotar en tu insignificante anatomía. Necesitás tratamiento y supervisión para salir a barrer la vereda, y deberías estar cociendo canastas de mimbre en una habitación blanca de paredes acolchadas. Y tenés que entender que cuando te saco una foto con una cámara digital no estoy robando tu alma. Cualquier idiota sabe que eso solamente pasa con cámaras analógicas...
Casualmente, estos entes tienen la costumbre de patalear en magnitud directamente proporcional a su insignificancia en la jerarquía en la que se encuentran.
Diariamente somos filmados, fotografiados y rastreados sin asco. Cuando entramos a un banco, usamos un cajero automático, vamos al supermercado, cargamos combustible, pasamos por un edificio público o en un centro de compras. Y no se trata de esas camaritas pedorras de 160x240 puntos de resolución y en blanco y negro de los ’80 a 2 cuadros por segundo. Son cámaras de muy alta resolución que pueden diagnosticarte un melanoma al costado de la nariz desde el momento en que dejás tu auto en el estacionamiento a 300 metros de la puerta de entrada al bendito supermercado. Nuestros números de cuenta, nuestra dirección postal y electrónica, nuestros hábitos, preferencias, hasta nuestra gramática... todo es supervisado en esta era de la psicosis y las fobias. Las amenazas que nos acechan justifican cualquier limitación a las libertades individuales. Cerrarle la puerta en la cara a alguien porque no lo conozco y no quiero que entre a mi edificio es lo peor que me han inculcado los robos de esta era. Me avergüenzo. Pero no encuentro alternativa. El miedo nos penetró.
El sentido común y la decencia son paradigmas fallidos. Hay que aceptarlo y no pretender llevarse la vida por delante o educar a nuestros hijos con ningún tipo de principios anticuados y sobre todo inútiles. Agarrar lo que esté al alcance de la mano, aunque no me pertenezca. Aprovecharme de los que me rodean. Priorizar a las personas por su utilidad y no por su valor como seres humanos. No aceptar opiniones en contrario. No ponerme en el lugar del otro (mucho, demasiado esfuerzo). No valorar lo que no es medible. Aprovechar que algo es legal (o que no es ilegal) para justificar lo indecente, deshonesto o injusto.
La mayoría de estos imbéciles que saltan y asaltan por haber sido fotografiados no son simplemente personas psicóticamente preocupadas por su "seguridad", sino que interna y pervertidamente se alegran de la oportunidad de poder coercer a alguien de acuerdo a su visión particular del mundo. Me dan asco y si no fuera caer precisamente en lo mismo que estoy criticando, por mí que los usen para hacer harina.
He dicho.
11 horas y 36 minutos...
martes, 3 de mayo de 2011
pip... pip... pum
Me fui a Italia con Novia y una pareja amiga en Pascua. Hace cosa de un año conocí hace a uno en la empresa que tiene a su cargo algunos autos lindos con partes en desarrollo que necesitan ser usadas, así que cuando le dije que iba a hacer 2000 km en un fin de semana me dio un BMW 740xd. Novia y compañía encantados, mientras que a un servidor le salía el hilito de baba y, si me miraban con atención y de cerca, un poco de espuma.
El fin de semana transcurrió sin novedad, si no fuera porque una vez más el podrido sensor de estacionamiento me jugó otra de las suyas. Me explico...
Como demuestra la foto de arriba, un servidor puede estacionar. Un servidor no es inútil en este aspecto, dado que trabajó un verano entero en el aquél entonces único hotel 5 estrellas de Mar del Plata llevando valijas y estacionando autos caros, y nunca ni siquiera tocó un auto, mucho menos rayarlo o abollarlo.
La cosa que en el viaje de vuelta, habiendo parado en la Autogrill de la A1 cerca de Boloña para comprar salame, estacioné el auto de cola contra (literalmente) un poste que sostenía una sombra. El bendito sensor dijo "pip". Un segundo después se dignó a estirar nuevamente sus siliconadas cuerdas vocales con otro "pip". Medio segundo después el paragolpes de plástico de la mole que yo estaba manejando sufrió lo que mi italiano navegador elegantemente llamó "ma che cazzo!!!". No hubo daño permanente en el auto, solamente en mi orgullo. Es que si el podrido aparato no existiera uno confiaría más en sus sentidos y no se relajaría y pensaría que la porquería esa me va a enseñar a estacionar y la rep... Bué, pa' qué exaltarse. El viaje también tuvo momentos como este...
Pero bueno, cumplida la labor de verter la sanata que tenía en la cabeza después de un fin de semana interesante, tengo una tarea por delante y mejor ponerme a resolverla...
• ¿Te llevas bien con tu suegra? Depende. Las últimas dos semanas de maravilla. Pero el domingo la tengo que ver así que eso puede cambiar.
• ¿Cuál es tu reto? Salir de la depresión que tengo.
• ¿Qué le dirías a tu jefe si te toca la lotería? Gracias. El tipo es un capo. Con su dialecto bávaro siempre anda preocupado de que entienda todo y no me quede colgado en las reuniones. La verdad que no creo que vaya a renunciar por haberme sacado la lotería.
• ¿Qué harías si descubrieras que alguien te está mintiendo? Lo de siempre: matarlo. Al menos en mi mente. A partir de ahí es una estadística, algo que hace que las ratas parezcan más agradables.
• Si se quema tu casa y sólo puedes salvar una cosa ¿Qué salvas? La cámara.
• Entras en un sitio con mucha gente, ¿qué haces? Busco un rincón desde donde pueda establecer un puesto de observación.
• ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Depende de lo que piense hacer con el vaso o el líquido que contiene.
• Te encuentras una lámpara mágica, ¿qué tres deseos pedirías? Salir de la depre, y no volver a caer. El tercero me lo reservo, pero incluye un arsenal interesante.
• ¿Cuál es tu canción favorita? No tengo cosas “favoritas”. La canción “favorita”, el color “favorito”, la comida “favorita”… son inventos para adolescentes y no tanto que intentan demostrar su desarrollada personalidad pretendiendo que tienen gustos definidos.
• ¿Por qué creaste tu blog? Ídem Luisa.
• ¿Cómo te ves dentro de 5 años? No me veo. No quiero mirar. Estoy deprimido.
• ¿Qué hubieses querido ser (que no sea la profesión que tienes ahora)? Tarzán. O el marido de Kate Beckinsale.
• ¿Cuáles son las tres cualidades que más valoras en tu pareja (real o potencial)? Su inteligencia, que me haga ver el mundo de distinta manera y me hace ver que no todo es como yo lo veo, pero que también me entienda. Un idiota no puede entender a los demás porque le falta la capacidad de ponerse en los zapatos del otro. Una persona inteligente, aunque sea por diversión, disfruta haciendo justamente eso. Su belleza humana. Creo que sobran las explicaciones. Su belleza física. Soy una persona muy visual.
• ¿Qué cosa te gustaría hacer, sí o sí, antes de dejar este mundo? Salir de la depre. El resto cae por decantación. A muchos les falta enterarse. Y ni siquiera puedo hacer gala de que por lo menos aprendí algo y capitalizar esta mierda de depresión, porque ya lo sabía. Siempre chillé de placer por el solo hecho de estar vivo.
• ¿Estás feliz con quien eres? Si pudieras, ¿cambiarías algo? ¿Qué y por qué? Más o menos. Feliz no estoy, o mejor dicho, no soy, pero no sé por qué. Creo que soy buena yerba. ¿Cambiar algo? Sí, me gustaría vivir en otro lado. No, corrijo: me gustaría vivir. Punto. El resto, la verdad, así como estoy, me es irrelevante.
• ¿Tu lugar en el mundo? En mi hogar, que por definición es ahí donde me extrañan.
• ¿Una frase? Me gustaría poner algo profundo, o creativo, o chistoso. Pero hoy es uno de esos días...
• ¿Qué haces para mimarte? Hace rato que no tengo ganas de mimarme.
• ¿Qué haces cuando sentís que no tienes ganas de nada? Sigo.
• ¿Si pudieras cambiarte por alguien, por quién te cambiarías? Por mi padre, así él, como es, no hubiera existido.
• ¿Qué es lo peor que has hecho en tu vida? Ay Pablo, justo eso… En fin, acá voy. Cuando era chico tenía un hámster, y mientras tomaba agua le apreté la botellita de plástico para hacerle un chiste, y el chorro de agua le pegó en el ojito y lo perdió. Me estremezco cada vez que pienso en eso, y fue a hace casi 20 años.
Mi pregunta: ¿Cómo te imaginás la vida en paraíso?
El fin de semana transcurrió sin novedad, si no fuera porque una vez más el podrido sensor de estacionamiento me jugó otra de las suyas. Me explico...
Como demuestra la foto de arriba, un servidor puede estacionar. Un servidor no es inútil en este aspecto, dado que trabajó un verano entero en el aquél entonces único hotel 5 estrellas de Mar del Plata llevando valijas y estacionando autos caros, y nunca ni siquiera tocó un auto, mucho menos rayarlo o abollarlo.
La cosa que en el viaje de vuelta, habiendo parado en la Autogrill de la A1 cerca de Boloña para comprar salame, estacioné el auto de cola contra (literalmente) un poste que sostenía una sombra. El bendito sensor dijo "pip". Un segundo después se dignó a estirar nuevamente sus siliconadas cuerdas vocales con otro "pip". Medio segundo después el paragolpes de plástico de la mole que yo estaba manejando sufrió lo que mi italiano navegador elegantemente llamó "ma che cazzo!!!". No hubo daño permanente en el auto, solamente en mi orgullo. Es que si el podrido aparato no existiera uno confiaría más en sus sentidos y no se relajaría y pensaría que la porquería esa me va a enseñar a estacionar y la rep... Bué, pa' qué exaltarse. El viaje también tuvo momentos como este...
Pero bueno, cumplida la labor de verter la sanata que tenía en la cabeza después de un fin de semana interesante, tengo una tarea por delante y mejor ponerme a resolverla...
• ¿Te llevas bien con tu suegra? Depende. Las últimas dos semanas de maravilla. Pero el domingo la tengo que ver así que eso puede cambiar.
• ¿Cuál es tu reto? Salir de la depresión que tengo.
• ¿Qué le dirías a tu jefe si te toca la lotería? Gracias. El tipo es un capo. Con su dialecto bávaro siempre anda preocupado de que entienda todo y no me quede colgado en las reuniones. La verdad que no creo que vaya a renunciar por haberme sacado la lotería.
• ¿Qué harías si descubrieras que alguien te está mintiendo? Lo de siempre: matarlo. Al menos en mi mente. A partir de ahí es una estadística, algo que hace que las ratas parezcan más agradables.
• Si se quema tu casa y sólo puedes salvar una cosa ¿Qué salvas? La cámara.
• Entras en un sitio con mucha gente, ¿qué haces? Busco un rincón desde donde pueda establecer un puesto de observación.
• ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Depende de lo que piense hacer con el vaso o el líquido que contiene.
• Te encuentras una lámpara mágica, ¿qué tres deseos pedirías? Salir de la depre, y no volver a caer. El tercero me lo reservo, pero incluye un arsenal interesante.
• ¿Cuál es tu canción favorita? No tengo cosas “favoritas”. La canción “favorita”, el color “favorito”, la comida “favorita”… son inventos para adolescentes y no tanto que intentan demostrar su desarrollada personalidad pretendiendo que tienen gustos definidos.
• ¿Por qué creaste tu blog? Ídem Luisa.
• ¿Cómo te ves dentro de 5 años? No me veo. No quiero mirar. Estoy deprimido.
• ¿Qué hubieses querido ser (que no sea la profesión que tienes ahora)? Tarzán. O el marido de Kate Beckinsale.
• ¿Cuáles son las tres cualidades que más valoras en tu pareja (real o potencial)? Su inteligencia, que me haga ver el mundo de distinta manera y me hace ver que no todo es como yo lo veo, pero que también me entienda. Un idiota no puede entender a los demás porque le falta la capacidad de ponerse en los zapatos del otro. Una persona inteligente, aunque sea por diversión, disfruta haciendo justamente eso. Su belleza humana. Creo que sobran las explicaciones. Su belleza física. Soy una persona muy visual.
• ¿Qué cosa te gustaría hacer, sí o sí, antes de dejar este mundo? Salir de la depre. El resto cae por decantación. A muchos les falta enterarse. Y ni siquiera puedo hacer gala de que por lo menos aprendí algo y capitalizar esta mierda de depresión, porque ya lo sabía. Siempre chillé de placer por el solo hecho de estar vivo.
• ¿Estás feliz con quien eres? Si pudieras, ¿cambiarías algo? ¿Qué y por qué? Más o menos. Feliz no estoy, o mejor dicho, no soy, pero no sé por qué. Creo que soy buena yerba. ¿Cambiar algo? Sí, me gustaría vivir en otro lado. No, corrijo: me gustaría vivir. Punto. El resto, la verdad, así como estoy, me es irrelevante.
• ¿Tu lugar en el mundo? En mi hogar, que por definición es ahí donde me extrañan.
• ¿Una frase? Me gustaría poner algo profundo, o creativo, o chistoso. Pero hoy es uno de esos días...
• ¿Qué haces para mimarte? Hace rato que no tengo ganas de mimarme.
• ¿Qué haces cuando sentís que no tienes ganas de nada? Sigo.
• ¿Si pudieras cambiarte por alguien, por quién te cambiarías? Por mi padre, así él, como es, no hubiera existido.
• ¿Qué es lo peor que has hecho en tu vida? Ay Pablo, justo eso… En fin, acá voy. Cuando era chico tenía un hámster, y mientras tomaba agua le apreté la botellita de plástico para hacerle un chiste, y el chorro de agua le pegó en el ojito y lo perdió. Me estremezco cada vez que pienso en eso, y fue a hace casi 20 años.
Mi pregunta: ¿Cómo te imaginás la vida en paraíso?
miércoles, 30 de marzo de 2011
la puerta
Caminando por el aeropuerto de Guarulhos, San Pablo, Brasil. Principios de enero. Buscando mi puerta de salida.
Puerta 18, vuelo de Iberia con destino a Madrid.
- nena chiquita: ¡buaaaa! ¡buaaaaaaaaaa!
- mamá de nena chiquita: pero mi amor, ¿qué se te calló? No estaba mirando.
- señor cuarentón al teléfono: bla mmfff bla prffdsss bla
- pareja de ancianos (él): ...y cuando llegué le dije que cómo pretendía que yo entendiera...
- pareja de ancianos (ella): sí, a veces se olvida que la llevaste hasta el centro.
- tres amigos riéndose...
Puerta 19, vuelo de Air France con destino a París.
- familia de marroquíes: BLA5 BLA5 BLA5
- pareja joven (ella): Vous aimez le sport?
- pareja joven (él): Oui. Il fait du tennis. Tu viens avec nous?...
- chicos jugando...
- más gente conversando...
Puerta 20, vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino a Buenos Aires.
- 2 nenas pasan corriendo...
- chica joven #1: ¿te parece?
- chica joven #2: segurísima, el que hace eso tiene el mismo...
- hombre bajito, a un señor de traje: ¿tiene hora?
- más gente conversando, alguno riéndose...
Puerta 21, vuelo de Lufthansa a Múnich.
-
-
-
-
Una posible interpretación es que alguien desconectó el audio. O que había un funeral. O que se pelearon todos. O vaya uno a saber.
En realidad este posto lo escribí allá lejos y hace tiempo cuando vine de casa la última vez, pero no lo publiqué porque me pareció que despotricar sobre los alemanes era más tarea de James Dean =/
Pero este fin de semana conocí una alemana que estuvo viviendo en las islas Canarias los últimos 22 años y volvió el años pasado a probar mejor suerte por estos lares, después de que la economía española, a falta de colonias y UE, tenga que empezar a valerse por sí misma. Cosa que parece que no puede.
Pero sin irme de tema, la pobre está de inmigrante en su propia tierra, cosa bastante triste, algo que a mí mismo me mantiene en vela porque sé que tarde o temprano voy a tener que afrontar. Cuando uno emigra, caiga donde caiga, ve pros y contras y los procesa como sea, pero la tierra que recibe siempre es foránea, siempre es "ellos". Nunca "nosotros". No hay raíces en ese lugar, sin importar lo positivo de la experiencia. Pero al volver al país de uno, al "nosotros", a las raíces, y ver cosas que no nos gustan, algo que si "ellos" hacen es simplemente molesto, pero si "nosotros" lo hacemos sentimos vergüenza. Por otro lado, cuando "ellos" hacen algo positivo los admiramos, pero cuando "nosotros" hacemos algo positivo nos llena de orgullo.
Mi experiencia en Alemania no es diferente; no importa lo que pase, no me siento avergonzado (bueno, a veces siento vergüenza ajena, de ser humano, de pertenecer a la misma raza) ni tampoco orgulloso, a pesar de que los admiro profundamente por cómo hacen ciertas cosas, en general todo lo relacionado con máquinas o sistemas, su dedicación y obsesión por la perfección, en el buen sentido.
En fin, hoy no hay corolario ni cerrar el círculo. Un poco de descargar la cabeza, nomás.
Puerta 18, vuelo de Iberia con destino a Madrid.
- nena chiquita: ¡buaaaa! ¡buaaaaaaaaaa!
- mamá de nena chiquita: pero mi amor, ¿qué se te calló? No estaba mirando.
- señor cuarentón al teléfono: bla mmfff bla prffdsss bla
- pareja de ancianos (él): ...y cuando llegué le dije que cómo pretendía que yo entendiera...
- pareja de ancianos (ella): sí, a veces se olvida que la llevaste hasta el centro.
- tres amigos riéndose...
Puerta 19, vuelo de Air France con destino a París.
- familia de marroquíes: BLA5 BLA5 BLA5
- pareja joven (ella): Vous aimez le sport?
- pareja joven (él): Oui. Il fait du tennis. Tu viens avec nous?...
- chicos jugando...
- más gente conversando...
Puerta 20, vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino a Buenos Aires.
- 2 nenas pasan corriendo...
- chica joven #1: ¿te parece?
- chica joven #2: segurísima, el que hace eso tiene el mismo...
- hombre bajito, a un señor de traje: ¿tiene hora?
- más gente conversando, alguno riéndose...
Puerta 21, vuelo de Lufthansa a Múnich.
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Una posible interpretación es que alguien desconectó el audio. O que había un funeral. O que se pelearon todos. O vaya uno a saber.
En realidad este posto lo escribí allá lejos y hace tiempo cuando vine de casa la última vez, pero no lo publiqué porque me pareció que despotricar sobre los alemanes era más tarea de James Dean =/
Pero este fin de semana conocí una alemana que estuvo viviendo en las islas Canarias los últimos 22 años y volvió el años pasado a probar mejor suerte por estos lares, después de que la economía española, a falta de colonias y UE, tenga que empezar a valerse por sí misma. Cosa que parece que no puede.
Pero sin irme de tema, la pobre está de inmigrante en su propia tierra, cosa bastante triste, algo que a mí mismo me mantiene en vela porque sé que tarde o temprano voy a tener que afrontar. Cuando uno emigra, caiga donde caiga, ve pros y contras y los procesa como sea, pero la tierra que recibe siempre es foránea, siempre es "ellos". Nunca "nosotros". No hay raíces en ese lugar, sin importar lo positivo de la experiencia. Pero al volver al país de uno, al "nosotros", a las raíces, y ver cosas que no nos gustan, algo que si "ellos" hacen es simplemente molesto, pero si "nosotros" lo hacemos sentimos vergüenza. Por otro lado, cuando "ellos" hacen algo positivo los admiramos, pero cuando "nosotros" hacemos algo positivo nos llena de orgullo.
Mi experiencia en Alemania no es diferente; no importa lo que pase, no me siento avergonzado (bueno, a veces siento vergüenza ajena, de ser humano, de pertenecer a la misma raza) ni tampoco orgulloso, a pesar de que los admiro profundamente por cómo hacen ciertas cosas, en general todo lo relacionado con máquinas o sistemas, su dedicación y obsesión por la perfección, en el buen sentido.
En fin, hoy no hay corolario ni cerrar el círculo. Un poco de descargar la cabeza, nomás.
martes, 22 de marzo de 2011
lunes, 21 de marzo de 2011
Fukushima
Ninguna duda: lo mío es chiquito. Pero es una realidad que las cosas nos influyen en forma directamente proporcional a su magnitud e inversamente proporcional a la distancia, no solamente física sino también emocional.
Nikita se muere. Hace unas 36 horas que no come y casi no se mueve. Yace de costado y no reacciona. Apenas respira. Está agonizando y me rompe el alma verla así. Esta mañana salí de casa, cerré la puerta, fui a la cochera y cuando estaba por poner la moto en marcha me dí media vuelta y subí otra vez a ver si podía aunque sea darle agua. No quiso. Ni siquiera abrió los ojos. En un rato me voy de la oficina porque sí o sí tengo que llegar a casa antes que Novia y que la encuentre muerta.
Nikita se muere. Hace unas 36 horas que no come y casi no se mueve. Yace de costado y no reacciona. Apenas respira. Está agonizando y me rompe el alma verla así. Esta mañana salí de casa, cerré la puerta, fui a la cochera y cuando estaba por poner la moto en marcha me dí media vuelta y subí otra vez a ver si podía aunque sea darle agua. No quiso. Ni siquiera abrió los ojos. En un rato me voy de la oficina porque sí o sí tengo que llegar a casa antes que Novia y que la encuentre muerta.
miércoles, 9 de febrero de 2011
lo que me gusta
Hace muuucho tiempo alguien (creo que Luisa, pero tengo mucha fiaca como para ponerme a buscar) me preguntaron por 6 cosas que me gustan. Con el fin de semana atroz que tuve en mi guerra con la cocina*, no me acuerdo qué contesté... ni tampoco cómo me llamo, para ser honesto.
*cambié la cocina y para eso tuve que desmontar la vieja, ir a comprar la nueva (que pesa 140 kg), subirla a mi departamento y comenzar la operación de montaje. Batallas perdidas, batallas ganadas, la cocina está siendo instalada. Tengo cortes, ampollas, agujeros, arañazos y demás cicatrices que prueban sin lugar a dudas mi total inoperancia a la hora de usar herramientas. Pero soy cabeza dura y quiero aprender, así que sigo.
En fin, hoy me levanté de buen humor y empecé a acordarme de algunas cosas que me gustan:
- esperar el cole, mirando a la gente y pensando quiénes son, qué hacen, a dónde van, cómo se sienten...
- la lluvia. Mucha gente se siente miserable cuando llueve, yo me alegro, la disfruto como si fuera dulce de leche.
- caminar con los ojos cerrados. Durante un tiempo viví en Buenos Aires y tenía que tomar el Roca para ir al trabajo, y empecé a caminar desde la boletería, en una punta del andén, hasta el final en la otra punta, con los ojos cerrados tratando de guiarme con las marcas para ciegos en el hormigón. A partir de entonces empecé a descubrir qué poderosos son los sentidos cuando uno les presta atención. Se puede oír y oler muchas cosas que están siempre ahí pero las obviamos. Ahora camino a obscuras cada vez que puedo. Cuando voy de la cochera (en el subsuelo) a casa, no prendo la luz, y cosas así.
- mirar el cielo, las estrellas, las nubes, lo que sea que hay ahí arriba y que poco tiene que ver con lo que hay ahí abajo. Una vez leí que para qué buscar inteligencia en el espacio exterior, si todavía queda por demostrar si existe aquí mismo, en la Tierra. Pero ironías aparte, lo que más me gusta de mirar para arriba y ver las estrellas es esa sensación de insignificancia que minimiza tanto mi existencia, que me hace sentir afortunado de tenerla y la valoro y me inspira a vivir. Hoy por hoy eso es un bien intangible de valor incalculable.
- oler la piel de mi novia. Dicen que la memoria olfativa es la más fuerte, y a mí me gusta alimentarla. Lo disfruto muchísimo y es un momento de tanta intimidad que no admite otra relación que la de pareja (creo).
- conversar de madrugada. En psicología le llaman la hora triste, ese rato después de la medianoche en el que el biorritmo desciende a su mínimo diario y uno se relaja, se entristece un poco, y se abre. Yo la llamo la hora de la verdad. Además, estar a las 2 de la mañana con alguien ya significa algo.
--------------
Encontré este escrito a medio hacer de hace casi 2 años y decidí redondearlo y publicarlo. La lista sigue vigente.
*cambié la cocina y para eso tuve que desmontar la vieja, ir a comprar la nueva (que pesa 140 kg), subirla a mi departamento y comenzar la operación de montaje. Batallas perdidas, batallas ganadas, la cocina está siendo instalada. Tengo cortes, ampollas, agujeros, arañazos y demás cicatrices que prueban sin lugar a dudas mi total inoperancia a la hora de usar herramientas. Pero soy cabeza dura y quiero aprender, así que sigo.
En fin, hoy me levanté de buen humor y empecé a acordarme de algunas cosas que me gustan:
- esperar el cole, mirando a la gente y pensando quiénes son, qué hacen, a dónde van, cómo se sienten...
- la lluvia. Mucha gente se siente miserable cuando llueve, yo me alegro, la disfruto como si fuera dulce de leche.
- caminar con los ojos cerrados. Durante un tiempo viví en Buenos Aires y tenía que tomar el Roca para ir al trabajo, y empecé a caminar desde la boletería, en una punta del andén, hasta el final en la otra punta, con los ojos cerrados tratando de guiarme con las marcas para ciegos en el hormigón. A partir de entonces empecé a descubrir qué poderosos son los sentidos cuando uno les presta atención. Se puede oír y oler muchas cosas que están siempre ahí pero las obviamos. Ahora camino a obscuras cada vez que puedo. Cuando voy de la cochera (en el subsuelo) a casa, no prendo la luz, y cosas así.
- mirar el cielo, las estrellas, las nubes, lo que sea que hay ahí arriba y que poco tiene que ver con lo que hay ahí abajo. Una vez leí que para qué buscar inteligencia en el espacio exterior, si todavía queda por demostrar si existe aquí mismo, en la Tierra. Pero ironías aparte, lo que más me gusta de mirar para arriba y ver las estrellas es esa sensación de insignificancia que minimiza tanto mi existencia, que me hace sentir afortunado de tenerla y la valoro y me inspira a vivir. Hoy por hoy eso es un bien intangible de valor incalculable.
- oler la piel de mi novia. Dicen que la memoria olfativa es la más fuerte, y a mí me gusta alimentarla. Lo disfruto muchísimo y es un momento de tanta intimidad que no admite otra relación que la de pareja (creo).
- conversar de madrugada. En psicología le llaman la hora triste, ese rato después de la medianoche en el que el biorritmo desciende a su mínimo diario y uno se relaja, se entristece un poco, y se abre. Yo la llamo la hora de la verdad. Además, estar a las 2 de la mañana con alguien ya significa algo.
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Encontré este escrito a medio hacer de hace casi 2 años y decidí redondearlo y publicarlo. La lista sigue vigente.
viernes, 28 de enero de 2011
2012 un poroto
El fin del mundo ya llegó, y no hizo falta ni meteorito, ni agua, ni peste. Ni siquiera la tercera presidencia de Menem.
Mi botín se está acabando y no hay reemplazo. Primero las Rumba, después las Melba, le siguieron las Tentaciones de chocolate (RIP) y en casa me espera el último Havannet de chocolate blanco. Después de eso, algunas Gemelitas y unas 9 de Oro agridulces. Y después de eso, vuelta a las salchichas con chucrut...
Mientras tanto, y para placer de todos los enfermos que adhieren al mito de que agua mugrienta congelada en cristales hexagonales y repartida por todos lados representa algún tipo de placer, la máxima en estos lares para el fin de semana apunta a -3°C.
Sí, la máxima.
[2 horas más tarde]
Quisiera agregar a mi lista de bajas a mi último alfajor de dulce de leche Havanna.
"Te extrañaremos".
Mi botín se está acabando y no hay reemplazo. Primero las Rumba, después las Melba, le siguieron las Tentaciones de chocolate (RIP) y en casa me espera el último Havannet de chocolate blanco. Después de eso, algunas Gemelitas y unas 9 de Oro agridulces. Y después de eso, vuelta a las salchichas con chucrut...
Mientras tanto, y para placer de todos los enfermos que adhieren al mito de que agua mugrienta congelada en cristales hexagonales y repartida por todos lados representa algún tipo de placer, la máxima en estos lares para el fin de semana apunta a -3°C.
Sí, la máxima.
[2 horas más tarde]
Quisiera agregar a mi lista de bajas a mi último alfajor de dulce de leche Havanna.
"Te extrañaremos".
viernes, 21 de enero de 2011
life's good
Gracias a Mr. Goat por el premio...
1. If you blog anonymously, are you happy with this? If you aren’t anonymous, do you wish you started out anonymously so that you could be anonymous now?
I'd say I'm halfway anonymous; on one hand, nobody that I know in real life knows of even the existence of this blog, but on the other hand I met great people through the blogosphere. All in all, I suppose that sometimes I enjoy my anonymity that allows me to say what I want, and sometimes I enjoy the wisdom of those who have been reading me for a while.
2. Describe an incident that describes your stubborn side.
Whenever I go home, I insist on expecting some etiquette when doing business there, just like I get in Germany, and just as I exercise myself. People there seem to be baffled when I show up at the promised hour without delays, or when I do what I said I'd do, in time and form. I simply adore the laid-back way of life at home, but the working habits are just irritating and I struggle to accept them.
3. What do you see when you really look at yourself in the mirror?
Depends on the mirror. In Germany, I see somebody who should not be there. In Argentina, I see somebody who should be there. But "should" and "can" are not always hand in hand, are they?
4. What is your favourite summer cold drink?
Whatever helps me dilute the adrenaline after a good couple of hours trashing the tires on the motorcycle in the Alps.
5. When you take time for yourself, what do you do?
Riding the motorcycle or reading.
6. Is there something that you still want to accomplish in your life?
Learn French. Travel to more places and discover more cultures. Have children.
7. When you attended school, were you the class clown, the class overachiever, the shy person or always ditching?
Too complex to put under one category. Math and stuff was always my thing (my "overachieving" side), everything else I just did what I had to so I wouldn't ditch it.
8. If you close your eyes and want to visualize a very poignant moment in your life, what do you see?
Pass.
9. Is it easy for you to share your true self in your blog, or are you more comfortable writing posts about other people and events?
I prefer the self deprecating approach. But sometimes I do write about other people.
10. If you had the choice to sit down and read a book or talk on the phone, which would you do and why?
This depends on the circumstances. As Mr. Goat said: "Sometimes I just want a private, quiet time and the book wins. Other times I prefer to chat. Face to face, possibly over a meal or a drink, is better than the phone".
1. If you blog anonymously, are you happy with this? If you aren’t anonymous, do you wish you started out anonymously so that you could be anonymous now?
I'd say I'm halfway anonymous; on one hand, nobody that I know in real life knows of even the existence of this blog, but on the other hand I met great people through the blogosphere. All in all, I suppose that sometimes I enjoy my anonymity that allows me to say what I want, and sometimes I enjoy the wisdom of those who have been reading me for a while.
2. Describe an incident that describes your stubborn side.
Whenever I go home, I insist on expecting some etiquette when doing business there, just like I get in Germany, and just as I exercise myself. People there seem to be baffled when I show up at the promised hour without delays, or when I do what I said I'd do, in time and form. I simply adore the laid-back way of life at home, but the working habits are just irritating and I struggle to accept them.
3. What do you see when you really look at yourself in the mirror?
Depends on the mirror. In Germany, I see somebody who should not be there. In Argentina, I see somebody who should be there. But "should" and "can" are not always hand in hand, are they?
4. What is your favourite summer cold drink?
Whatever helps me dilute the adrenaline after a good couple of hours trashing the tires on the motorcycle in the Alps.
5. When you take time for yourself, what do you do?
Riding the motorcycle or reading.
6. Is there something that you still want to accomplish in your life?
Learn French. Travel to more places and discover more cultures. Have children.
7. When you attended school, were you the class clown, the class overachiever, the shy person or always ditching?
Too complex to put under one category. Math and stuff was always my thing (my "overachieving" side), everything else I just did what I had to so I wouldn't ditch it.
8. If you close your eyes and want to visualize a very poignant moment in your life, what do you see?
Pass.
9. Is it easy for you to share your true self in your blog, or are you more comfortable writing posts about other people and events?
I prefer the self deprecating approach. But sometimes I do write about other people.
10. If you had the choice to sit down and read a book or talk on the phone, which would you do and why?
This depends on the circumstances. As Mr. Goat said: "Sometimes I just want a private, quiet time and the book wins. Other times I prefer to chat. Face to face, possibly over a meal or a drink, is better than the phone".
miércoles, 19 de enero de 2011
por un milímetro
Una de las cosas que más me gustan de estar en Alemania es la combinación de dos ingredientes:
En lo que fue 2010 habré manejado una veintena de autos distintos, desde un BMW Serie 1 descapotable, biturbo y 306 caballos, pasando por un Serie 5 GT con un V8 también biturbo de más de 400 caballos, e incluso un Mercedes Clase S de vaya a saber uno la potencia. Con motos, otro tanto. Repasando me viene a la cabeza una BMW K1300S de casi 180 caballos con la que estuve muy cerca de convertirme en donante de órganos, y eso si hubieran sido muy delicados con la espátula. Mea culpa.
A pesar de toda la ferretería con la que pude jugar, salvo por el descapotable, que reveló una forma nueva de mirar al mundo, el resto de los autos me parecieron pesados, excesivos, irrelevantes. Podría caer en el argumento de que gastarse tanta plata en un auto es casi inmoral cuando hay tanta gente muriéndose de hambre, pero lo cierto es que hace mucho que entendí que el ser rico no es un pecado. De hecho, los ricos y sus lujos dan empleo a mucha gente y mueven el dinero, por la razón que sea, que directa o indirectamente genera impuestos y beneficios para todos. Claro, parto de la suposición de que lo hacen por derecha, lo cual... en fin. Ese es otro tema.
Pero volviendo a mi fin de semana, este serie 7 la verdad que me impresionó. Como dije, probé un clase S, que es el equivalente de Mercedes, y me pareció muy "yanqui", muy cómodo pero no muy... ¿cómo decirlo?... auto. Un carruaje moderno, tirado por caballos blancos. Unos 400, metidos entre el tablero y el paragolpes delantero. En cambio el BMW me impresionó por lo "auto" que es, en el sentido de que la dirección no está desconectada de las ruedas como en el Mercedes. La suspensión es más firme, es cierto, pero lo poco que pierde en comodidad está más que compensado por lo mucho que gana en agilidad. Y en un auto de 2 toneladas, se agradece. Además, decir que ese auto perdió un poco en comodidad es como insinuar que era incómodo. Nada más lejos de la realidad. Parecía que ni tocaba el pavimento de lo que bien que iba, y hacía todo con una displicencia, una autosuficiencia y una eficacia pasmosas.
Algo que puede parecer una desventaja es el motor, pero eso engaña. Si bien, como dije, es el más debilucho del catálogo, hay que reconocer que tiene mucho empuje y la caja es espectacular, y maneja muy bien la elección y tiempos de hacer los cambios. Hasta unos 170 km/h la aceleración es más que suficiente, y recién a partir de los 200 se hace evidente que no estamos en un misil de cuatro ruedas. Ni falta que hace, porque en el único lugar del mundo donde se puede andar a más de 130 km/h legalmente es en Alemania o la isla de Man, así que para la gran mayoría este motor es más que suficiente.
En fin, el lunes a la mañana cuando lo devolví, tanto Novia como yo coincidimos en que si estuviéramos en posición de comprarlo, lo haríamos. Y eso no nos pasó con ningún otro auto por más lujo que tuviera. Para nuestras posibilidades, el auto que más nos gustó hasta ahora parece ser un Renault Clio de unos modestos 75 caballos que alquilamos el año pasado en Toulouse. Chiquito, con control de velocidad, reproductor de CD y aire acondicionado, y encima gastaba poco. Perfecto para nuestras necesidades.
Lo más milagroso de todo esto es que a pesar de haber estado muy cerca, nunca tuve un incidente con ningún vehículo. No choqué, no volqué, no me lo robaron. Hasta el domingo pasado... domingo, negro domingo. Fuimos con Novia a Stuttgart, y en lugar de tomar la A8 de vuelta a Munich decidí hacer un desvío a la isla de Lindau, para sentarnos en un café a orillas del lago Constanza y tener una tarde romántica. Y ahí aconteció la tragedia. Después de todo, maniobrar un transatlántico de dos toneladas para estacionar en semejante huequito no es para flojos de temple, ni para estúpidos como yo que calcularon que el auto era un bendito milímetro más corto de lo que en realidad era. Resultado:
Mejor me limito a andar en bicicleta. Algo más sofisticado que eso es tirarle margaritas a los chanchos...
- no hay límites de velocidad en una buena parte de sus autopistas,
- por mi trabajo, tengo acceso a maquinaria capaz de aprovechar el punto anterior.
En lo que fue 2010 habré manejado una veintena de autos distintos, desde un BMW Serie 1 descapotable, biturbo y 306 caballos, pasando por un Serie 5 GT con un V8 también biturbo de más de 400 caballos, e incluso un Mercedes Clase S de vaya a saber uno la potencia. Con motos, otro tanto. Repasando me viene a la cabeza una BMW K1300S de casi 180 caballos con la que estuve muy cerca de convertirme en donante de órganos, y eso si hubieran sido muy delicados con la espátula. Mea culpa.
A pesar de toda la ferretería con la que pude jugar, salvo por el descapotable, que reveló una forma nueva de mirar al mundo, el resto de los autos me parecieron pesados, excesivos, irrelevantes. Podría caer en el argumento de que gastarse tanta plata en un auto es casi inmoral cuando hay tanta gente muriéndose de hambre, pero lo cierto es que hace mucho que entendí que el ser rico no es un pecado. De hecho, los ricos y sus lujos dan empleo a mucha gente y mueven el dinero, por la razón que sea, que directa o indirectamente genera impuestos y beneficios para todos. Claro, parto de la suposición de que lo hacen por derecha, lo cual... en fin. Ese es otro tema.
Pero volviendo a mi fin de semana, este serie 7 la verdad que me impresionó. Como dije, probé un clase S, que es el equivalente de Mercedes, y me pareció muy "yanqui", muy cómodo pero no muy... ¿cómo decirlo?... auto. Un carruaje moderno, tirado por caballos blancos. Unos 400, metidos entre el tablero y el paragolpes delantero. En cambio el BMW me impresionó por lo "auto" que es, en el sentido de que la dirección no está desconectada de las ruedas como en el Mercedes. La suspensión es más firme, es cierto, pero lo poco que pierde en comodidad está más que compensado por lo mucho que gana en agilidad. Y en un auto de 2 toneladas, se agradece. Además, decir que ese auto perdió un poco en comodidad es como insinuar que era incómodo. Nada más lejos de la realidad. Parecía que ni tocaba el pavimento de lo que bien que iba, y hacía todo con una displicencia, una autosuficiencia y una eficacia pasmosas.
Algo que puede parecer una desventaja es el motor, pero eso engaña. Si bien, como dije, es el más debilucho del catálogo, hay que reconocer que tiene mucho empuje y la caja es espectacular, y maneja muy bien la elección y tiempos de hacer los cambios. Hasta unos 170 km/h la aceleración es más que suficiente, y recién a partir de los 200 se hace evidente que no estamos en un misil de cuatro ruedas. Ni falta que hace, porque en el único lugar del mundo donde se puede andar a más de 130 km/h legalmente es en Alemania o la isla de Man, así que para la gran mayoría este motor es más que suficiente.
En fin, el lunes a la mañana cuando lo devolví, tanto Novia como yo coincidimos en que si estuviéramos en posición de comprarlo, lo haríamos. Y eso no nos pasó con ningún otro auto por más lujo que tuviera. Para nuestras posibilidades, el auto que más nos gustó hasta ahora parece ser un Renault Clio de unos modestos 75 caballos que alquilamos el año pasado en Toulouse. Chiquito, con control de velocidad, reproductor de CD y aire acondicionado, y encima gastaba poco. Perfecto para nuestras necesidades.
Lo más milagroso de todo esto es que a pesar de haber estado muy cerca, nunca tuve un incidente con ningún vehículo. No choqué, no volqué, no me lo robaron. Hasta el domingo pasado... domingo, negro domingo. Fuimos con Novia a Stuttgart, y en lugar de tomar la A8 de vuelta a Munich decidí hacer un desvío a la isla de Lindau, para sentarnos en un café a orillas del lago Constanza y tener una tarde romántica. Y ahí aconteció la tragedia. Después de todo, maniobrar un transatlántico de dos toneladas para estacionar en semejante huequito no es para flojos de temple, ni para estúpidos como yo que calcularon que el auto era un bendito milímetro más corto de lo que en realidad era. Resultado:
Mejor me limito a andar en bicicleta. Algo más sofisticado que eso es tirarle margaritas a los chanchos...
viernes, 7 de enero de 2011
no, gracias
Mientras tanto, todo cambia. El sentimiento de la falta de sentido en mi vida es agobiante, opresivo. Casualmente, en la cuadra de mi casa se tiraron abajo unos 4 chalets y en su lugar se construyen otros tantos edificios. De esta forma el paisaje cambia, los sonidos, la luz que llega a mi ventana. Como una metáfora de mi vida, que también cambia. Cosas en las que creía y que daba por constantes resulta que se derrumban. Otras, que no conocía, aparecen en su lugar. Siento que el piso desaparece debajo de mis pies. No sé en qué dirección ir, ni basado en qué criterio. No me animo a tomar decisiones por miedo a condenarme, a arruinar mi futuro, y no hago más que arruinar mi presente. Y el mundo no deja de girar para esperarme a que me sienta mejor. Siento una responsabilidad enorme hacia Sabine y no quiero lastimarla ni seguir robándole el tiempo. En este viaje me sentí bien por primera vez en mucho tiempo, pero como alguien me avisó, siento que creció la distancia entre ella y yo. A veces siento que podría seguir sin ella, que debería separarme y empezar una etapa nueva, sin las ataduras que implica esta pareja, sin los desentendidos, los silencios, las peleas, las frustraciones. Sin la mayor frustración de todas que es no poder avanzar por falta de interés, ánimo o seguridad. Porque me falta la chispa, las mariposas en el estómago, la ilusión. Y la falta de capacidad para determinar si es la depresión o la relación. A medida que pasan los meses me invade más y más el presentimiento de que en realidad esta relación frustrante es una causa importante de la depresión, y no me hace nada de gracia. La realidad es chocante: siempre me sentí mal en Alemania, siempre noté que es un centro de reciclado en el cual las almas buenas se arruinan y las malas simplemente se disfrazan de humanos y salen por ahí armados de su Ausweis. Pero hasta que empecé a salir con Sabine que no me sentí tan devastadoramente mal. No es que ella sea mala persona, al contrario, es una maravilla y esa es la razón principal por la que estoy con ella; es que simplemente no “caí” en la relación, no me siento inevitablemente atraído hacia ella. No me llena. Pero para ser honesto, nada lo hace, y ahí es donde entra la duda de cuál es el carro y cuál es el caballo. Sería fantástico pasar por alguna experiencia, encontrar una píldora, sufrir un golpe en la cabeza del que despierte y diga “ah, me siento bien, y Sabine es lo que siempre busqué” o “me siento bien, pero Sabine no es lo que necesito”. Pero no funciona así y creo que la relación así como está no hace más que empeorar mi estado. Quiero llevar una vida plena, satisfactoria, y no está pasando. Alemania es un lugar donde es muy difícil apreciar lo importante de la vida: la familia, los verdaderos amigos, una buena conversación, el tiempo en paz, la buena comida (esa que se hace con amor, con buenos ingredientes y con intuición; no con recetas al pie de la letra, balanzas de un gramo de exactitud y un cronómetro). Son cosas que no se ven por debajo del bienestar económico, la comodidad, el hacinamiento, las reglas, la tecnología y hasta el clima. Y si uno no aprecia algo, no lo busca, no lo cultiva. Y si uno lo aprecia, es el lugar equivocado donde buscarlo. Trae frustración, tristeza, problemas. Y la vida pasa y la vergüenza y la impotencia de no poder hacerlo mejor crecen y crecen.
Hoy, como todas las mañanas, me despertó el sonido de los martillazos en el edificio que están construyendo enfrente. A la noche, cuando me voy a dormir, tengo que usar tapones porque hay un sereno que recorre la calle y cada hora toca la armónica para avisar de su ronda. El tránsito es pesado y mi habitación está en un piso bajo y a la calle, y mi ventana no aísla nada. La cuadra está llena de árboles y desde la primera luz hay un benteveo que canta como desaforado bicho psicópata. En una de las obras montaron una alarma de bombardeo que suena cada vez que un ratón se tira un pedo. Y me siento vivo. Me encanta. Me despierto con una sonrisa. Cuando mi cerebro entiende dónde estoy me regodeo y me vuelvo a dormir casi arrullado por todo ese despelote. Y cuando llevo a mi sobrino a la plaza veo los juegos gastados, el tobogán despintado, el subibaja que hace ruido, la calesita que se balancea sobre su eje. Están gastados de usarlos, de chicos jugando en ellos.
En donde vivo en Múnich está todo perfecto, los juegos en perfecto estado, perfectamente limpios y mantenidos. Y nadie los usa. No hay tampoco plazas. Sí, hay parques, porque es una ciudad mediterránea y no tienen una costa que les corte la respiración como tiene Mar del Plata. Pero eso es como salir a andar en mula a falta de una Ferrari. Sí, hay un río en donde se juntan (organizado con mucha anticipación, por supuesto) a asar algo, y se miran con asco, con ese desdén que solamente puede surgir del rechazo, del deseo predominante de que el otro no exista y así se libere ese metro cuadrado.
En los 8 años que hace que resido en ese agujero me encontré con infinidad de inmigrantes de todos los colores. Estoy hablando literalmente de miles de personas. En dos ocasiones me dijeron que les gustaba. Una explicó que veía lo que el resto de los inmigrantes veían, pero simplemente se iba del país siempre que podía, y así conjugaba las ventajas del lugar sin sufrir tanto sus desventajas. La otra, una pobre exiliada que la debe haber tenido tan dura en su lugar de origen y debe ser tan espantoso en ese lugar, que prefirió cerrar los ojos y jugar con las cartas que le tocaron. Una, realista y pragmática. La otra, patética. Pero no tan patética como yo, que no me animo a irme.
Hoy, como todas las mañanas, me despertó el sonido de los martillazos en el edificio que están construyendo enfrente. A la noche, cuando me voy a dormir, tengo que usar tapones porque hay un sereno que recorre la calle y cada hora toca la armónica para avisar de su ronda. El tránsito es pesado y mi habitación está en un piso bajo y a la calle, y mi ventana no aísla nada. La cuadra está llena de árboles y desde la primera luz hay un benteveo que canta como desaforado bicho psicópata. En una de las obras montaron una alarma de bombardeo que suena cada vez que un ratón se tira un pedo. Y me siento vivo. Me encanta. Me despierto con una sonrisa. Cuando mi cerebro entiende dónde estoy me regodeo y me vuelvo a dormir casi arrullado por todo ese despelote. Y cuando llevo a mi sobrino a la plaza veo los juegos gastados, el tobogán despintado, el subibaja que hace ruido, la calesita que se balancea sobre su eje. Están gastados de usarlos, de chicos jugando en ellos.
En donde vivo en Múnich está todo perfecto, los juegos en perfecto estado, perfectamente limpios y mantenidos. Y nadie los usa. No hay tampoco plazas. Sí, hay parques, porque es una ciudad mediterránea y no tienen una costa que les corte la respiración como tiene Mar del Plata. Pero eso es como salir a andar en mula a falta de una Ferrari. Sí, hay un río en donde se juntan (organizado con mucha anticipación, por supuesto) a asar algo, y se miran con asco, con ese desdén que solamente puede surgir del rechazo, del deseo predominante de que el otro no exista y así se libere ese metro cuadrado.
En los 8 años que hace que resido en ese agujero me encontré con infinidad de inmigrantes de todos los colores. Estoy hablando literalmente de miles de personas. En dos ocasiones me dijeron que les gustaba. Una explicó que veía lo que el resto de los inmigrantes veían, pero simplemente se iba del país siempre que podía, y así conjugaba las ventajas del lugar sin sufrir tanto sus desventajas. La otra, una pobre exiliada que la debe haber tenido tan dura en su lugar de origen y debe ser tan espantoso en ese lugar, que prefirió cerrar los ojos y jugar con las cartas que le tocaron. Una, realista y pragmática. La otra, patética. Pero no tan patética como yo, que no me animo a irme.
martes, 4 de enero de 2011
educar o castigar
El martes fui al teatro a ver por primera vez en mi vida a Pinti, un cómico argentino. Lo que dijo fue muy interesante y acertado, aunque el tipo sea una cloaca hablando y no pueda decir menos de tres malas palabras por cada dos que pronuncia. No puedo juzgar si es por la edad (71) que se volvió peor o si siempre fue así. Mi mamá dice que últimamente se puso peor. Habrá que creerle. Al principio resultaba gracioso, pero a lo último ya era un poco pesado.
En los últimos días, entonces, voy por la calle y miro a mi alrededor y pienso en algunas de las cosas que dijo, y no puedo evitar coincidir, a pesar de sus contradicciones (por ejemplo, cuando criticó a los adolescentes por no leer y por lo tanto no saben hablar, y en toda ocasión él mismo decía cosas como “hace x años atrás” o “presidenta”). Estamos, claramente, frente a un tipo muy culto pero que no ha podido mantenerse al margen de las gansadas de moda.
En eso estaba hace un rato cuando escuché un impacto fuerte por la ventana y salí al balcón a mirar. Una motito había chocado contra un auto. El auto venía de la izquierda y la moto de la derecha, y la moto impactó al auto en el medio de la puerta del acompañante. Lamentablemente salí a ver lo que pasaba cuando el conductor del auto ya se había bajado, así que no pude ver si llevaba el cinturón de seguridad puesto, pero sí que la moto no tenía la chapa patente ni los espejos, que el silenciador no era original y que ni conductor ni acompañante llevaban casco. Por suerte (y no me refiero a que me alegro, sino a que fue nada más que por suerte) nadie tuvo heridas de gravedad.
En no más de 2 minutos llegó la policía; tomaron datos de todo el mundo e hicieron algún papeleo. Estuvieron en total unos 10 minutos, en los cuales habrán pasado unos 60 autos y unas 20 motitos. De los autos, como máximo la mitad de los que viajaban tenían el cinturón de seguridad puesto a había también algún faro roto. Sin mencionar que más de uno iba hablando por el celular mientras manejaba. De las motos, como máximo un tercio de los que viajaban llevaba casco. Un tercio, como máximo, tenía espejos. Un tercio no tenía chapa patente. En un par de motos viajaban 3 personas (las he visto con 4 y hasta con 5). Un par de motos eran no aptas para circular (motos de motocross de competición pura, que no llevan luces reglamentarias ni soporte de patente ni espejos, y por lo tanto no son matriculables y es ilegal usarlas en la vía pública). Todo esto a centímetros de los cuatro policías que ni se mosquearon.
Podría decir que en la otra punta del espectro están los alemanes, o los suizos, o los suecos, pero eso sería una idiotez porque implicaría que los argentinos están en la punta opuesta, la de la estupidez, y afortunadamente no es así. Que podemos estar mejor: seguro. Pero también podríamos estar mucho, mucho peor. Pero volviendo a los alemasuizuecos, a pesar de que se comportan mucho mejor (viven en un estado de derecho, en oposición a un estado de capricho) hay que diferenciar. Los suecos no obedecen la ley por miedo al castigo: lo hacen por educados. Los alemanes al revés: temen al gran hermano, al castigo, a la culpa, al error, y son unos enfermos de las reglas por las reglas mismas. Los suizos son una mezcla desafortunada de los dos anteriores, llegando a estupideces monumentales que no quiero perder un segundo de mi vida en comentarlas. El resultado a simple vista es casi el mismo, pero la forma en que se vive en cada lugar es muy diferente. Estuve 3 meses viviendo en Suiza y fue el único período de mi vida en que extrañé a mis queridos, simpáticos y bonachones alemanes. Me lo habían advertido, pero noquise pude creerlo. Tuve que verlo por mí mismo.
Al margen de todo esto, es claro que me encantaría disfrutar de las ventajas de vivir en una sociedad ordenada, donde el respeto a la ley sea la norma y no la excepción. Esas ventajas son tan obvias que sería condescendiente enumerarlas, así que me abstengo. Pero una mente podrida como la mía podría muy válidamente plantearse la pregunta: ¿cuáles son las desventajas? Bueno, depende del sistema que se ponga en práctica, del esfuerzo a dar, del paradigma que se aplique para conseguir ese tan loado orden. Veamos.
Aplicar la Ley implica controlar, o sea, crear y poner en práctica un mecanismo por el cual se verifica que la letra se cumpla y las medidas pertinentes (castigos, multas, etc.) también. Esto demanda muchísimo esfuerzo y estrés. La primera línea de este mecanismo de control está formada por la policía y los inspectores, gente que tiene la facultad de meter su nariz en los asuntos de los demás para verificar su comportamiento. En el caso de la policía, ahí queda, porque dependen de una denuncia o de agarrar a alguien in fraganti, pero en el caso de los inspectores también es su deber indagar sin que nadie los llame. Un policía cumple muchas otras funciones, mientras que un inspector no hace otra cosa. Este aspecto de la aplicación de la Ley en vistas de vivir en un Estado de Derecho se ve afectado negativamente por la inacción, la corrupción, la falta de medios o de capacitación, el desinterés, etc.
Una segunda línea de acción a la hora de lograr ese orden es el que nos involucra a todos más directamente, y que se da cuando alguien, en nuestra cara, comete un acto de capricho que afecta a los demás y ejercemos una especie de poder de policía ciudadana. Un ejemplo: una persona va caminando delante de nosotros con un perro, y éste defeca. Su dueño no se lleva las heces del perro sino que sigue caminando. Una posibilidad sería no hacer nada, y otra (no es una lista exhaustiva) sería pedirle a esa persona que se haga cargo de las heces de su animal. En este punto hay un análisis que se puede hacer de todas las excusas que podríamos escuchar de esa persona, o las contestaciones, o lo que sea. Voy a desistir de esto porque sería nada más que una distracción, sobre todo porque es difícil no encender los ánimos. Lo que me importa esta vez es analisar si la protesta, la reclamación de que esa persona se haga cargo de su obligación, es o no nuestra obligación. O si simplemente y para evitar una situación desagradable, desistimos y nos conformamos y sacudimos la cabeza mientras por lo bajo decimos alguna oración que empieza “la gente...”.
Acá es donde me es útil pensar en qué pasaría en Alemania, en Suiza y en Suecia. Por empezar, en Alemania los dueños de perros tienen metido en la cabeza lo que cuesta la multa por dejar el recuerdo del perro donde haya caído, y saben que alguna cámara, policía o inspector puede estar por ahí y arruinarle el día y rasguñarle el bolsillo. En definitiva, tiene miedo a que lo agarre el gran hermano y lo acuse. No quiere cometer un error y que lo vean. ¿El prójimo? No... esa no es una palabra que forme parte del vocabulario del día a día en Alemania. Las cosas se hacen porque hay una ley que lo dice, y si te ordenan que mates a alguien que tiene nariz rara, se hace... ¿Y en Suiza? Ahí influye un poco más la educación, pero se solapa con el hecho de que cada persona en la calle, cada vecino, cada colega del trabajo es un Poirot con lupa mirando lo que hacen los demás buscando máculas o cosas fuera de lugar para denunciarlas. En Suiza, si uno saca la basura 20 minutos antes de la hora señalada tiene que vender un riñón para pagar la multa por la denuncia del vecino de enfrente. En donde los alemanes sacarían un castigo de la galera, los suizos cobran multa. Te arrestan por ser morocho pero si tenés 40 millones para depositar sos más que bienvenido. Muy espirituales. ¿Y en Suecia? Ahí también hay policía, inspectores y mecanismos de control y multas y denuncias, pero lo que prima es el respeto al prójimo, producto de la educación en una cultura que prioriza la convivencia y los beneficios de poder confiar en los demás. No es el paraíso, pero si tengo que elegir, me quedo con esta última. Si no fuera por el clima...
En fin, lo único que quería decir era que las amenazas y respirarle en la nuca a alguien para que haga las cosas bien es impráctico, estresante, agotador y, si bien consigue orden, el precio es alto en cantidad y en calidad, tanto para el controlado como para el que controla. Mejor educar, explicar los por qué, y aplicar otras dos cositas que en estas latitudes no abundan: coherencia y constancia.
¿Se podrá?
PD: mi mamá ayer me dijo que ella admira el triple a alguien en Argentina que no deja el sorete del perro en la vereda, porque lo cumple porque quiere, por respeto, por decencia; no por que lo obliguen. No lo había pensado. Me gustó.
En los últimos días, entonces, voy por la calle y miro a mi alrededor y pienso en algunas de las cosas que dijo, y no puedo evitar coincidir, a pesar de sus contradicciones (por ejemplo, cuando criticó a los adolescentes por no leer y por lo tanto no saben hablar, y en toda ocasión él mismo decía cosas como “hace x años atrás” o “presidenta”). Estamos, claramente, frente a un tipo muy culto pero que no ha podido mantenerse al margen de las gansadas de moda.
En eso estaba hace un rato cuando escuché un impacto fuerte por la ventana y salí al balcón a mirar. Una motito había chocado contra un auto. El auto venía de la izquierda y la moto de la derecha, y la moto impactó al auto en el medio de la puerta del acompañante. Lamentablemente salí a ver lo que pasaba cuando el conductor del auto ya se había bajado, así que no pude ver si llevaba el cinturón de seguridad puesto, pero sí que la moto no tenía la chapa patente ni los espejos, que el silenciador no era original y que ni conductor ni acompañante llevaban casco. Por suerte (y no me refiero a que me alegro, sino a que fue nada más que por suerte) nadie tuvo heridas de gravedad.
En no más de 2 minutos llegó la policía; tomaron datos de todo el mundo e hicieron algún papeleo. Estuvieron en total unos 10 minutos, en los cuales habrán pasado unos 60 autos y unas 20 motitos. De los autos, como máximo la mitad de los que viajaban tenían el cinturón de seguridad puesto a había también algún faro roto. Sin mencionar que más de uno iba hablando por el celular mientras manejaba. De las motos, como máximo un tercio de los que viajaban llevaba casco. Un tercio, como máximo, tenía espejos. Un tercio no tenía chapa patente. En un par de motos viajaban 3 personas (las he visto con 4 y hasta con 5). Un par de motos eran no aptas para circular (motos de motocross de competición pura, que no llevan luces reglamentarias ni soporte de patente ni espejos, y por lo tanto no son matriculables y es ilegal usarlas en la vía pública). Todo esto a centímetros de los cuatro policías que ni se mosquearon.
Podría decir que en la otra punta del espectro están los alemanes, o los suizos, o los suecos, pero eso sería una idiotez porque implicaría que los argentinos están en la punta opuesta, la de la estupidez, y afortunadamente no es así. Que podemos estar mejor: seguro. Pero también podríamos estar mucho, mucho peor. Pero volviendo a los alemasuizuecos, a pesar de que se comportan mucho mejor (viven en un estado de derecho, en oposición a un estado de capricho) hay que diferenciar. Los suecos no obedecen la ley por miedo al castigo: lo hacen por educados. Los alemanes al revés: temen al gran hermano, al castigo, a la culpa, al error, y son unos enfermos de las reglas por las reglas mismas. Los suizos son una mezcla desafortunada de los dos anteriores, llegando a estupideces monumentales que no quiero perder un segundo de mi vida en comentarlas. El resultado a simple vista es casi el mismo, pero la forma en que se vive en cada lugar es muy diferente. Estuve 3 meses viviendo en Suiza y fue el único período de mi vida en que extrañé a mis queridos, simpáticos y bonachones alemanes. Me lo habían advertido, pero no
Al margen de todo esto, es claro que me encantaría disfrutar de las ventajas de vivir en una sociedad ordenada, donde el respeto a la ley sea la norma y no la excepción. Esas ventajas son tan obvias que sería condescendiente enumerarlas, así que me abstengo. Pero una mente podrida como la mía podría muy válidamente plantearse la pregunta: ¿cuáles son las desventajas? Bueno, depende del sistema que se ponga en práctica, del esfuerzo a dar, del paradigma que se aplique para conseguir ese tan loado orden. Veamos.
Aplicar la Ley implica controlar, o sea, crear y poner en práctica un mecanismo por el cual se verifica que la letra se cumpla y las medidas pertinentes (castigos, multas, etc.) también. Esto demanda muchísimo esfuerzo y estrés. La primera línea de este mecanismo de control está formada por la policía y los inspectores, gente que tiene la facultad de meter su nariz en los asuntos de los demás para verificar su comportamiento. En el caso de la policía, ahí queda, porque dependen de una denuncia o de agarrar a alguien in fraganti, pero en el caso de los inspectores también es su deber indagar sin que nadie los llame. Un policía cumple muchas otras funciones, mientras que un inspector no hace otra cosa. Este aspecto de la aplicación de la Ley en vistas de vivir en un Estado de Derecho se ve afectado negativamente por la inacción, la corrupción, la falta de medios o de capacitación, el desinterés, etc.
Una segunda línea de acción a la hora de lograr ese orden es el que nos involucra a todos más directamente, y que se da cuando alguien, en nuestra cara, comete un acto de capricho que afecta a los demás y ejercemos una especie de poder de policía ciudadana. Un ejemplo: una persona va caminando delante de nosotros con un perro, y éste defeca. Su dueño no se lleva las heces del perro sino que sigue caminando. Una posibilidad sería no hacer nada, y otra (no es una lista exhaustiva) sería pedirle a esa persona que se haga cargo de las heces de su animal. En este punto hay un análisis que se puede hacer de todas las excusas que podríamos escuchar de esa persona, o las contestaciones, o lo que sea. Voy a desistir de esto porque sería nada más que una distracción, sobre todo porque es difícil no encender los ánimos. Lo que me importa esta vez es analisar si la protesta, la reclamación de que esa persona se haga cargo de su obligación, es o no nuestra obligación. O si simplemente y para evitar una situación desagradable, desistimos y nos conformamos y sacudimos la cabeza mientras por lo bajo decimos alguna oración que empieza “la gente...”.
Acá es donde me es útil pensar en qué pasaría en Alemania, en Suiza y en Suecia. Por empezar, en Alemania los dueños de perros tienen metido en la cabeza lo que cuesta la multa por dejar el recuerdo del perro donde haya caído, y saben que alguna cámara, policía o inspector puede estar por ahí y arruinarle el día y rasguñarle el bolsillo. En definitiva, tiene miedo a que lo agarre el gran hermano y lo acuse. No quiere cometer un error y que lo vean. ¿El prójimo? No... esa no es una palabra que forme parte del vocabulario del día a día en Alemania. Las cosas se hacen porque hay una ley que lo dice, y si te ordenan que mates a alguien que tiene nariz rara, se hace... ¿Y en Suiza? Ahí influye un poco más la educación, pero se solapa con el hecho de que cada persona en la calle, cada vecino, cada colega del trabajo es un Poirot con lupa mirando lo que hacen los demás buscando máculas o cosas fuera de lugar para denunciarlas. En Suiza, si uno saca la basura 20 minutos antes de la hora señalada tiene que vender un riñón para pagar la multa por la denuncia del vecino de enfrente. En donde los alemanes sacarían un castigo de la galera, los suizos cobran multa. Te arrestan por ser morocho pero si tenés 40 millones para depositar sos más que bienvenido. Muy espirituales. ¿Y en Suecia? Ahí también hay policía, inspectores y mecanismos de control y multas y denuncias, pero lo que prima es el respeto al prójimo, producto de la educación en una cultura que prioriza la convivencia y los beneficios de poder confiar en los demás. No es el paraíso, pero si tengo que elegir, me quedo con esta última. Si no fuera por el clima...
En fin, lo único que quería decir era que las amenazas y respirarle en la nuca a alguien para que haga las cosas bien es impráctico, estresante, agotador y, si bien consigue orden, el precio es alto en cantidad y en calidad, tanto para el controlado como para el que controla. Mejor educar, explicar los por qué, y aplicar otras dos cositas que en estas latitudes no abundan: coherencia y constancia.
¿Se podrá?
PD: mi mamá ayer me dijo que ella admira el triple a alguien en Argentina que no deja el sorete del perro en la vereda, porque lo cumple porque quiere, por respeto, por decencia; no por que lo obliguen. No lo había pensado. Me gustó.
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